jueves, 22 de junio de 2023

AZKENA ROCK FESTIVAL. VITORIA 15-17/06/23 (Mr. Sheep cover)

 



Por una vez estoy de acuerdo con las impresiones azkeneras de Mr. Bull, así que tan sólo añadiré algunas cosas que o bien se le pasaron o que me apetece complementar.

Parece mentira, pero ya han pasado veinte años desde nuestra primera visita al Azkena Rock Festival. En estos veinte años muchas cosas han cambiado, a nivel personal o en el mundo de la música. Pero hay una cosa que se mantiene inmutable, el criterio musical con el que se elaboran los carteles del Azkena. En el año 2003 reinaron por todo lo alto Iggy Pop con los Stooges y Steve Earle. En el año 2023 han vuelto a hacerlo. En esta edición se ha tratado con el máximo respeto a algunos de los héroes musicales que han escrito grandes páginas en la historia del festival. Es una manera de hacer balance para encarar el futuro con ganas de que jóvenes valores de la escena musical reclamen su presencia en los escenarios de Mendizabala.

El Jueves empezamos nuestra sesión con una banda muy particular, Os Mutantes, los brasileños ofrecieron un bonito concierto con esa mezcla tan personal de música brasileña con los sonidos de Laurel Canyon. Sérgio Dias está bastante mermado físicamente y tuvo que actuar sentado, pero aún así los brasileños se ganaron al personal con temas como Tecnicolor, Time and space, A minha menina o Ando meio desligado.

En el año 2003 Steve Earle actuó junto a su banda clásica, los Dukes. El concierto de 2023 fue muy diferente. Actuación en solitario acompañado de guitarra, mandolina y harmónica. Arrancó con una versión del clásico de los Pogues If i should fall from grace with God, y continuó con alguno de sus clásicos como The Devil’s right hand, My old friend the Blues, Someday, una celebradísima Guitar town, Taneytown y una mis canciones favoritas, Feel alright. Continuó con I ain’t ever satisfied y You’re the best lover that i ever had. Se acordó de uno de sus referentes con la versión de Mr. Bojangles de Jerry Jeff Walker. Una reivindicativa It’s about blood nos llevó a uno de los momentos más emotivos del festival, interpretó la canción Harlem river blues de su hijo Justin Townes Earle, fallecido en 2020. Y ya con el tiempo casi agotado se despidió a lo grande con Galway girl y Copperhead road. Gran concierto, esperemos volver a verle pronto.



El primer día de festival disfrutamos también de los temas de Barricada, con El Drogas y su banda, el Punk festivo de Rancid y la descarga aplastante de Monster Magnet, sin duda uno de los mejores conciertos del festival.

El Viernes, después de la fiesta en la plaza de la virgen Blanca con los Fuzillis, entramos en el recinto de Mendizabala con los acordes de los locales Pasadena, y la verdad es que me causaron una gran impresión, con su Folk Rock intenso y pasional, y el juego de voces entre Jon Basaguren y Libe García de Cortázar. Tienen algo de Morgan, algo de Nick Cave. Muy interesantes.

Después del conciertazo de Cordovas conseguí introducirme en la carpa del Trashville para disfrutar con los cachondos Tiki Phantoms. Fiestón rockero, sacrificios humanos, Tiki conga. En fin, un gran concierto con una banda que está en su mejor momento.



Después del buen concierto de Pretenders tocaba el turno de los inclasificables Calexico, y dieron un gran concierto pasando del sonido americana a la cumbia, la música cubana, incluso algún guiño a Manu Chao. Y después de la fiesta de los de Tucson, llegó el coñazo de concierto de Incubus. Una banda sobrevalorada y vacía, llena de fuegos de artificio inofensivos. Menos mal que despedimos la jornada con el gran concierto de The Soundtrack of our lives. Intensos, rocosos, liségicos. Muy buenos.

La última jornada del festival comenzó con el conciertazo de Chuck Prophet en la virgen Blanca bajo un sol de justicia. Parece que está totalmente repuesto de sus problemas de salud, y se le vio feliz y disfrutando tanto como el público.



El tormentón de la tarde, además de suponer la cancelación de los conciertos de Ezpalak y Brigade Loco, llevó a reubicar los conciertos de The Nude Party y Nat Simmons con Cherie Currie, y con la reubicación me los perdí. Una pena, les tenía ganas. Todavía bajo la lluvia disfrutamos con las grandes canciones de Amanda Shires, a pesar de verla un tanto desubicada y nerviosa. Su repertorio merece ser degustado en una sala y con mayor entrega por parte de la virtuosa violinista. Aun así, escuchar Hawk for the dove en directo estuvo genial.



Ana Popovic fue una de las grandes triunfadoras del festival, su Funk, Soul y Blues sonaron a gloria, y ella estuvo sobrada de tablas y de simpatía para ganarse al público desde el minuto uno. Me perdí el final de su concierto para poder pillar buen sitio en el concierto de Lucinda Williams. Le tenía ganas y miedo a su concierto. Lucinda es una de mis favoritas de toda la vida, es de esos artistas que te han acompañado siempre y a los que sientes casi como si fueran de la familia. Y la verdad es que fue muy duro verla acceder al escenario casi sin poder andar, con medio cuerpo paralizado a causa del derrame cerebral que ha sufrido, por supuesto sin poder tocar la guitarra, y teniendo que leer las letras de las canciones a través de un monitor. La tristeza fue convirtiéndose en admiración a medida que fue transcurriendo el concierto. Su maravillosa voz sigue ahí y el repertorio fue espectacular. Es cierto que ralentizan un poco los temas para que le resulte más fácil, y que veías a todo el mundo en el escenario pendiente de ella. Pero fue algo hermoso, ver el respeto y el cariño que le tiene su banda, y ver el respeto y la admiración en el público. Silencio, atención, cariño, algunas lágrimas, mucho Rock, algo de Blues, y la sensación de ser un privilegiado al poder despedir encima de un escenario a toda una leyenda. Comenzó con Protection, Real live bleeding fingers and broken guitar strings, una preciosa Stolen moments, le dedicó Drunken angel a Blaze Foley, siguió con Fruits of my labor, Are you down, subieron el ritmo con Let’s get the band back together y You can’t rule me. Una bonita Out of touch nos llevó a Unsuffer me y Joy, Y entonces llegó uno de esos momentos por los que vale la pena pagar la entrada de un festival. Su interpretación de Essence fue maravillosa, si la llega a enlazar con Blue, hubieran faltado desfibriladores para reanimar al respetable. En la recta final Righteously, Honey bee y su particular versión del Rockin’ in the free world de Neil Young. Final pletórico y una Lucinda emocionadísima recibiendo la ovación de todo el público.





Después de semejante vaivén emocional era necesario que te devolvieran al mundo real a base de guitarrazos, y para eso los Melvins eran los adecuados. Gran y potentísimo concierto, que combinamos con los estupendos Lucero. Le tocaba el turno al plato fuerte del festival, Iggy Pop volvía al mismo escenario con el que nos voló la cabeza acompañado de los Stooges veinte años atrás. Tiene 76 años, pero mantiene intacta la actitud. Ya no está para rajarse el pecho, saltar al público o provocar altercados subiendo gente al escenario. Pero la actitud y la fiereza están ahí. Banda solvente, arreglos de viento y coros imaginativos y resultones, pero la verdad, yo lo prefiero con una banda básica. En cuanto a repertorio hubo alternancia de sus clásicos, tanto en solitario como con los Stooges, con temas de su último y excelente trabajo, Every loser. Saltó al escenario con Rune, seguida de Five foot one, y ya enseguida puso al público a botar con TV Eye, Modern day rip off, Raw power, Gimme danger, The Passenger, Lust for life, The Endless sea, Death trip, I’m sick of you, el delirio con I wanna be your dog y Search and destroy, y tras un breve receso, el bis con Mass production, Down on the Street y un gran final con Loose y Frenzy. Iggy abandonó el escenario con la chulería de una estrella, y cuando se marchó no pude dejar de pensar en si sería mi última vez  en directo con él. Ojalá que no.



El último concierto del festival corrió a cargo del gran Jim Jones, que con sus All stars nos regaló una exhibición de Rock salvaje y sudoroso, a un volumen brutal. Temas de su etapa con los Revue, incluso una maravilla de su época con Thee Hypnotics, Shakedown, y unas versiones adrenalínicas de Little Richard, la Velvet underground o los Beatles. El broche de oro perfecto para una gran edición del Azkena Rock festival. En lo negativo tan sólo diría que la oferta gastronómica fue claramente insuficiente, y que el aumento de precios en las barras fue excesivo.



Mr. Sheep

 

 






miércoles, 21 de junio de 2023

AZKENA ROCK FESTIVAL. VITORIA 15-17/06/23 (Mr.Bull cover).

 

La edición número 20 de nuestro festival favorito ya es historia. Y como casi cada año, la valoración es más que satisfactoria. Especialmente teniendo en cuenta que las expectativas, viendo el cartel, no eran demasiado altas. Pero es que…al Azkena se va, y punto. Ya sabéis, el festival con el público más fiel del planeta.

Pero vayamos por partes. 

Nos presentamos a media tarde en el entrañable recinto de Mendizabala en la primera de las tres jornadas de este parque temático del Rock. Todo un acierto la vuelta a los tres días en vez de dos desde el año pasado. No vemos los tradicionales nombres de difuntos en los escenarios, algo que tenía su punto. Tal vez la acumulación de fallecimientos de ilustres del Rock haya llevado a la organización a prescindir de este bonito homenaje. Una pena. Por lo demás todo luce bien: espacios bien organizados, fuentes de agua y lavabos impecables… En lo negativo, los prohibitivos precios de comida y bebida, algo que no se entiende teniendo en cuenta el coste de la entrada, muy asequible comparado con el de otros festivales. El tiempo…excelente. Nada que ver con el infernal calor del año pasado.
 
Llegamos cuando los vascos Liher están acabando así que no podemos opinar más que sonaban potentes.. El primer grupo que podemos disfrutar completo es Os Mutantes, una curiosidad musical con su bonita mezcla de sonidos californianos y brasileños. Y un primer exponente de algo que se repetiría en esta edición: cantantes en no muy buenas condiciones físicas defendiendo con dignidad su repertorio. Hablamos de Sérgio Días, que a pesar de sus evidentes problemas de movilidad compone unas armonías vocales muy apreciables.

 

 

No pude disfrutar de ese Steve Earle en solitario, aunque algunos de mis compañeros de bcnenconcierto  aseguran que fue un conciertazo. Sí me dió tiempo de entrar a las asfixiantes y excitantes carpas del Trashville. Y como no podía ser de otra manera, tuve lo que esperaba: sudor y rock primario a todo trapo. En este caso con unos cachondos Generador que hicieron disfrutar con pelotazos como Me estoy peinando, un clásico desde ya. La pena es que el Trashville está muriendo de éxito: a duras penas pude volver a entrar a ver a los Kaisers y salir rápido, una vez valoré riesgos de avalancha. 



En medio, El Drogas, reinando en Mendizabala con su repaso a lo mejor de Barricada. Parroquia muy numerosa. Mucho oficio, banda muy solvente y potente con un sonido cristalino. Esto último fue tónica general en el festival (enhorabuena a los técnicos de sonido). Se puede argumentar lo lineal de su propuesta pero nada que objetar. Sus fans, contentísimos. 



Y de El Drogas a uno de los fiascos del festival. Nada sabía de la tal Lydia Lunch. Nada quiero volver a saber. Su gótica y marciana propuesta basada en sonidos oscuros sin estribillos, mucha distorsión y una muralla de sonido que tira para atrás aburre, no sólo a mí. Muchos desertan buscando otras opciones, aunque en la tarde del jueves hay menos grupos para escoger. Aprovechamos para aprovisionar y prepararnos para el set final.


Nada menos que los Rancid, toda una leyenda del Punk-Rock acelerado. Debo confesar que no he seguido su carrera y quizás por ello, me sorprenden más. Ruby Soho, Time Bomb y poco más me suena. Pero así como los Green Day, grupo con el que son comparados, me aburren, los Rancid me parecen más variados acercándose al rock más clásico a veces. También se agradecen los contínuos cambios de vocalista. Mis respetos a la banda. Bravo.


Pero para sorpresa la de los siguientes invitados. Unos Monster Magnet pletóricos (a pesar, de nuevo, del mal estado físico que no de garganta, de Dave Wyndorf). Una muralla de sonido stoner y a veces doom, muy impresionante. Muy cercanos a Kyuss. Ya os digo que para mi, en el podio del festival. Sin concesiones, ni parlamentos, trallazo tras trallazo, que a esas altas horas es lo que a uno le pide el cuerpo. Space Lord suena a gloria. Powertrip suena a gloria. Mindfucker suena a gloria. Y así el resto. Actitud. ¡Diablos…qué manera de acabar el primer día!. Con los tímpanos reventados nos vamos a descansar, que queda tela.

 



El segundo día volvemos a gozar de esa iniciativa ya clásica que es el concierto gratuito en la Vírgen Blanca. En este caso con unos Fuzillis festivos y muy profesionales. Un ejemplo de banda que sabe hacer con el público lo que le da la gana. El grupo perfecto para un bolo así. Mención especial a esa Ungawa! con la que subieron a media plaza al escenario. Fiesta total.

 


De ahí y hasta la hora de la entrada gozamos de otros encantos de Vitoria. Sustituimos nuestra tradicional visita al magnífico restaurante Olarizu por el no menos impresionante Casa Napoleón. No todo va a ser rock. Siesta posterior en uno de los hermosos parques que hay por toda la ciudad. ¡Qué bonita es Vitoria!


Y ya con las pilas cargadas nos disponemos a afrontar la segunda jornada. La abundancia de propuestas y solapes va a hacer que nos perdamos algunas cosas interesantes. Por ejemplo Pasadenas o Bones of Minerva que seguro que estuvieron bien. Nos estrenamos con S8nt Elektric, la banda del hijo de Slash. Nada de especial me dice su propuesta. No es que sean malos pero hay una falta de riesgo importante para ser tan jóvenes. El hijísimo se desempeña bien en la batería pero hay millones de grupos más excitantes.


Y de ahí a otra de las propuestas que estarán en mi podio al acabar. Unos Cordovas que me sorprenden con ese…¿country-jazz?, si es que eso existe. Desarrollos muy variados, a veces en clave blues, otras country, otras funky. Incluso algo de tropicalismo. Variedad de voces, virtuosismo en los instrumentos…Y la sensación de ser una banda que goza en el escenario, algo muy de agradecer. Reconozco que no me suena ninguna canción y que me gustan todas. A Joe Firstman, creador de esta jam-band se le ve exultante al acabar. Ovación muy merecida.

 

Lamento no haber visto a Earthless, banda que me recomendaron algunos amigos. Tampoco veo la propuesta de The Guapos. Y del mismo modo, me pierdo la fiesta de los Tiki-Phantoms en el Trashville, un acierto seguro. Pero es hora de merendar. 


A la vuelta, otro de los platos fuertes. ¿Cuántos años hace que no oigo nada de The Pretenders? Miles. Pero ahí sigue la voz tan especial de Chrissie Hynde, sobradísima. Un concierto más que correcto, apuntalado con un puñado de singles que hemos oido millones de veces (I’ll stand by you, Don’t get me wrong, Back on the chain gang…). Al acabar, la pregunta: ¿Por qué no han tocado Brass in pocket? En todo caso, un buen concierto. Comentar que en esta edición la cuota de conciertos con presencia femenina ha subido. Y lo celebramos.

 


En uno de esos solapes de los que hablaba antes, decido ver parte del concierto de los irlandeses Undertones y parte del de Calexico. De los primeros decir que no entro en la propuesta de rock añejo y áspero, aunque veo que tienen su público que los disfruta. Sobre los segundos, todo lo contrario. Esa mezcla de cumbias y rock tiene su punto. Los Calexico parecen dos bandas en una. Más que mezclar, van alternando un estilo u otro según la canción. En todo caso muy disfrutables, buenas melodías, buena banda. Todo bien. Tal vez les haya faltado en su carrera algún pelotazo para subir algún peldaño más. Como curiosidad, tocaron el clásico El Cuarto de Tula…igual que los Cordovas

 

Y de los Calexico a los claros candidatos a la cuchara de palo del festival. Tenía a los Incubus en mi mente como uno de aquellos grupos grunge con algunas buenas canciones pero un par de escalones por debajo de los clásicos como Pearl Jam, Nirvana, etc.. Pues no. Están muchos, muchos escalones por debajo. Y mira que empezaron bien. Las buenas sensaciones tras las dos primeras canciones, desarrolladas con la escenografía más espectacular de esta edición (pantallacas, efectos visuales, potentísima iluminación, sombras), se van por el desagüe a mitad de concierto. Por lo que nos comenta algún fan, se han decidido por el repertorio más psicodélico y extraño. Toda una empanada de sonidos pregrabados, ruiditos, desarrollos raros, a veces acercándose al progresivo, otras al doom, otras a Dios sabe qué. Igual con alguna droga en el cuerpo la cosa mejoraría. No es el caso. Al final vuelven al grunge (aquella Drive) pero ya es demasiado tarde. Un ejemplo de desperdicio escénico. Mal sin remisión.

 


Un cierto decalaje horario nos permite ver el comienzo de Gwar, esa broma heavy. Y comprobamos eso, que no pasa de ser una broma. Sus disfraces satánicos y su fiesta de hemoglobina falsa no va con nosotros. Seguro que sus fans se lo pasaron teta.


Visto algo de Gwar, nos apresuramos a saborear The Soundtrack of Our Lives (TSOOL). Emparentados con los Union Carbide que no me gustaron nada en otra edición del ARF, me acerco con recelos. Pero estos quedan disipados pronto. Grandes canciones, gran banda, gran voz. Todo engrasadísimo. Igual que en la noche anterior con los Monster Magnet, el concierto perfecto a la hora perfecta. Pasadas las 2 de la madrugada, hay que ir a saco. Y eso es lo que hace el bueno de Ebbot Lundberg (¡qué extraña pinta!) y sus secuaces. 

 


De nuevo reventados, nos vamos a dormir mientras en las carpas todavía hay propuestas que no veremos.

 

Y por fin la última jornada del festival. ¿La más potente de las tres? Veremos. A estas alturas la valoración ya es alta. Por lo pronto comenzamos con Chuck Prophet y su banda en la Virgen Blanca. Triunfo total con la plaza rendida a sus pies. Bonitas canciones, muy coreables y un frontman como debe ser. Eso si: otro más para la colección de artistas con problemas físicos aguantando como pueden (un linfoma por ahí dando por saco). ¡Qué delicia los conciertos en la Virgen Blanca!. 


Pero…¿qué sería de una visita al ARF sin lluvias?. Un aguacero que dura hasta las 20h nos impide ver las primeras propuestas del día. Esto es el Pais Vasco así que no nos sorprende mojarnos. Llego justo para ver las últimas canciones de Amanda Shires. Su propuesta de country-rock con violín es muy atractiva. Muy buenas canciones, aunque me sobra alguna versión descafeinada de algún clásico. Buena voz, excelente con el violín. Pero, pero…Un pero bien gordo. Amanda no defiende su repertorio como debe. ¿Un mal día? No lo se. Pero parece desganada. Quiere irse rápido. No interactúa con el público. Acorta alguna canción. Mal. Lo siento, pero mal.


Menos mal que Ana Popovic lo arregla todo en un pis pas. En el extremo opuesto, una actitud como debe ser: a comerse al público. ¡Qué pedazo de señora! Su propuesta de blues-funk-rock es caballo ganador. La banda, desde la sección ritmica bajo-batería, a los maravillosos metales, pasando por la guitarra explosiva de la jefa, impresionantes todos. ¿Está sonando el Thriller de Michael Jackson? Punto extra. Ovación de las de No te vayas nunca. Bravísimo

 

 

Me da tiempo a ver dos o tres canciones de The Nude Party. Me gustan. Me parecen simpáticos. Tienen gancho. Canciones de power-pop pegadizas. Descaro. Qué lastima que me tengo que ir a uno de los platos fuertes.


El plato fuerte es Lucinda Williams. Sabemos que viene mal físicamente después de sufrir un derrame cerebral. Y efectivamente, la imagen es muy triste. Obviamente sin su guitarra, bastante paralizada, teniendo que recurrir a un nebulizador constantemente. La voz no le llega bien. ¡Qué pena! Y sin embargo… ¡Cuánta dignidad! Posiblemente uno de los conciertos más emocionantes, en el sentido estricto de la palabra, de todas las ediciones del festival. Las magníficas canciones siguen ahí. Ralentizadas a posta para que Lucinda pueda seguirlas. Y ella las canta como puede. Su voz sigue siendo muy bonita a pesar de todo. Y la banda es una pedazo de banda. Así que de esta manera, con pena y con alegría, se desarrolla el concierto. El público, de diez. Máximo respeto. Máxima ovación al acabar con ese eterno Keep on Rockin’ in the Free World. Lágrimas.

 


Lo peor que se puede decir del concierto de Melvins es que para mi gusto no estuvo en el horario adecuado. A última hora como Monster Magnet o TSOOL hubiese sido perfecto. Me encantaron. Estuve con la mandíbula desencajada la hora larga en la que nos bombardearon con su muralla de sonido. Tienen ratos difíciles, demasiado plúmbeos o rarunos. Pero siempre te puedes regodear en ese momento en su tremenda imagen. Ese Buzz Osborne embutido en su extraño sayo espacial y con esos pelos, enfurruñado sin mirar al público y torturando a su guitarra. Ese Matt Lukin que parece sacado de la guardia personal de Drácula, aporreando su bajo mientras interpela constantemente al público. Y el magnífico Dale Crover machacando sin piedad la batería. Entre tanto doom, se agradece cuando acometen alguna canción más asequible. Me declaro fan desde ya.

 

 

Y ya afrontando la recta final, otro ejemplo de lo que comenté al inicio de esta crónica. Gente que está muy mal físicamente defendiendo con dignidad su música. Hablo, claro está del gran Iggy Pop, posiblemente el cabezón de cartel de esta edición. Mal físicamente es poco. Es un verdadero milagro que este hombre siga en pie. Es difícil tener un cuerpo más deforme, más pellejudo, más degradado. Contrasta con esas ridículas y juveniles mechas californianas con las que corona su machacado cuerpo. Pero…ahí está. A la segunda canción ya se ha quitado la camiseta y luce heridas de guerra. Y luce también las canciones. El repertorio es imbatible: The Passenger, Lust for Life, I Wanna Be Your Dog, Search and Destroy…Apabullante. Ciertamente es extraño el envoltorio. Uno espera que esas canciones sean tocadas por una banda sucia, con tipos rudos de esos que escupen, fuman y se encaran con el público. Y no. Un escenario minimalista con señores trajeados. También una introducción atmosférica y algún interludio ambiental. Raro. Aunque luego, a la hora de la verdad, lo único que importa es Iggy y sus imbatibles canciones. ¿Lo veremos alguna vez más? Parece difícil… Igual que a Lucinda.



Y al que esto escribe, aquí se le apagó el motor. Mucha tralla en el cuerpo y una edad ya. Ni los heavys Alter Bridge, pulcros e inofensivos, ni el rudo Jim Jones y su rock garajero, me consiguieron levantar el ánimo. 


A la hora de dar notas me quedo en el podio con Monster Magnet, Cordovas y  Ana Popovic.
En la parte negativa, sin duda Incubus, Lydia Lunch y Amanda Shires (por actitud). 

Y el resto en medio con una nota general bastante alta para lo que esperaba.



Gloria al ARF. A la espera de la edición 2024. 

 


Mr.Bull

Más información en la web del Festival


domingo, 11 de junio de 2023

AZKENA ROCK FESTIVAL 2023


Pues sí, ya ha pasado un año, y el próximo fin de semana aparece nuevamente en nuestro horizonte el festival vitoriano. Steve Earle, Monster Magnet, The Pretenders, Iggy Pop o Lucinda Williams están deseando que vayamos allá para volver a vernos. Y nosotros no los vamos a decepcionar, claro.
Iremos a Vitoria. Y os lo contaremos.
 

lunes, 5 de junio de 2023

JASON RINGENBERG. PARAL·LEL 62 CLUB. 01/06/23


Hay veces en las que no es necesario demasiado para ofrecer un buen concierto. Un escenario desnudo, una guitarra acústica y ocasionalmente una armónica pueden ser más que suficiente si lo juntamos con talento, simpatía y música, buena música. Y Jason Ringenberg va sobrado de buenas canciones y de tablas para afrontar así un concierto en solitario.

Pese a competir con el Primavera Sound y el concierto de Joe Satriani en la sala grande, Paral·lel 62 Club acabó presentando una buena entrada, gracias a todos los fieles al universo Ringenberg que no fallamos esa noche. Nuestro hombre tiene ya una carrera de más de 40 años, en solitario, como Farmer Jason, y sobre todo con Jason & The Scorchers, junto a nuestro querido Warner E. Hodges, en lo que fue uno de los grupos punteros del Rock americano de los 80. Cow Punk lo llamaban, desde luego por etiquetas no será.

Con un poco (bastante) retraso aparecía en escena Jason con su inseparable sombrero y llamativas botas para ofrecer un divertidísimo concierto. Sus comentarios entre temas fueron hilarantes, como la historia que contó sobre una gira de los Scorchers junto a los Ramones, antes de tocar God bless The Ramones, claro. También nos hizo reír y participar de la canción con The tractor goes chug chug chug, de su etapa como Farmer Jason. ¿Música para niños? Pues en este caso mola mucho. Evidentemente, mucho tema también de su etapa más reconocida junto a su histórica banda, como Harvest moon, Broken whiskey glass o White lies. O versiones que en su día hicieron suyas, como ese Lost highway de Leon Payne, o el imbatible Absoultely sweet Marie de Bob Dylan. Tampoco faltó un tema que me gusta mucho de su disco en solitario All over creation, como es Bible and a gun. Y así, entre canciones, bailes imposibles y risas, la noche acabó pasando en un suspiro.

Han pasado trece años desde que vi a Jason & The Scorchers en Apolo 2 y más de veinte de la primera vez que lo vi en solitario en La Boite. Ahora espero que no haya tanto lapso de tiempo para la siguiente.

Mr. Wolf

Más info en la web del músico