Por una vez estoy de acuerdo con las impresiones azkeneras
de Mr. Bull, así que tan sólo añadiré algunas cosas que o bien se le pasaron o
que me apetece complementar.
Parece mentira, pero ya han pasado veinte años desde nuestra
primera visita al Azkena Rock Festival. En estos veinte años muchas cosas han
cambiado, a nivel personal o en el mundo de la música. Pero hay una cosa que se
mantiene inmutable, el criterio musical con el que se elaboran los carteles del
Azkena. En el año 2003 reinaron por todo lo alto Iggy Pop con los Stooges y
Steve Earle. En el año 2023 han vuelto a hacerlo. En esta edición se ha tratado
con el máximo respeto a algunos de los héroes musicales que han escrito grandes
páginas en la historia del festival. Es una manera de hacer balance para
encarar el futuro con ganas de que jóvenes valores de la escena musical
reclamen su presencia en los escenarios de Mendizabala.
El Jueves empezamos nuestra sesión con una banda muy
particular, Os Mutantes, los brasileños ofrecieron un bonito concierto con esa
mezcla tan personal de música brasileña con los sonidos de Laurel Canyon.
Sérgio Dias está bastante mermado físicamente y tuvo que actuar sentado, pero
aún así los brasileños se ganaron al personal con temas como Tecnicolor, Time
and space, A minha menina o Ando meio desligado.
En el año 2003 Steve Earle actuó junto a su banda clásica,
los Dukes. El concierto de 2023 fue muy diferente. Actuación en solitario
acompañado de guitarra, mandolina y harmónica. Arrancó con una versión del
clásico de los Pogues If i should fall from grace with God, y continuó con
alguno de sus clásicos como The Devil’s right hand, My old friend the Blues,
Someday, una celebradísima Guitar town, Taneytown y una mis canciones
favoritas, Feel alright. Continuó con I ain’t ever satisfied y You’re the best
lover that i ever had. Se acordó de uno de sus referentes con la versión de Mr.
Bojangles de Jerry Jeff Walker. Una reivindicativa It’s about blood nos llevó a
uno de los momentos más emotivos del festival, interpretó la canción Harlem
river blues de su hijo Justin Townes Earle, fallecido en 2020. Y ya con el
tiempo casi agotado se despidió a lo grande con Galway girl y Copperhead road.
Gran concierto, esperemos volver a verle pronto.
El primer día de festival disfrutamos también de los temas
de Barricada, con El Drogas y su banda, el Punk festivo de Rancid y la descarga
aplastante de Monster Magnet, sin duda uno de los mejores conciertos del
festival.
El Viernes, después de la fiesta en la plaza de la virgen Blanca con los
Fuzillis, entramos en el recinto de Mendizabala con los acordes de los locales
Pasadena, y la verdad es que me causaron una gran impresión, con su Folk Rock
intenso y pasional, y el juego de voces entre Jon Basaguren y Libe García de
Cortázar. Tienen algo de Morgan, algo de Nick Cave. Muy interesantes.
Después del conciertazo de Cordovas conseguí introducirme en
la carpa del Trashville para disfrutar con los cachondos Tiki Phantoms. Fiestón
rockero, sacrificios humanos, Tiki conga. En fin, un gran concierto con una banda
que está en su mejor momento.
Después del buen concierto de Pretenders tocaba el turno de
los inclasificables Calexico, y dieron un gran concierto pasando del sonido
americana a la cumbia, la música cubana, incluso algún guiño a Manu Chao. Y
después de la fiesta de los de Tucson, llegó el coñazo de concierto de Incubus.
Una banda sobrevalorada y vacía, llena de fuegos de artificio inofensivos.
Menos mal que despedimos la jornada con el gran concierto de The Soundtrack of
our lives. Intensos, rocosos, liségicos. Muy buenos.
La última jornada del festival comenzó con el conciertazo de
Chuck Prophet en la virgen Blanca bajo un sol de justicia. Parece que está
totalmente repuesto de sus problemas de salud, y se le vio feliz y disfrutando
tanto como el público.
El tormentón de la tarde, además de suponer la cancelación de
los conciertos de Ezpalak y Brigade Loco, llevó a reubicar los conciertos de
The Nude Party y Nat Simmons con Cherie Currie, y con la reubicación me los
perdí. Una pena, les tenía ganas. Todavía bajo la lluvia disfrutamos con las
grandes canciones de Amanda Shires, a pesar de verla un tanto desubicada y
nerviosa. Su repertorio merece ser degustado en una sala y con mayor entrega
por parte de la virtuosa violinista. Aun así, escuchar Hawk for the dove en
directo estuvo genial.
Ana Popovic fue una de las grandes triunfadoras del
festival, su Funk, Soul y Blues sonaron a gloria, y ella estuvo sobrada de
tablas y de simpatía para ganarse al público desde el minuto uno. Me perdí el
final de su concierto para poder pillar buen sitio en el concierto de Lucinda
Williams. Le tenía ganas y miedo a su concierto. Lucinda es una de mis
favoritas de toda la vida, es de esos artistas que te han acompañado siempre y
a los que sientes casi como si fueran de la familia. Y la verdad es que fue muy
duro verla acceder al escenario casi sin poder andar, con medio cuerpo
paralizado a causa del derrame cerebral que ha sufrido, por supuesto sin poder
tocar la guitarra, y teniendo que leer las letras de las canciones a través de
un monitor. La tristeza fue convirtiéndose en admiración a medida que fue
transcurriendo el concierto. Su maravillosa voz sigue ahí y el repertorio fue
espectacular. Es cierto que ralentizan un poco los temas para que le resulte
más fácil, y que veías a todo el mundo en el escenario pendiente de ella. Pero
fue algo hermoso, ver el respeto y el cariño que le tiene su banda, y ver el
respeto y la admiración en el público. Silencio, atención, cariño, algunas
lágrimas, mucho Rock, algo de Blues, y la sensación de ser un privilegiado al
poder despedir encima de un escenario a toda una leyenda. Comenzó con
Protection, Real live bleeding fingers and broken guitar strings, una preciosa
Stolen moments, le dedicó Drunken angel a Blaze Foley, siguió con Fruits of my
labor, Are you down, subieron el ritmo con Let’s get the band back together y
You can’t rule me. Una bonita Out of touch nos llevó a Unsuffer me y Joy, Y entonces llegó uno de esos momentos por los que vale la pena pagar la entrada
de un festival. Su interpretación de Essence fue maravillosa, si la llega a
enlazar con Blue, hubieran faltado desfibriladores para reanimar al respetable.
En la recta final Righteously, Honey bee y su particular versión del Rockin’ in
the free world de Neil Young. Final pletórico y una Lucinda emocionadísima
recibiendo la ovación de todo el público.
Después de semejante vaivén emocional era necesario que te
devolvieran al mundo real a base de guitarrazos, y para eso los Melvins eran
los adecuados. Gran y potentísimo concierto, que combinamos con los estupendos
Lucero. Le tocaba el turno al plato fuerte del festival, Iggy Pop volvía al
mismo escenario con el que nos voló la cabeza acompañado de los Stooges veinte
años atrás. Tiene 76 años, pero mantiene intacta la actitud. Ya no está para
rajarse el pecho, saltar al público o provocar altercados subiendo gente al
escenario. Pero la actitud y la fiereza están ahí. Banda solvente, arreglos de
viento y coros imaginativos y resultones, pero la verdad, yo lo prefiero con
una banda básica. En cuanto a repertorio hubo alternancia de sus clásicos, tanto en
solitario como con los Stooges, con temas de su último y excelente trabajo,
Every loser. Saltó al escenario con Rune, seguida de Five foot one, y ya
enseguida puso al público a botar con TV Eye, Modern day rip off, Raw power,
Gimme danger, The Passenger, Lust for life, The Endless sea, Death trip, I’m
sick of you, el delirio con I wanna be your dog y Search and destroy, y tras un
breve receso, el bis con Mass production, Down on the Street y un gran final
con Loose y Frenzy. Iggy abandonó el escenario con la chulería de una estrella,
y cuando se marchó no pude dejar de pensar en si sería mi última vez en directo con él. Ojalá que no.
El último concierto del festival corrió a cargo del gran Jim
Jones, que con sus All stars nos regaló una exhibición de Rock salvaje y
sudoroso, a un volumen brutal. Temas de su etapa con los Revue, incluso una
maravilla de su época con Thee Hypnotics, Shakedown, y unas versiones
adrenalínicas de Little Richard, la Velvet underground o los Beatles. El broche
de oro perfecto para una gran edición del Azkena Rock festival. En lo negativo
tan sólo diría que la oferta gastronómica fue claramente insuficiente, y que el
aumento de precios en las barras fue excesivo.
Mr. Sheep