Nadie canta la palabra
baby con más clase que el señor Greg Dulli. Apenas un año después de su
volcánico y apabullante concierto con The Afghan whigs en la sala Apolo, nos
encontramos con una nueva visión de sus temas, en un formato un tanto más
reducido y ciertamente menos contundente, pero con un dominio del escenario,
del tempo y del espacio que hacen de cualquier visita del de Cincinatti una
velada imprescindible.
Actuó como telonero el
italiano Manuel Agnelli, líder del grupo Afterhours, acompañado de un
violinista e intercalando los temas en italiano con algunas versiones en
inglés. Sobrio e intenso consiguió llamar la atención de un público escaso que
disfrutó especialmente con sus versiones del State trooper de Springsteen y el
Lilac wine de James Shelton en una interpretación cercana a la de Jeff Buckley.
La banda estaba formada
por el gran Dave Rosser a la guitarra, el bajista madrileño Jorge Sierra, el
italiano Rodrigo D’Erasmo al violín y Manuel Agnelli al piano y a la guitarra
acústica; se echó de menos a un buen batería para darle contundencia y
profundidad a los temas, pero el gran repertorio y la actitud de Greg Dulli nos hicieron disfrutar como siempre
escuchando algunos de los temas del cancionero tanto de Afghan whigs ( If i
were going,Can Rova, Summer’s Kiss, Step into the light o It kills), como de
Twillight singers (Bonnie Brae, Martin Eden, Forty dollars, Papillon o Teenage
wristband), Gutter twins (The body) e incluso del gran Amber headlines firmado
en solitario por Greg Dulli (So tight). Los temas se adecuaron estupendamente
al tipo de banda que le acompañaba y combinaron perfectamente con las versiones
como la tradicional Black is the colour, un pequeño medley dedicado a los
Beatles, el Please stay (once you go away) de Marvin Gaye y esa magnífica
revisión del Modern love de David Bowie con la que cerró la actuación.
La sala Barts sonó a
gloria como siempre, pero los asientos acabaron por estorbar a un público que
quería explayarse con más libertad; aunque al final animados por Greg Dulli nos
levantamos y disfrutamos de lo lindo, en una escena que me recordó a la de su
concierto en el auditori del Fórum de hace unos años.
El público estaba
entregado desde el primer momento y era perfectamente conocedor de lo que iba a
presenciar, así que no fue difícil que contagiara a unos músicos un tanto fríos
para que fueran entrando en calor. La familiaridad fue tan manifiesta que hasta
un personaje del público se subió al escenario, eso sí, muy educadamente, para
entregar a cada uno de los sorprendidos músicos un flyer promocional de su
banda, surrealista. La verdad es que la prohibición de hacer fotos con flash
nos hizo entrar más fácilmente en la propuesta musical y evitó la molesta y
lamentable imagen tan común en los conciertos actuales de la gente que ve las
actuaciones a través de la pantalla de sus teléfonos móviles; cosa que a mí
personalmente me molesta y me distrae.
Al final del concierto
Greg Dulli salió a firmar autógrafos y a charlar relejadamente con todo el que
se lo pidió, y me anunció que su próximo trabajo discográfico será al frente de
Afghan whigs. Espero que esté a la altura del excelente Do to the beast, y
sobretodo espero volver a verle pronto, porque hay muy pocos artistas que nunca
te defrauden en directo, a pesar de reinventarse en vivo constantemente.