El festival
Cruïlla ha sido siempre un festival un tanto disperso estilísticamente, y he de
admitir que esto siempre supuso un problema para mí a la hora de valorar la
posibilidad de disfrutar de su oferta, pero la verdad es que después de
sumergirme en la diversidad de sus propuestas en ésta edición de 2014 creo que
es muy refrescante el tener la oportunidad de cambiar de registros y estilos;
el festival va creciendo en ambición y presenta un grupo de artistas de calidad
a un precio bastante competitivo tal y como están las cosas.
Por supuesto
no fui capaz de presenciar la totalidad de los conciertos, así que tan solo
abordaré los que pude presenciar.
El Viernes
entré al recinto a tiempo de ver un poco de la curiosa propuesta de la Orquesta
Fireluche, un grupo heterogéneo enfrentado a unos instrumentos curiosos que
contó con la colaboración del siempre original Pau Riba; una propuesta totalmente
opuesta a la del británico Damon Albarn, del que nunca he sido un gran
seguidor, ni cuando estaba al frente de Blur, ni de Gorillaz, pero que ofreció
un concierto solvente y profesional acompañado de una buena banda con un sonido
perfecto y que tocó temas tanto de sus trabajos en solitario como algunos de
Blur y Gorillaz; sigue con la misma pinta de macarrilla inglés y demostró estar
muy bien de voz y especialmente brillante cuando se sentó al piano. Tocó temas
como Lonely press play, Everyday robots, los temas de Gorillaz Tomorrow comes today, Slow country, Kids with
guns, El mañana y Clint Eastwood, de su Proyecto The Good, the Bad & The
Queen los temas Kingdom of doom y Three changes y por supuesto algún clásico de
Blur como Out of time, All your life y Strange news from another star, a mí me
gustaron más los temas de sus trabajos en solitario como Hostiles, Photographs
(you are taking now), You and me, Hollow ponds, Mr. Tembo y Heavy seas of love;
buen concierto, y sin tiempo para descansar esperaba el plato fuerte del día,
Band of horses, la banda de Ben Bridwell que tan buen sabor de boca me dejó en
su concierto del festival Azkena hace unos años. Tenía muchas ganas de verlos bien
y el formato del festival me lo iba a permitir al poder verlos muy cerca del
escenario y sin especiales agobios, la voz de Ben Bridwell comenzó un poco
titubeante en el primer tema para ir afianzándose a lo largo del concierto,
alternaron con inteligencia sus temas más épicos y dramáticos con temas más
ligeros o con revisiones originales de algunos temas, brillaron especialmente
The great salt lake, Laredo, St. Augustine, The first song, No one’s gonna love
you, Knock knock, y sobretodo Is There a ghost y el gran final con The funeral;
un concierto brillante y emotivo que me deja con las ganas de verles en la
intimidad de una sala.
Llegaba el
turno para uno de los grupos nacionales del momento, Vetusta morla, los
madrileños se han convertido en un grupo
que ha trascendido de la escena indie para alzarse con una voz propia y
personal que engancha cada vez a un público más numeroso que corea sus
canciones a voz en grito, comenzaron con La deriva, después Fuego, Golpe
maestro, La mosca en tu pared, Lo que te hace grande, Un día en el mundo,
Cuarteles de Invierno, La grieta, Mapas, Copenhage, Maldita dulzura, una gran
interpretación de Tour de Francia, Sálvese quien pueda, Valiente, La cuadratura
del círculo, Fiesta mayor, y para el final El hombre del saco y Los días raros.
Unos de los claros triunfadores del festival. Tinariwen es un grupo de Mali que
fusiona con originalidad el Blues con la música Bereber, ataviados como Tuaregs
ofrecieron un gran concierto que enganchó a todo el que acudió el escenario
Time out, hipnóticos y brillantes.
No soy fan
del estilo, ni de la música de los puertorriqueños Calle 13, pero he de
reconocer que pusieron patas arriba el festival con un gran concierto, una
pedazo de banda latina que funcionó como un reloj y que ofreció temas como
Fiesta de locos, El aguante, No hay nadie como tú, La vuelta al mundo, La perla
o Vamos a portarnos mal.
La jornada
del Viernes se acabó aquí para mí, había que reponer fuerzas para el Sábado.
El Sábado
comenzó con un concierto a las 18:30 que para mí supuso la revelación del
festival, Valerie June, aunque había escuchado algún tema de su excelente disco
Pushin’ against a Stone no me esperaba a una artista tan suelta, tan sencilla y
simpática que a base de buenas canciones y una voz excepcional y original se
metió en el bolsillo a toda la audiencia, acompañada de contrabajo y batería
nos ofreció una manera sutil y efectiva de rasgar sus guitarras y modelar su
voz en unos temas que nacen del Blues para acercarse al Soul y entre los que
destacaron especialmente Twined & twisted, On my way, Tennessee time,
Shotgun, la preciosa Somebody to love, y las más directas Workin’ woman blues,
Pushin’ against a Stone y You can be told, además nos brindó una preciosa
versión del clásico de Sam Cooke Bringin’ on home to me, gran concierto y ganas
de seguirle la pista en el futuro. El buen rollo continuó con John Butler trio
que ofrecieron un enérgico concierto en el que mezclaban Rock, Funk, y un
poquito de Blues enérgico, John Butler dio una exhibición de técnica
guitarrística y se metió a la gente en el bolsillo con temas como Gonna be a
long time, Better than, Ocean, Zebra y sobretodo Funky tonight. Partiendo de
premisas parecidas a la música de John Butler uno de los reclamos del festival,
Jack Johnson, me aburrió bastante en un concierto lineal en el que sólo los más
incondicionales disfrutaron; bello, bonito, pero sin chicha, otra vez será. Un
breve paso por el escenario en el que Maria Rodés ofrecía su intimista propuesta con una
personalidad que nos llevó a su terreno, me llevó a disfrutar de unos buenos
bailoteos con una leyenda del Ska británico: The Selecter, que liderados por la
vocalista Pauline Black ofrecieron un gran concierto lleno de energía y clase,
perfectos para prepararnos para la fuerza y el encanto de Imelda May,
acompañada por su grupo de siempre nos ofreció su particular visión del
Rockabilly y el Rock, que sonando clásica no suena para nada desfasada,
exhibición vocal y un dominio absoluto del público y el escenario. Tuvo que
lidiar con algún problema de sonido pero salió más que airosa, de entre el
repertorio joyas como Mayhem, Psycho, Big bad handsome man, The Hellfire club, la
estupenda versión del Dreaming de Blondie que dedicó a Tommy Ramone, Love
tattoo y el clásico Johnny got a boom boom, buen concierto, sí señor.
La noche
acabó para mí con el descontrol de Emir Kusturica & the No smoking
orchestra, música festiva de los Balcanes
que con los típicos trucos de subir a las chicas de las primeras filas a
bailar al escenario convirtió el escenario Deezer en una fiesta con el público
bailando y arengando a la selección de futbol de Argentina. Divertido.
Cansado y
satisfecho me despedí del Cruïlla con un buen sabor de boca y esperando repetir
si la oferta es atractiva.