Lucinda Williams ha parido alguno de mis discos favoritos de siempre (Essence, Car wheels on a gravel road), por lo que la cita con esta gran intérprete y compositora en una sala de pequeñas dimensiones, con perfecta visibilidad y acústica era algo realmente especial para mí; por un lado tenía un poco de miedo de salir decepcionado debido a las noticias sobre su frágil estado físico y su fama de arisca, pero sobre todo por las grandes expectativas al ver por fin en vivo alguna de las canciones de mi vida. El resultado analizando el concierto con la perspectiva de unas horas es un poco ambivalente, ya que disfruté muchísimo durante el show con su preciosa voz y sus ganas de agradar, también con el musculoso sonido que consiguieron los músicos que la acompañan (el grupo Buick 6); pero no me llenó tanto como esperaba, debido en gran medida al repertorio que yo había elaborado previamente en mi cabeza, cargado de sus maravillosos temas tristes, dulces y dolorosos; el concierto transcurrió por otros derroteros mucho más rockeros e incluso musicalmente más complejos, lo cual estuvo bien y a ella se la veía contenta y al público también, pero a mí me faltó ese momento del concierto en el que hubiera roto a llorar de emoción al escuchar temas como Blue, Fancy funeral o Envy the wind (que no sonaron). El concierto comenzó con una Lucinda un poco tensa y agarrotada con los temas Real love y Right in time, pero la calidez del público y el buen hacer de su banda hicieron que se fuera tranquilizando, sobre todo después de excusarse ante el respetable por querer hacerlo todo perfecto. El concierto levantó entonces el vuelo con temas como 2 kool 2 be 4-gotten, Drunken angel, la maravillosa Out of touch, People talking, Come on o Something about what happens when we talk; para entonces ya estábamos entregados a su repertorio y a su banda, un cuarteto tan técnicamente brillante como falto de carisma, el gran momento musical de la noche fue la increíble Essence, también sonaron temas como Joy, Change the locks, Righteously, Honey bee, Little Rock star o la versión de AC/DC de It's a long way to the top; el concierto llegó sorprendentemente a su fin con un segundo bis en el que Lucinda interpretó en clave acústica y en un castellano imposible la canción Adiós corazón amante de la cantautora chilena Violeta Parra. Buen concierto en poco más de hora y media de alguien de quien esperamos otra noche aún más mágica.
Mr. Sheep
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