Blaine Cartwright no será el más guapo ni el cantante con mejor voz, pero sí que es un tipo íntegro y un rockero de pies a cabeza. Sus carreras con Nine Pound Hammer y Nashville Pussy así lo avalan. Ahora se ha sacado de la manga un proyecto Gospel-Rhythm & Blues-Southern (según sus propias palabras) llamado Kentucky Bridgeburners, junto a sus colegas Earl Crim a la guitarra, Todd Gorrell al bajo y Rob Hulsman a la batería, que recientemente han grabado una delicia de disco llamado Hail Jesus.
Los que ya hayáis visto en otras ocasiones a Blaine junto a alguna de sus bandas ya sabéis de que va la historia de su directo. Hard Rock de alto octanaje, sudor, entrega y a la yugular. Sin contemplaciones. Esta vez, desde el inicio con Hail Jesus, una gozada. Las adictivas canciones de temática religiosa del disco, en concierto se convierten en una fiesta en la que resulta imposible quedarse quieto. You got to move, Keep the faith, Lord here I am o Look up in the bible suenan de maravilla. Y si le añades versiones de Honky tonk women (esta nunca falla en vivo) o de la encantadora Ain't living long like this de Waylon Jennings la ecuación nos sale perfecta. La banda fantástica, compacta. Enorme la guitarra de Earl Crim. ¿Y Blaine? Bueno, Blaine es Blaine. Impagable su imagen luciendo orgulloso su camiseta de Nazareth (¡una de mis bandas favoritas!). Por no hablar del momento en que firmaba mi entrada mientras bailaba el Slow ride de Foghat que sonaba en la sala. Todo un personaje.
W.A.S.P., uno de los puntales americanos del Hard Rock 80's, hoy claramente acabados y sin poder de convocatoria. Un momento... ¿Acabados? ¿Sin poder de convocatoria? ¡Pero si las entradas estaban agotadas! Ya en las afueras de la sala había algún que otro buitre de la reventa pululando por allí; y en el interior el agobio y el calor confirmaron que, efectivamente, el recinto se encontraba a reventar, acallando así las voces de los que se mofan de formaciones como la comandada por BlackieLawless, en su día salvaje y peligrosa, que ha sabido mantenerse pese al paso de los años.
Al entrar al local y ver al público (fiel, en su mayoría veterano, junto a algún que otro jovenzuelo), lo primero en constatar fue mi errónea elección de vestuario. Entre un mar de camisetas negras aparecía una blanca. ¡La mía! Habrá que tenerlo en cuenta la próxima vez.
Esta gira es especial, ya que se conmemora el 30 aniversario de la banda, y los conciertos se estructuran en tres partes. Así, en la primera tocaron únicamente temas de sus primeros trabajos, como Onyour knees, su versión del The real me de los Who, L.O.V.E. machine, Wild child, Sleeping in the fire o su gran clásico I wanna be somebody. Esta fue, en mi opinión, la mejor parte de la noche, provocando el delirio de una audiencia ya entregada de antemano. La segunda parte fue un medley de su disco conceptual The crimson idol, del que ahora se cumplen veinte años. Y en la tercera, temas más recientes rematados por otro clásico, como es Blind in Texas, para cerrar la noche tras casi dos horas de potente Hard Rock. Todo ello con tres pantallas de vídeo en las que se ofrecían imágenes antiguas y clips de su época dorada, con lo que se dotaba de mayor espectacularidad al concierto. Eso sí, yo habría preferido intercambiar la primera parte con la tercera, así la noche habría ido de menos a más con un final de impacto. Blackie se mantiene en forma y con buena voz, pese a la edad, y hay que reconocerle que ha sabido mantener el status del grupo con el paso del tiempo, dejando atrás sus problemas con las mentes más puritanas de su país. Y es que treinta años dan para mucho.
Ahora a por los 40.
Había una gran expectación ante el concierto que The
Gaslight anthem iban a ofrecer en la sala Apolo, su anterior visita fue
unánimemente aclamada por público y crítica como una de las mejores de 2011, su
núcleo de seguidores no hace más que crecer y el público era de una disparidad
sorprendente, adolescentes con actitudes más propias de los fans de Justin
Bieber que de los amantes del Rock, punkis con sus crestas compartiendo
charloteo con modernillos con gafas de pasta que parecían recién salidos del
FIB, y veteranos rockeros con los que compartimos la mayoría de nuestros
conciertos por Barcelona; un público heterogéneo sí, pero deseoso de sumergirse
en el torrente de magníficas canciones que defienden en vivo los de BrianFallon.
La sala se fue llenando durante la insufrible actuación de
los teloneros, de cuyo nombre no quiero acordarme y a las nueve de la noche con
la sala a tope de público comenzaron a descargar su música cargada de épica,
Rock, ramalazos punks y grandes melodías. A los miembros de la banda se les ha
unido en ésta gira un nuevo guitarrista llamado Ian Perkins que aportó la
imagen típica del guiri con la camiseta del Barça en lo que parecía una
concesión a la audiencia local, pero que resulta que ya ha tocado en algún
concierto de ésta gira enfundado en su camiseta culé, en fin, curioso. Brian
Fallon se encargó de las tareas vocales y la guitarra, Alex Rosamilia derrochó
tanta calidad con su guitarra cómo nula presencia escénica, Alex Levine estuvo
perfecto con su bajo y Benny Horowitz demostró ser un batería versátil e
intenso.
El concierto duró dos horas y a pesar de la gran calidad de
los temas a mi me dio la sensación de que la colocación de los mismos en el set
list no fue la adecuada y pudo lastrar un poco el concierto en la parte central
en la que sonó un tanto lineal, tan sólo alternando los temas de otra forma creo
que hubieran conseguido no bajar el nivel, también me dio la sensación de que
podían estar un poco cansados siendo éste el penúltimo concierto de su gira
europea, aunque Brian Fallon estuvo simpático e intentó interactuar con el
público, del repertorio la verdad es que combinaron temas de todos sus discos y
dieron mayor importancia a los de su nuevo y excelente disco, Handwriten, temas
como 45, Here comes my man o Handwriten, también sonaron muy bien los temas más
antiguos como 1930 o drive, aunque a mi como a la mayoría me encantaron sus
grandes himnos como The backseat, Great expectations o the ’59 sound, mención
especial para temas que sirvieron para desengrasar un poco el repertorio y que
suenan muy bien en directo como The queen of lower Chelsea o Miles Davis &
the cool, realizaron también una buena versión del Changingof the guards de Bob Dylan; muy buen concierto de una banda que combina con acierto sus
influencias de gente como Social distortion o Springsteen para conseguir un
sonido personal. Repetiremos.
Nostalgia en estado puro, nostalgia de unos años de juventud
que ya no volverán y de su banda sonora
correspondiente, Blind melon ocupan un lugar de honor en la banda sonora de mi vida
por lo que la idea de ver a la banda que tanto amo en directo me produce una
extraña sensación entre la excitación y el miedo a la decepción, pero partiendo
de la base de que la banda tan sólo funciona ocasionalmente para disfrutar y
celebrar en directo de unas canciones mágicas, en cuanto los ves en directo
olvidas cualquier “pero” que pudieras ponerle a su actual encarnación. La banda
mantiene a todos sus miembros originales y la inclusión del voluntarioso Travis
Warren como sustituto de Shannon Hoon me parece todo un acierto tanto por
actitud como por capacidad vocal. Christopher Thorn a las guitarras y Brad
Smith al bajo comandan la nave con maestría y una capacidad musical que sigue
asombrando en 2012, les secundan Roger Stevens a la guitarra y Glenn Graham a
la batería.
Evidentemente se centran en los dos primeros discos del
grupo y el Set list es magnífico, aunque en Barcelona se les quedó corto por
las limitaciones horarias que impuso la sala y que hicieron que nos quedáramos
con ganas de algún clásico más. Abrieron
con 2X4, Toes across the floor, Soup y Paperscratcher prácticamente sin dar respiro
y con un Travis excitadísimo, con la máscara de V de Vendetta, movimientos
sincopados como si fuera una marioneta e incluso lanzándose al público en
repetidas ocasiones; Drive y Skinned nos dejaron con la boca abierta, I wonder,
Wilt y Sleepy house nos demostraron que
no pretendían hacer un concierto autocomplaciente y fácil, y después las
inevitables y magníficas Change (¿dónde estaba la armónica?), Soak the sin y
el clásico No rain con una gran intro que nos llevó por los terrenos de los
mejores Jane’s addiction para fusionarse con una melodía que ya es eterna; Time
cerró el concierto para preceder a unos bises que quedaron truncados con la
actitud de la sala de prácticamente expulsarles del escenario. El primer bis
fue un tema del nuevo grupo de Brad Smith, Abandon Jalopy, llamado I won’t be
the same, correcto sin más, pero a esas alturas de concierto creo que fue una
decisión equivocada, y ya con las prisas de tener que abandonar el escenario
abordaron una frenética Galaxie que nos dejó con ganas de más.
Mención especial para la actuación como telonero de Jonny
Kaplan, que aunque es un habitual de nuestros escenarios siempre ofrece buenas
canciones y simpatía.
Vi a Blind melon hace 4 años en el festival Azkena en
Vitoria y me dejaron gratamente sorprendido, por lo que el factor sorpresa
puede que me haga creer que aquel concierto fue mejor, pero honestamente si
alguien ama la música de Blind melon y no se acercó a verles por algún tipo de
prejuicio a causa de la sustitución de Shannon se perdió uno de los grandes
conciertos de éste año.
Siempre me ha gustado la sala Apolo, tanto por acústica y capacidad como por estética, pero sinceramente la actitud intransigente para con los grupos con el tema de los horarios es francamente molesta. Ojalá recapaciten.
Noviembre. Mes cargado de buena música y conciertos. Por la ciudad desfilarán, entre otros, BlindMelon en su actual encarnación sin el llorado Shannon Hoon; The Gaslight Anthem, WASP o los Kentucky Bridgeburners de nuestro entrañable Blaine Cartwright. Y por supuesto, aquí os hablaremos de todos ellos. Rock'n'Roll.