Directamente desde Australia,
nos llega el último descubrimiento rockero de la temporada. La
música de Palace of the King nos
traslada rápidamente a los maravillosos 70,
con referentes como Grand Funk Railroad,
Deep Purple o tantos otros de aquella
gloriosa década. Después de varios EP's, este año ya han
publicado su primer disco, titulado White bird/Burn the sky,
con portadas psicodélicas en todos los casos (y bastante feas, si se
me permite la opinión).
En nuestra querida sala Rocksound
nos encontramos con la curiosa imagen de ver a seis tipos embutidos
en el pequeño escenario, pero la lástima es que fuera de él no
éramos muchos más. Y motivos para asistir sobraban. Sábado
noche y concierto a un precio asequible. Como me comentaba un
seguidor de este blog, ¿hay algo mejor para hacer? Ya lo
decían Burning en su día: “Unas
copas, unos amigos y un poquito de Rock'n'Roll”. Pues eso.
Canciones como Take your medicine,
I swear on my life, Deal with the Devil o Free
animan al más pintado. Resultan espectaculares los duelos
guitarreros entre Leigh Maden y Matthew
Harrison. El teclista Sean Johnston
también tuvo momentos destacables. Y la sección rítmica, formada
por el bajista AndrewGilpin
y el batería Anthony Troiano nos
obsequió con un momentojam que resultó de lo mejor
de la noche. Y al frente de todos ellos, el vocalista Tim
Henwood se mostró como un perfecto maestro de ceremonias. Por cierto, no sé si soy el único, pero físicamente me recuerda bastante a Kurt Cobain.
¿Son la sensación del año?
No. ¿Van a cambiar el curso
de la historia? No. ¿Llenarán estadios algún día? No. Pero nos
hicieron pasar un buen rato, y de eso se trata, ¿verdad?
Podemos decir que con The
Crunch estamos ante toda una superbanda del
underground. Tenemos al frente a Sulo
Karlsson, cantante de Diamond Dogs
y que aquí también toca la guitarra. Al bajo toda una leyenda, como
es Dave Tregunna, de Sham69, Lords Of The
New Church o CherryBombz
(fantástico grupo recordado únicamente por los fanáticos de Hanoi
Rocks, entre los que se cuenta un servidor). También por los
Bombz pasó el batería TerryChimes, aunque es más conocido por
haber formado parte de The Clash,
grabando su primer disco. A la guitarra, procedente de los Cockney
Rejects, Mike Geggus. Y al
teclado y voces, Idde Schultz, de los
suecos Docenterna. No está nada mal.
Ahora, y aparte de algún que otro 7”, cuentan ya con dos
trabajos grabados, Busy making noise y Brand new brand,
y se han lanzado a una gira española que resultaba realmente
interesante.
Al
llegar a la sala, nos dimos de bruces con la situación de que las
puertas se abrían
una hora más tarde de lo anunciado. Bien, cosas que suceden en
nuestro país. Más tarde, comprobamos que apenas se llegaría a la
mitad del aforo. La noche se torcía cada vez más, pero las dudas se
disiparon rápido con el primer tema, Lonely
beat of the heart, un
fogonazo Punk Rock
que marcaría la pauta a seguir durante todo el concierto, en el que
darían un buen repaso a sus grabaciones. Así, sonaron también
Street flavor,
Neon Madonna,
Gangster radio
o Down by the border.
Y debo decir que, en muchas ocasiones, a quien más me recordaban era
a los Clash,
hecho que también ocurre en disco yque,
desde luego, no es nada malo.El simpático
Tregunna
recordó
a Stiv
Bators
diciendo que siempre lo lleva en el corazón (y nosotros también,
Dave)
antes de interpretar el enorme Russian
roulette,
de los Lords
Of The New Church.
Y no fue la única versión de sus bandas anteriores. También
cayeron Bad
man,
de los Rejects,
o el Borstal
breakout,
de Sham69,
provocando la locura en las primeras filas, donde había grandes fans
de Mike
Geggus,
un tipo cuya presencia
impone bastante. Su contrapunto es la simpática Idde,
que no paró de saltar y bailar en todo momento.
En
definitiva, un buen
concierto de una gente bregada y veterana. Lástima que resultara
demasiado corto; algo más de una hora resulta muy poco tiempo para
estar sobre el escenario. Esperemos que la próxima vez se estiren
un poco más.
Pues si, una rareza para los que nos visitais en esta web. No sólo de guitarrazos vive el hombre (o sí, en el caso de algunos de los miembros de bcnenconcierto). Aunque también tienen su punto rockero, la verdad es que la música de los madrileños transita por caminos menos constreñidos e etiquetables.
Segundo concierto de Nudozurdo en Barcelona para presentarnos su álbum Rojo es Peligro, más electrónico que los anteriores, después de su corto setlist en el Lets Festival hace algunos meses. Esta vez sin compartir escenario, para alegría de los fans de esta banda que comienza a ser considerada de culto: estilo propio con, si acaso, alguna reminiscencia hacia los The Cure del Desintegration. Por otra parte no se me ocurre ninguna semejanza para la fragilidad de voz de Leo Mateos, cantante y compositor. De esas voces que, o te encantan (como en mi caso) o la odias.
Puntualmente y con un Apolo 2 algo frío (media entrada, llegando a los tres cuartos al final del concierto) Nudozurdo se presentó en formato trío, algo que lastró el concierto en algunas de sus composiciones. Especialmente las del último disco contienen multitud de pasajes en los que suenan sintetizadores y, aunque en algún momento hubieron bases pregrabadas, se echaron en falta unos teclados. Suponemos que ésta es la causa de que no tocasen su excelente single El Grito, al tratarse de una canción bastante apoyada en sonidos electrónicos.
El concierto estuvo dividido en dos partes con un pequeño descanso en medio, tras el cual tocaron 5 temas. Pletóricos en cuanto a sonido, tuvieron algunos problemas con la iluminación, casi inexistente hasta el tercer tema. En cuanto a la música, que es lo que interesa, presentaron varios cortes de su último disco como Carpinteros del mal, Bucles Dorados, No siento tu Amor y es Falso. Entremezclados, sus hits Prometo hacerte Daño, Mil Espejos, Ha sido Divertido y esa joya, muy coreada, llamada el Hijo de Dios. Incluso sonaron algunas canciones de su primer trabajo Tara Motor Hembra, como Golden Gotelé donde se lució especialmente el buen batería Ricky Lavado proveniente de unos recién desaparecidos Standstill, o una larguísima versión de Laser Love. Todas muy bien interpretadas aunque con un Leo algo frío como frontman. En cualquier caso personalmente eché muy en falta tanto el ya comentado single como la bellísima No me toqueis, una de mis cancioines favoritas. Correcto concierto aunque algo irregular a un precio más que justo (12 €) para ver a una banda con un sonido y un público claramente definido, entre los cuales me incluyo. Así que...a esperarlos en la próxima gira.
Quien no conozca a Cinderella
se está perdiendo a una de las mejores bandas norteamericanas de los
últimos treinta años. Aparecidos en plena efervescencia hard
rockera de los 80, pronto se vio que tenían algo que los
hacía diferentes, con una música más clásica y de raíces. Sólo
cuatro discos de estudio en su haber, pero en mi opinión, todos
ellos imprescindibles, sobre todo Long cold winter y
Heartbreakstation. Y el cerebro detrás de todo ello
era Tom
Keifer, cantante, guitarrista y compositor. Hoy la
banda vive un hiato, que Tom
ha aprovechado para grabar en solitario The way life goes, de
2013, y de paso, regalarnos esta gira.
Con puntualidad exquisita (algo
extrañísimo por estos lares) y con los acordes de fondo de
Badseamstress Blues, Tom
y su banda aparecían en escena para atacar ya con
Fallin' apart at the seems, primer tema de Cinderella,
al que siguieron dos de su disco: el potente It's
not enough
y A
differentlight
(debo reconocer que este último a mí no me convence demasiado). Así
fue la noche, con varios temas de The
way life goes y
mayoría de Cinderella,
con lo que pudimos disfrutar de Somebodysave
me, un delicioso set acústico con Heartbreak station, The
flower song y Don't know what yougot (till it's gone),
o de un Shelter me final con aires Soul. Pero lo mejor
estaba por llegar en el bis, con las brutales versiones de It's
only Rock'n'Roll (but I like it), de los Stones,
del With a little help from myfriends de los Beatles
en clave Joe Cocker y del último tema
de Cinderella,
un Gypsy
road
que nos volvió locos a todos.
Muy
grande
el señor Keifer,
entregándose en cada nota y sudando a mares (esa casaca que lucía y
que no se quitó en ningún momento me hacía sudar a mí también),
y aunque no venga con el grupo de su vida, sí trajo a una competente
banda detrás suyo. Cuatro músicos y una corista, más el apoyo
ocasional de un roadie,
que nos ofrecieron una fantástica noche rockera. ¿Tan gloriosa como
la visita de Cinderella
en
2011?
Probablemente no, pero no se quedó muy atrás.
De todas las bandas sureñas, no hay
duda de que la que más ha crecido en estos últimos años es
Blackberry Smoke. Y como muestra, la
cantidad de público que congregaron en nuestra ciudad seis años
después de su visita a Razzmatazz 3. Para empezar, nos
encontramos una cola que llegaba a la Diagonal. Una vez
dentro, resultó difícil acercarse a la mesa de merchandising
(que por cierto daba gusto, con la discografía completa de la banda
en CD y vinilo), y ya abajo, vimos lo reventadísima que se
encontraba la sala Bikini, con el habitual (y tramposo) truco
de levantar la pared que separa las dos salas. Un agobio total, pero
que ciertamente valió la pena.
Lamentablemente, apenas pudimos ver el
final del grupo telonero, un trío llamado The
Record Company que dejó muy buenas sensaciones y se
ganó unos cuantos seguidores. A ver si vuelven de nuevo por aquí.
La festiva Six ways to sunday
sirvió para abrir una velada sin freno por parte de los chicos de
Charlie Starr. Un buen puñado de temas
irresistibles le siguieron: Pretty little lie, Rock'n'Roll
again, Everybody knowsshe's mine, Shake your
magnolia o Ain't much left of me, ampliamente coreados por
un público fiel que desafió las incomodidades para volcarse con el
grupo. Y es que es un lujo encontrarse con algo así, Rock sureño
en estado puro por parte de una banda de primera división. Teclado
omnipresente y guitarras fabulosas en unas interpretaciones
perfectas. Lástima del sonido del bajo, demasiado alto toda la
noche.
Pese a funcionar desde hace ya muchos
años,la formación es la misma desde sus inicios, con Charlie
Starr a la voz y guitarra, Paul
Jackson a la otra guitarra, Richard
Turner al bajo y Brit
Turner a la batería, con el
añadido del teclista Brandon Still,
reclutado ya hace un tiempo. Y ahora mismo, la banda se encuentra en
su mejor momento creativo y de popularidad, que a buen seguro
aprovechará. De hecho, yo apostaría a que no tardarán otros seis
años en volver. Y espero no equivocarme.
La verdad es que jamás habría
imaginado encontrarme con algo así. He estado en conciertos en los
que el grupo que actúa arrasa literalmente la sala y te deja
con la sensación de haber visto un espectáculo aplastante. Ahora
mismo me viene a la cabeza aquella ya lejana noche en Mephisto
con Backyard Babies. Pero los suecos en
aquel momento tendrían entre 25 y 30 años,
aproximadamente. Y eso es lo curioso, porque con los Sonics
salí exactamente con la misma sensación... ¡¡pero ante unos tipos
septuagenarios!! Lo que nos ofrecieron durante algo más de una hora
en Bikini superó ampliamente mis expectativas. Energía
brutal, locura en una llenísima sala, pogos en las primeras filas y
unas canciones que nos dejaron sin aliento de la primera a la última.
Considerados padres del Garage Rock y precursores del Punk,
ofrecen un directo alejado de lo que se puede esperar de un grupo de
sus características. No es que sean dignos, ¡es que lo son más que
muchas bandas jóvenes!
El concierto empezó (y siguió) a todo
tren: He's waitin', Shot down, Sugaree, uno tras
otro, sin descanso. Con Cinderella aquello ya se convirtió en
una fiesta en la que la integridad física de los que
estábamos más cerca del escenario corría peligro. Have love,
will travel, otro clásico incontestable.Y más: Keep a
knockin', Louie Louie, temas que no son suyos aunque lo
parezcan. Y ya en el bis, final apoteósico con The witch.
Además, resulta curioso ver como los temas de su último trabajo,
This is The Sonics,
no desentonan en absoluto junto a los que tienen ya medio siglo de
vida.
Tres
miembros originales: el guitarrista Larry
Parypa, el teclista
Gerry
Roslie y el
saxofonista RobLind,
combinándose los dos últimos a la voz junto al bajista Freddie
Dennis. Tras ellos, el
espectacular batería Dusty
Watson, y como
invitado
especial en Cinderella,
el productor de su nuevo disco, Jim
Diamond, que se ocupó
del bajo. Todos ellos nos ofrecieron una noche mayúscula
para el recuerdo. Quizá no tengamos muchas más oportunidades de
verlos sobre un escenario, así que si vuelven
por aquí no podemos dejarlos escapar.
Tercera edición de este interesante
festival de Calella. Estuvimos en la primera, que nos dejó un
gran sabor de boca, pese a las dudas de continuidad creadas debido al
escaso público asistente. Dudas que se acrecentaron en la segunda
edición, ante un cartel que, pese a Y & T
y BernieMarsden,
no acabó de convencer. Ahora hemos vuelto a asistir con un magnífico
cartel y con una afluencia de público que hace pensar que, este
tercer año, puede haber sido el de la consolidación del
festival. Eso deseamos.
Viernes 10. La jornada se abría
con la actuación de los británicos Albany
Down, practicantes de un Hard Rock Blues clásico.
Pusieron ganas y hubo lucimiento especial para su guitarrista en unas
canciones más que correctas. Lástima de su imagen, bastante
anodina. Un grupo cumplidor para dar inicio al festival y calentar
motores.
Los siguientes en pisar el escenario
fueron House Of X. Veteranos de
la escena londinense y ex de grupos reconocidos, especialmente de los
maravillosos UFO. Al frente, un tipo
como DannyPeyronel,
un tipo que también ha colaborado con nuestro Salvador
Domínguez en aquel proyecto llamado Tarzen,
mediados los 80. Actualmente ha dejado los teclados para
dedicarse a cantar, con unas limitaciones evidentes que suple con una
gran simpatía. Sus temas propios sonaron bien, pero cuando tocaron
los de UFO, ay
amigo, eso son palabras mayores: Let
it roll, Shoot
shoot, MotherMary,
Lights out,
Rock bottom
o el final con Doctor doctor.
Todos temas imbatibles perfectamente llevados al directo por unos
músicos dignos,
que no se convierten en ningún momento en una banda tributo. Se
ganaron a la gente.
Para seguir, Dan
Baird & Homemade Sin. Ya hemos
hablado más de una vez de ellos. Rock'n'Roll
festivo interpretado con pasión y ganas de pasarlo bien. Mucho tema
nuevo de su reciente trabajo, Get
loud!, como el que le da título o
el divertido Don't be wastin' my
time. Y por supuesto, esos temas que
levantan a un muerto, como I love you
period o un atómico Railroad
steel, mezclado con el It's
only Rock'n'Roll, de quien todos
sabemos. Como siempre, Dan
bromeando y dejándose la piel, Warner
E. Hodges brillantísimo con la
guitarra, Mauro Magellan
machacando sin piedad los parches, y Micke
Nilsson cumpliendo perfectamente con la
papeleta de sustituir a Keith
Christopher al bajo, quien parece ser
que ya no volverá a la banda por sus problemas de salud. En
definitiva, hay que decirlo aunque fuera previsible, apabullantes.
El final de la
jornada correspondía a Junkyard,
una de las bandas más especiales (probablemente junto a Rock
City Angels) surgidas de la etapa Sleazy
de los 80 en
Los Angeles.
Les tocaba la difícil papeleta de cerrar la primera noche. Difícil
por el escaso público que ya quedaba en el recinto y por la
exhibición anterior de los de Dan
Baird. Pero nada de eso les amilanó, y
en mi opinión, ofrecieron la mejor actuación del fin de semana. Y
la más salvaje
también. Impagable ver la sensación de pánico entre los de
seguridad cuando David Roach
volvió locas a las primeras filas en el bis. O cuando dijo que no le
gustaba la zona vallada para fotógrafos, que quería estar cerca de
su gente. Gran actitud Punk
la del señor Roach.
La banda salió como un cohete escupiendo uno tras otro todos esos
grandes temas: Shot in the dark,
Blooze,
Misery loves company,
Simple man,
o la versión final en el bis que antes comentábamos, de Nice
boys (don't play Rock'n'Roll), de
mis queridos Rose Tattoo.
Antológico cierre
de la primera jornada, con una actuación que nos tumbó desde la
primera a la última nota.
Cansados pero
felices, tocaba descanso, que al día siguiente seguía el festival.
Sábado 11.
Llegamos a la Fàbrica Llobet
con la actuación ya empezada de La
Banda del Yuyu, que resultó ser toda
una sorpresa para los que no les conocíamos. Rock'n'Roll
clásico, sureño, cantado en catalán. Hecho extraño si tenemos en
cuenta que bajo aquella famosa etiqueta de Rock
català la mayor parte de grupos
eran medianías alejadas del Rock
que si hubieran cantado en otro idioma habrían sido olvidados mucho
tiempo atrás. Pero este grupo era otra cosa y sonaba realmente bien.
Buen inicio para la segunda jornada.
El siguiente
turno era para el guitarrista norteamericano Jared
James Nichols. Blues
Rock de alto voltaje en formato
power trio.
Muy jóvenes los tres, por cierto. Sudor y entrega desde el primer
tema y brillantez a la guitarra. Y si encima se lucen con versiones
como Rock'n'Roll hoochie koo,
de Rick Derringer,
o de Mississippi Queen
, de Mountain,
el triunfo queda asegurado, como se vio por la reacción de la gente.
Un músico a seguir, sin ninguna duda.
A continuación,
nada más y nada menos que el señor Glenn
Hughes, uno de los músicos de su
generación que más respeto
me merece y que mejor lleva su carrera a estas alturas. Parece ser
que era la actuación más esperada del festival, siendo la más
larga y viendo el llenazo
que consiguió, algo que no ocurrió en ninguna otra. En esta
ocasión, también venía en formato de trío, y además, con un
guitarrista muy destacable,
como es Doug Aldrich,
lugarteniente de David Coverdale
estos últimos años en Whitesnake.
El historial de Glenn Hughes tira
de espaldas, con multitud de proyectos: Trapeze,
Deep Purple,
Black Sabbath,
Hughes-Thrall,
Black Country Communion...,
y en sus directos, muchos de ellos tienen cabida, además de su
carrera en solitario. Así, sonaron temas como First
step of love, Black
country, Soul
mover, esa maravilla llamada
Mistreated,
y un Burn
final que lamentablemente se vio afectado por un sonido horrible,
único punto negro de su actuación junto al aburrido
solo de batería. Por lo demás, espléndido. Por cierto, nos emplazó
para una gira el año próximo.
Y llegamos al
final con los Quireboys,
grupo ideal para cerrar el festival. Y es que no se me ocurre mejor
manera que vibrando
con todos esos himnos rockeros que nos ofrecen Spike
y los suyos cada vez que se acercan por aquí. Misled,
Hey you,
Roses & rings,
There she goes again,
son temas que he oído cientos de veces y que probablemente siempre
han tocado cuando los he visto en directo. Pero ese buen rollo, esa
diversión, en definitiva esa fiesta, vale la pena. Y si las dos
últimas canciones que suenan en el Calella
Rockfest 2015 son la bellísima I
don't love you anymore y la
electrizante Sexparty significa
que la vuelta a casa se realiza con una satisfacción enorme. La vida
puede dar muchas vueltas, pero Quireboys
siempre estarán ahí para alegrárnosla.
El festival ya
terminó, pero esta vez estamos seguros de una cosa, y es que en 2016
volverá a haber una nueva edición, con nuevos nombres para darle
lustre. Perfecto.
Hacía mucho tiempo que no tenía tantas ganas de ir a un concierto. Entre los músicos de raíces americanas de los últimos años Ryan Bingham es sin duda uno de los más interesantes y tiene un buen número de ese tipo de canciones que se te clavan en la memoria y que te llegan muy adentro. Este tipo tiene eso que los flamencos llaman duende, tiene mucha clase, una voz muy personal y una excelente actitud en directo; estuvo muy simpático y sonriente durante todo el concierto, bromeando incluso con la limitación horaria que le impuso la sala Bikini, y que aunque él se tomó a broma al público no le pareció tan divertida.
Discográficamente ha retomado el pulso a su carrera y su último disco Fear and Saturday night es tan disfrutable como Mescalito, su excelente debut en 2007. En estos años ha pasado por todo un carrusel vital en el que ha tenido momentos de gloria y alegría como la concesión del Oscar a la mejor canción, premios Grammy, etc.. con una profunda depresión después de la muerte de sus padres. La verdad es que se le veía totalmente recuperado, la paternidad le ha sentado muy bien y se le ve feliz.
Venía con una nueva banda en sustitución de los Dead horses. De su anterior grupo sólo tuvimos la presencia de Elijah Ford, el hijo del gran Marc Ford como telonero e invitado en un tema. A la guitarra y el bajo estuvieron los ex componentes de Rose hill drive, Daniel y Jackob Sproul y con el violín un veterano Richard Rowdy Bowden que resultó un complemento excelente para la música de Ryan Bingham; en muchas fases del concierto se producían unos encuentros musicales espléndidos entre las guitarras y el violín; la verdad es que la banda sonó muy compacta.
El repertorio estuvo muy centrado en su último disco del que sonaron temas como Nobody knows mytrouble, Broken heart tattoos, Top shelf drug, la excelente Island in the sky, la fronteriza Adventuresof you and me o My diamond is too rough. Tuvo tiempo para repasar temas más antiguos como Dollar a day, Hallelujah, Tell my mother i miss her so o esa gran canción que es Southside of heaven.
Un gran concierto de un músico muy interesante al que no hay que perder la pista; esperemos que no tarde mucho en volver, ya lo estamos deseando.