Los míticos Saxon
de vuelta en Barcelona. Además, desempolvando su águila de
luces. Además, formando triple cartel junto a los barceloneses 77
y otra banda clásica de principios de los 80 como
Girlschool. A priori, podía ser una
gran noche.
Y bien, la gran noche no empezó
demasiado afortunada para un servidor, que se comió dos monumentales
colapsos de tráfico (sí, dos) que le impidieron ver la
actuación de 77 y sólo pudo presenciar
la recta final de las británicas. Recta final que finalizó con esa
potente Emergency y que dejó al público contento y a punto
para el grupo principal de la noche.
Saxon es
una banda que lo ha vivido todo durante su longeva carrera, y como
muestra sus pasos por Barcelona. Éxito tremendo en la época
dorada de la New wave of british Heavy Metal, siendo uno de
los grupos de cabecera junto a Maiden y
compañía. De esa época los recuerdo tocando en recintos grandes
como el Palaud'esports. Años más tarde llegarían
momentos más bajos a nivel de popularidad y el tocar en salas
pequeñas como Mephisto. Ahora se encuentran a medio camino,
tocando en todo un Razzmatazz, con muy buena entrada, por
cierto. Que siga así.
Para empezar, el tema que da título a
su último disco, Battering ram, aunque pronto llegaría el
primer clásico, Heavy Metal thunder. Biff
Byford espléndido de voz, luciendo una casaca que no se quitó
en toda la noche y con la que se tuvo que cocer vivo. Eso sí, un
tipo imponente y carismático sobre el escenario. Bonito
montaje escénico, con el humo y las luces, sobre todo a partir de
The eagle has landed y la caída del telón, que permitió ver
a la famosa águila de luces ya hasta el final. Y más clásicos:
Never surrender, Power and the glory, Strong arm of
the law, 747 (Strangersin the night) o Denim
and leather. Y versiones, como ese Ride like the wind de
Christopher Cross al que convirtieron en
un tema propio en su día, o ese homenaje a su amigo Lemmy
con Ace of spades. Y qué mejor final que un Princess of
the night que nos mandó a todos para casa con un gran sabor de
boca tras un concierto generoso en tiempo (prácticamente dos
horas) de unos veteranos que siguen rockeando
como el primer día. Y que sea así por muchos años.
Noche de rock low cost en Barcelona. 3 bandas poco conocidas con el patrón en común de tener influencias rockanrolleras fácilmente reconocibles en los 3 casos. También el tener que tocar todas ante el escaso público concentrado en la sala Bóveda en lo que puede considerarse un pinchazo en toda regla. ¿Falta de promoción? No lo sabemos, pero un minifestival en sábado por 16€ no se ve todos los días. Al final, una lástima tratándose de lo que a priori parecía una buena oportunidad de pasar un buen rato por poco dinero.
En el caso de los primeros en tocar, los barceloneses Cachemira, todo el repertorio giró, incluso en la estética, en torno a la psicodelia setentera, toques Hendrix y largos desarrollos guitarreros. Virtuosos con sus intrumentos -no tanto en lo vocal- ofrecieron un concierto denso, demasiado para mi gusto, sin grandes estribillos a los que agarrarse y con la guitarra omnipresente. Esperemos que consigan su público, aunque me temo que les va a costar más allá de sus colegas presentes en la sala.
Los segundos en aparecer fueron los alemanes Wedge, con el curioso y voluntarioso Kiryk a la cabeza, desplegando su rock acelerado mezcla de guitarrazos potentes y teclados y, esta vez sí, coreables estribillos. Presentaron el disco homónimo y, al menos a mí, me pareció la banda más original de las tres, la menos predecible, incluso en estética. '61 SG, Push Air o el resto del set me parecieron buenas canciones, bien defendidas por su correoso cantante. Con ganas de verlos si vuelven.
Y por último, los que se suponen eran los cabezas de cartel, o por lo menos los que tenían más kilómetros a cuestas. Unos Mos Generator con más de media docena de discos en su haber desde el año 2000, y presentando también nuevo material (Abyssinia, 2016). Hardrock, lindando con el heavy, más oscuros que los anteriores, y basándolo todo en el poderío de su intimidante frontman Tony Reed. Vozarrón y contundencia, pero, sinceramente, ninguna canción a recordar especialmente. Y pose y riffs más que vistos. Al final, las melodías son lo que importa. Sorprendente que hicieran...¡2 bises! a petición de algunos de los que allí estábamos.
Posiblemente la más coreable del repertorio
Y bien, esto también es rockandroll: tocar ante 4 gatos y hacerlo con dignidad. Por amor a la música incluso cuando el público, o su ausencia, no ayuda. Las tres bandas así lo hicieron. Posiblemente ninguna alcance el mainstream pero...¿y lo bien que parecieron pasárselo ellos en el escenario? Un buen ejemplo el sábado pasado en Bóveda.
Hace poco aparecía por este blog
la norteamericana Nikki Hill. También
en más de una ocasión ha sido protagonista la irlandesa Imelda
May. Y ahora, alguien de estas tierras es quien nos ocupa:
Jodie Cash Fingers y la presentación en
Barcelona de su flamante Rollin' swingin'. No pretendo
compararlas, pero sí me parece evidente que existen diversos puntos
en común, en su música o en sus influencias.
Como no podía ser de otra manera
siendo hija de músicos, Jodie lleva el
Rock'n'Roll en sus venas. Sus padres, Chele
y
Estrella, fueron miembros de Bombarderos,
banda a la que recuerdo teloneando a ZZ Top,
por ejemplo. Y Chele fue quien inició
la noche presentando el concierto, aunque más que como un concierto
podríamos calificarlo como una fiesta, ya que por el
escenario llegaron a pasar hasta doce músicos, entre ellos el
simpatiquísimo Olaf Pla, de Olaf
Y Los Bidones, o Ricky Araiza y
Richard Da Silva, de los Damned
Hellbillies, que se lucieron en un rotundo momento Bluegrass.
También los padres de la joven cantante tuvieron su cuota de
protagonismo.
Temas como el propio Rollin'
swingin', el irresistible Don't let me go, el tranquilo
I'm waitin' o Sunday mornin' dan forma a un espléndido
disco. Pero es en directo donde cobran vida y demuestran que estamos
ante una cantante de voz y talento indiscutibles, arropada por una
banda en la que destacan el guitarrista Spelt
Seed Tony o el veterano batería Moisés
Sorolla, miembro fundador de Los
Rebeldes. Actitud, ganas y entusiasmo no faltaron al tocar en
casa y frente a su gente, en lo que resultó ser un triunfo
rotundo. Y con espacio para todo, como ese La ranchera demi
madre, que por el título ya veis por donde van los tiros.¿Y el
bis? Espectacular, con su preciosa relectura de un tema ya
bello de por sí, como es el Against the wind de Bob
Seger (¡¡lo que daría por poder ver a este hombre en
directo!!), y un brutal Rocker de AC/DC
para dejarnos a todos tirados por el suelo. Fantástico.
Gran concierto y gran debut
discográfico de una cantante y un grupo a los que les deseamos lo
mejor. Y como soñar es gratis, podemos pensar que si una
cantante surgida de Irlanda como Imelda
May ha conseguido triunfar con una música tan
americana...¿Por qué no puede hacerlo Jodie?
El tiempo lo dirá.
Han pasado ya varios días desde el concierto de los Pixies en el Sant Jordi club, he tenido tiempo para escribir esta crónica, pero no quería que la euforia que conlleva la inmediatez me alejara de la objetividad necesaria para enjuiciar su directo. Después de darle muchas vueltas no puedo escribir otra cosa que la crónica de un directo que me reconcilia con ellos y con su inmenso legado, porque creo que están ofreciendo la mejor versión que pueden ofrecer de sus temas en vivo hoy en día y porque fue un concierto mucho más disfrutable que los ofrecidos en festivales desde su retorno. Puede que el recinto ayudara, que el público fuera muy fan, pero se consiguió una comunión entre los que estaban arriba y abajo del escenario que pocas veces consiguen bandas tan Punk rockeras después de tantos años.
La primera vez que vi a los Pixies fue el día de antes de mi examen de selectividad, el 15 de Septiembre de 1990, yo era muy fan de sus primeros discos, y puede que un alto grado de excitación previo a un examen tan importante influyera, pero ese es uno de los conciertos de mi vida. La euforia de la juventud unida a una banda en su mejor momento y la necesidad de liberar tensión me hicieron disfrutar como nunca, lo disfruté casi en primera fila a escasos metros de Kim Deal, hipnotizado por sus líneas de bajo y temiendo que la cabeza de Black Francis estallara en cualquier momento al verle berrear y ponerse rojo.
Han pasado 26 años desde ese concierto y evidentemente el grado de furia y tensión en escena es otro, la banda ha perdido por el camino a Kim Deal y Joey Santiago acaba de salir de una clínica para tratar sus problemas con las drogas, pero los temas clásicos son eternos, el nuevo disco, Head carrier, está bastante bien, mucho mejor que el decepcionante Indie Cindy, y elaboran un directo en el que se equilibran muy bien los temas más cañeros, con medios tiempos y con guiños a los fans más fieles. Poco más de hora y media de un concierto en el que se les vió disfrutar y hubo tiempo para que todos lucieran, también Paz Lechantin, comedida pero muy correcta y con una voz muy adecuada para interpretar golosinas como Into the White o All I think about now del nuevo disco. David Lovering cantó con esa voz de crooner que tiene, una simpática La la love you y la descarga en temas como Isla de Encanta, Caribou o tame provocó pogos como los de épocas pasadas.
Puede que la excitación y la histeria de sus primeros años hayan quedado atrás, pero por primera vez en muchos años me atrevería a decir que se les avecinan unos buenos años por delante.
Un set list muy equilibrado, un muy buen sonido y una simpatía nada habitual me hizo darme cuenta de lo afortunado que soy de poder seguir disfrutando en pleno 2016 de una banda grande de verdad.
Un par de años atrás ya os hablamos
del concierto de Nikki Hill en Apolo
2. Hoy repetimos, con el mismo lugar y sensaciones parecidas a
aquella anterior vez. Una noche sensacional, con una cantante
espectacular en todo: voz, actitud y entrega. Además, con una banda
renovada que sonó de maravilla. En esta ocasión era la gira de
presentación de su segundo trabajo discográfico, Heavyhearts, hard fists, que sonó casi en su totalidad, junto a
algunos temas de su primerizo Here's NikkiHill
y el añadido de algunas versiones, como ahora comentaremos.
Y es que el concierto fue una
maravilla, con una banda lanzándose en tromba ya desde su inicio,
con (Let me tell you bout) LUV, Ask yourself y un
Struttin stoniano y espectacular, con unas guitarras
endiabladas que se nos clavaron en el cerebro, a cargo de MattHill (marido de Nikki) y el reciente fichaje, el zurdo Robert Nesbit. Luego una bajada de
revoluciones con un precioso recuerdo a mi adorado Johnny
Thunders y su You can't put your arms around a memory,
en una versión realmente sentida. Pero la calma no duró
demasiado, con I've got a man, And I wonder o Right
on the brink, además de un Sweet little rock and roller
que volvió loca a la audiencia, ya bastante entregada desde el
principio. Y de fin de fiesta, pues otro clasicazo, Keep a
knockin', para dejarnos derrengados ante tamaña exhibición.
Nikki es un auténtico torbellino
en escena, sin parar de moverse en ningún momento, y siempre con una
sonrisa en su rostro, pasándolo bien. Además, se acompaña de un grupo que no le va a la zaga y que suena compacto como una roca.
Un gran concierto de Rock'n'Roll,
algo más generoso de minutaje que el de hace dos años, y que, sin
duda, se contará entre las mejores noches rockeras de este año que
se acaba en Barcelona.
En una noche especial, la ya
consolidada por estos lares noche de Halloween, aterrizaban en
Barcelona los australianos King Of The
North, dispuestos a descargar sus riffs claramente
Stoner aunque con otras influencias evidentes, como podrían
ser Led Zeppelin, por ejemplo. Buenas
referencias y un precio más que asequible (10 euros, todo un
lujo hoy en día) nos hacían decidir por acudir a Rocksound,
pese a que en Apolo actuaba Meschiya
Lake. Una pena, pero otra vez será, Meschiya.
King Of The North
forman parte de esos grupos tan en boga últimamente que
prescinden de bajista, siendo sus componentes Andrew
Higgs a la voz y guitarra, y el espectacular Steve
Tyssen, reciente fichaje a la batería. Eso sí, la ausencia
de bajo se ve compensada con la multitud de efectos producidos
desde la pedalera de Andrew.
Con un bonito telón de fondo y tras
una cachonda introducción, que mezclaba el Back
in black de AC/DC con el
Stayin' alive de Bee Gees (ya
veis que todo queda en Australia), daba inicio la descarga.
Los fans de Kyuss felices, aunque ya
hemos dicho que no todo se reduce al sonido Stoner. Sonaron
potentes, intensos e hipnóticos. Un zarpazo tras otro: Rise,Surrender, Get out of your world, The mountain,
Down to theDevil o ese fantástico Manic depression
de Jimi Hendrix (al que Andrew
lucía con orgullo en su camiseta). Como colofón, un Just wanna
Rock'n'Roll con un sonido que recordaba más a AC/DC
que al de las bandas del desierto americanas.
No habrán inventado nada nuevo,
pero a todos nos pareció un buen concierto. No había más que ver,
una vez finalizada la actuación, el trabajo que tenían en el puesto
de merchandising, y eso que la sala estaba a menos de la mitad
de su aforo.
Sin lugar a dudas, una buena manera de pasar la noche de Halloween.
Y llegamos ya a la cuarta edición del
Calella Rockfest. Como en las anteriores, bandas nacionales,
extranjeras poco conocidas y figuras de prestigio. Un 10 para
los responsables del festival.
Viernes 7. Este año empezó con The
Electric Alley, un grupo de gaditanos que después de darse la
paliza de 1200 Kms., nos ganaron a todos con su Hard Rock
setentero de potentes guitarras. Grupo a seguir, sin ninguna duda.
Los siguientes en aparecer sobre las
tablas fueron los norteamericanos Stonerider.
Se hablan maravillas de su último trabajo, Hologram, pero a
mí personalmente me aburrieron un poco con sus largas canciones,
claramente deudoras de nombres como Pink Floyd
o Genesis (de la época anterior a que
Phil Collins los convirtiera en una
mediocridad comercial, claro). Voz peculiar la de MatthewTanner y poco más. Ahora toca esperar a
ver como continúa su carrera.
Era el turno de Joe
Lynn Turner y su banda de acompañamiento, los suecosDynazty. Concierto parecido (si no
idéntico) al que ofreció un año y medio atrás en Razzmatazz 2,
con una batería de clásicos de Rainbow,
Yngwie Malmsteen y Deep
Purple, algunos de los grupos que contaron con su garganta en
el pasado. Como dijimos la otra vez, un repertorio de cero riesgo,
incluso extraño en alguna de sus elecciones, pero claramente
disfrutable. Canciones como Deathalley driver,
I surrender, Spotlight kid o Highway star
siempre es un placer vivirlas en directo. También hubo homenaje para
el gran Ronnie James Dio con Man on
the silver mountain y Longlive Rock'n'Roll; y para
terminar, Burn y Smoke on the water, con la ayuda del
cantante de Dynazty, Nils
Molin, que con su juventud sufrió menos que Turner
en la primera, pese a que éste se encuentra muy bien de voz, hay que
reconocerlo. El público acabó satisfecho, siendo el momento de los
muchos seguidores de la saga Purple
habidos en la Fàbrica Llobet.
El primer día del festival se cerraba
con unos clásicos de nuestros escenarios. Con Backyard
Babies yo siempre recuerdo aquel lejano concierto del 98
en la sala Mephisto, en el que directamente me hicieron caer
de culo con una descarga adrenalínica para la historia. Los que
estuvisteis allí supongo que estaréis de acuerdo conmigo. Era la
presentación del que muchos consideramos su mejor trabajo, Total
13, y en aquel momento estaban para comerse el mundo. Después de
aquello, habría una bajada de revoluciones, tanto en disco como en
concierto, pero buen nivel siempre lo han mantenido. Dregen
sigue siendo Dregen, aunque últimamente
vaya siempre con la cabeza tapada (¿para disimular su alopecia,
quizá?), y su batería Peder Carlsson
sigue siendo espectacular. Y claro, temas como Made me madman,
Brand new hate, Highlights o Look at you
reviven a un muerto. Fin de fiesta Punk
para la primera jornada.
Sábado 8. El
encargado de arrancar el segundo día era el británico Ben
Poole con su Blues
Rock para todos los
públicos, algo falto de fuerza en mi opinión, y además con una voz
que no acompaña demasiado. Pero cuando se arranca con la guitarra
todo cambia por completo. Su versión de Have you ever
loved awoman
de Freddie
King se convirtió por
derecho propio en uno de los momentazos
del festival. Un chico simpático, además.
El
siguiente turno era para Imperial
Jade, una jovencísima
banda local que también apuesta por el Rock
setentero. En su actuación pudimos apreciar influencias de grupos
como los Doors
o, sobre todo, Led
Zeppelin, de los que
incluyeron un medley. Les deseamos la mejor de las suertes.
A
continuación, un verdadero cruce
de cables para quien esto escribe. Desde niño, Ten
Years After ha sido
una de las bandas de mi vida, y su desaparecido líder Alvin
Lee uno de mis mayores
héroes
personales. Los pude ver en su día con la formación clásica en
aquellos dos conciertos en Zeleste,
y el recuerdo para mí es imborrable. De aquella formación sólo se
mantienen en ella el batería RicLee
y el teclista Chick
Churchill, ya que el
bajista Leo
Lyons abandonó la
nave un tiempo atrás. Y bien, nunca he concebido unos Ten
Years After sin Alvin,
pero sí es cierto que él no puso objeciones a que siguieran con
otro cantante y guitarrista, según tengo entendido. Antes ocupó su
puesto JoeGooch,
y ahora el encargado de calzarse sus zapatos es nada menos que Marcus
Bonfanti, un músico
de lo más interesante al que pudimos ver en Barcelona
hace un tiempo. Para el bajo, un ilustre, el zurdo Colin
Hodgkinson, al que los
veteranos recordamos de su paso por Whitesnake
(época Slide it in,
ahí es nada).
Era
momento de dejar los prejuicios a un lado, y la verdad es que desde
el inicio el señor Bonfanti
se encargó de borrármelos
de un plumazo. Su entrega, su poderosa voz y su saber hacer con la
guitarra le convirtieron en uno de los músicos destacados
del festival. También el momento solo
de Hodgkinson
fue
impagable. Y claro, el
repertorio para llevarnos al cielo: Hear me calling,
50000 miles beneath my brain,
Love like a man, Good
morning little school girl, ese
mítico I'm going home
o el Choo choo mama
final. Una gran actuación, en la que únicamente eché de menos
alguna palabra de recuerdo para Alvin.
Creo que después de habernos regalado todas estas maravillosas
canciones era de justicia mencionarlo, como por ejemplo hacen siempre
Thin
Lizzy con PhilLynott.
En fin...
Michael
Monroe era el
encargado de cerrar el festival, y como todos sabíamos de antemano,
fue también la actuación más destacada.
En mi opinión ya se le puede considerar uno de los grandes frontmen
de la historia, capaz de mirar de tú a tú a monstruos sagrados como
Mick
Jagger o IggyPop.
¿Exagero? Quien no esté de acuerdo posiblemente sea porque no ha
visto nunca sobre un escenario al finlandés. El despliegue físico,
la entrega y las ganas son innegociables
para este hombre, que además desde hace unos años ha juntado una
banda que es una auténtica apisonadora en directo. A eso se le debe
añadir su estado de gracia compositivo, traducido en una mágica
trilogía grabada en el último lustro. Porque Trick of the
wrist, Ballad of the
lower East side o Under
thenorthern lights
se encuentran a la altura de Malibu beach nightmare,
Motorvatin' o
Hammersmith palais,
clásicos de Hanoi
Rocks o Demolition
23. Y qué decir de
ese Up around thebend, casi más suyo
que de la Creedence.
O de Dead, jail or Rock'n'Roll
llevando la locura al público. O de ese caótico final, con el
recuerdo a Johnny
Thunders y los Stooges
que fueron I wanna be loved
y I feel alright. Sin
palabras. Un final extraordinario
para el festival.
No nos
cansaremos de decirlo: mucho mérito
el de la gente que organiza este evento. Como única queja, hablaría
del juego de luces, que en muchas ocasiones molestan al público. Una
pequeña objeción entre todas las cosas bien hechas, destacando una
puntualidad británica, un buen sonido... y unos excelentes
bocadillos.
Tras el paréntesis estival volvemos a
la música en vivo, y para iniciar la temporada nada mejor que una
sesión de Rock clásico americano, curiosamente de la mano de
unos australianos: AdamEckersley
Band.
Tienen dos discos publicados en los dos
últimos años, que llevan por título The first album y Thesecond album (hagan sus apuestas para el nombre del tercero),
en los que muestran lo que decíamos, su pericia en ese Rock
clásico, sureño, o como le queráis llamar. No inventan nada nuevo,
pero lo que hacen saben hacerlo bien, recordándonos a todos esos
nombres míticos que siempre tenemos en mente. Canciones como Talk
about love, Wheels, en la que a los asistentes nos tocó
hacer los coros, Tookthat woman o ese cañonazo
llamado Sex & money son una buena muestra de lo que digo.
Y a la hora de buscar en el cajón de los temas ajenos no se puede
decir que tengan mal gusto, con el maravilloso Can't you see
de Marshall Tucker Band (¡qué grandes
y qué olvidados!); con ese All along the watchtower en su
versión hendrixiana; o con ese Midnight rider de los
Allman Brothers Band, imprescindibles en
estos casos.
Forman la banda Adam Eckersley
como cantante y guitarra (sí, lo habéis
adivinado, el líder del grupo), Dan
Biederman a los teclados, Scott
Greenaway al bajo y Benny Elliott
a la batería, todos ellos barbudos y melenudos. Ignoro si el quinto
miembro, Duncan Toombs, ha abandonado el
grupo, pero por lo menos parece que en esta gira no está con ellos.
En definitiva, una buena noche de
Rock'n'Roll, que demuestra que para hacer buena música no es
imprescindible provenir de Alabama o de Georgia. Y creo
que todos los que formaban la aceptable entrada de Rocksound
pensarán lo mismo.
Para acabar, me gustaría recordar la figura de Javier Ezquerro, promotor de conciertos que falleció hace unas semanas. No puedo decir que fuéramos amigos, simplemente nos saludábamos y alguna vez habíamos intercambiado cuatro palabras, pero sí es cierto que me supo muy mal la noticia. Se hace raro estar en Rocksound y no encontrárselo.
Todavía estoy en una
nube, me ha costado mucho salir de esa especie de ensoñación en la que he
estado sumergido este primer fin de semana de Julio, la vuelta a la realidad ha
sido dura, como lo es a veces despertar después de un buen sueño.
Hace apenas unos meses
recuerdo esbozar una sonrisa al leer que una especie de colega algo friky, al
que nunca había conocido en persona, pero al que seguía por estos mundos
paralelos de internet, estaba montando un concierto de homenaje a The Band en
un pueblo de Burgos llamado Frías.
Recuerdo que pensé que menos mal que todavía
hay gente que se esfuerza en poner en marcha iniciativas tan románticas y fuera
de cualquier circuito comercial como montar un festival en un entorno rural y
alejado de las grandes ciudades. En un primer momento no se me ocurrió que
pudiera organizarme y liar a alguien para que me acompañara en esta aventura,
pero poco a poco las cosas se fueron alineando y cuando vi que Joserra Rodrigo
involucraba a Danny and the champions of the world y sobre todo a Bantastic
fand, supe que debía asistir.
Adoro a The Band, sus
discos, su historia y su influencia en la música posterior. Pensar en poder
escuchar sus canciones en directo y a un montón de músicos ofreciéndonos sus
propias creaciones imbuidas del espíritu de la Big Pink de Woodstock era algo
irresistible.
El entorno en el que se
iba a celebrar el concierto parecía de cuento, un pueblo medieval, su precioso
castillo, sus calles empedradas, sus casas colgantes. Además el precio del
abono era un regalo, así que una vez solucionado el tema del alojamiento en
algún pueblo cercano y la logística organizativa, fue pasando el tiempo
mientras crecía mi alegría al ver involucrada en esta historia a gente a la que
aprecio musicalmente y de los que me siento cercano en lo que a música se
refiere, como es el caso de Nacho Para con sus Bantastic fand y el madrileño
Daniel Insa; amigos virtuales a los que quería conocer en persona.
Al final todo ha superado
mis expectativas, he podido asistir con parte de mi familia, hemos podido
conocer la comarca con pueblos tan bonitos como Oña, Orbaneja del Castillo o
Poza de la Sal e incluso ellos que no están tan imbuidos de la fiebre musical
que me domina desde que tengo uso de razón, han disfrutado mucho la
experiencia.
La llegada a Frías el
Viernes no pudo ser mejor, el impacto de su belleza, el nerviosismo previo a la
recogida de los abonos, la recogida de un par de cajas del delicioso vino
conmemorativo, y sobre todo encontrar al artífice de todo esto con una sonrisa
en la cara y con la sensación de reencontrar a un amigo al que hace tiempo que
no ves.
El primer concierto
programado era el de los cántabros Copernicus dreams, que afrontaron con
valentía el hecho de abrir el fuego, todavía bajo la luz del Sol y con poco
público, nos regalaron un montón de buenos temas de su disco Sunrise como Shock
the monkey to live, la festiva You say, Just call o Leave for live, además
ofrecieron las primeras versiones de The Band, clásicos como Theweight, It
makes no difference o el I shall be released de Dylan. Derrocharon simpatía y
calentaron al personal para lo que quedaba de noche.
Los donostiarras Frank
fueron mi gran descubrimiento del festival, sólo había escuchado un par de
temas y la verdad es que estuvieron pletóricos. La voz de Sara Comerón es
espectacular, como una mezcla entre la ingravidez de Joana Serrat y la fuerza
de Maria McKee; Andoni Etxebeste y ChristianRodríguez forman una gran base
rítmica por la que la guitarra solista de Íñigo Bailador serpentea arrastrando
solos de la escuela Crazy horse. Los temas de The Mud and the thirst tienen una
gran traslación al directo, ahora que ya he podido escuchar el disco puedo dar
fe de ello, y Memory of thetree y Fire de su primer mini lp sonaron a gloria. También versionaron a The Band con
This wheel’s on fire, a Fleetwood Mac con Landslide y a Neil Young con Like a
hurricane. Deseando verles en una
sala.
El grupo estrella de la
primera jornada eran Danny & The champions of the world, y comenzaron un
poco torcidos por algún fallo de sonido, pero se recuperaron rápidamente y con
su simpatía y entrega se ganaron al personal, que acabó rendido a sus festivas
canciones llenas de Soul, de Rock y de alegría, son el grupo perfecto para
levantarte el ánimo.Every
beat of my heart, Cold cold world, Staytrue, It’ll be alright in the end, Clear
water, This is not a love song, thinking about my friend, en fin, un gran
repertorio con algún guiño a Joserra como el Street people de Bobby Charles; el
patio del castillo estuvo on fire y bailó y saltó con la descarga de los
Champs.
Después de la exhibición
de Danny y los suyos no era fácil salir al escenario, pero Still river salieron
dispuestos a todo, comandados por el vocalista Dan Cabanela fueron de menos a
más y continuaron con la fiesta hasta pasadas las dos de la madrugada. Sonaron
temas de su último trabajo Wood & wire y su guitarrista Juan Gumuzio
derrochó talento y me dejó con la boca abierta. Muy bien.
El Sábado les tocaba
abrir el concierto a unos jóvenes bilbaínos, The Walnut Co.; les había visto
tocando en internet y sabía de su respeto y admiración hacia The Band, pero
cuando les vi atacar sus canciones y versionar a los maestros se me encogió el
corazón. No se puede tocar de forma más sincera. Ver a su cantante a la batería
con el cuello girado cantando y sufriendo con la interpretación de Stage fright
fue uno de mis momentos favoritos del festival. Sonaron sinceros y reales, sus
fallos sonaron como aciertos y se ganaron al público desde el principio. A ver
si publican disco, me tendrán el primero haciendo cola.
Lamentablemente casi no
pude ver a La Gran esperanza blanca, pero por lo que pude escuchar estuvieron
muy bien. Había que organizarse para cenar algo y no se puede llegar a todo,
prometo intentar enmendar mi error en el futuro, una banda de Rock en
castellano con 30 años de trayectoria lo merece.
Sabía que la banda de
Getxo The Fakeband iban a destacar entre el cartel, pero la verdad es que no
estaba preparado para su maestría y desparpajo. Comenzaron con algunos temas
propios que sonaron a gloria, Rock, Country Rock, Power Pop y tablas para una
banda que lo tiene todo, fuerza y grandes melodías, varios registros vocales y
grandes músicos. Don’t save my life y Way up north sonaron a gloria y la parte que
dedicaron a recrear temas de El último vals fue una maravilla. Don’t do it, un
soberbio Who do you love con Dan Cabanela de Still river haciendo de Ronnie
Hawkins, Helpless de Neil Young con Miguel Guzmán a las voces, The Weight y
Such a night con la colaboración de Joserra Rodrigo, una preciosa The night
they drove Old Dixie Down con Bosco de los Walnut a las voces, Sara Comerón de
Frank y Juan Gumuzio de Still river
brillaron en la bonita versión de Evangeline y unas portentosas Ophelia y
Caravan al estilo Van Morrison con sus patadas al aire y todo. En fin, toda una
fiesta con el público entregado y mis sentimientos a flor de piel.
Parecía que después del
espectáculo con The Fakeband los siguientes lo tenían crudo, pero es que los
siguientes eran Bantastic fand. Aparte del sueño de Joserra, ellos eran mi
razón para viajar desde Barcelona a Frías. Sus dos discos son muy buenos,
especialmente Welcome to desert town, y en un mundo justo sus canciones
sonarían sin cesar en las emisoras de radio y en los mejores recintos de
conciertos del país; pero mientras eso sucede lo único que podemos hacer es
propagar sus buenas nuevas en forma de canciones para ganar adeptos a la causa.
Nacho Para de cerca parece un poco tímido, pero tras una máscara de cierta
preocupación se esconde un tipo afectuoso que aprecia de verdad a los
interesados en sus canciones y su banda, pude charlar brevemente con él, pero me pareció que
éste tipo es uno de los míos, y sólo espero que no pase mucho tiempo para que
pueda volver a ver a su banda en directo. Contaron con la sobria presencia de
Carlos Ashworth en los dos primeros temas I’m ready y Can’t you see? Y su sitar
puso la nota exótica a la primera parte del concierto. Nacho parecía preocupado
al principio por el sonido, que aunque no fue perfecto al inicio fue mejorando
poco a poco hasta acabar sonando bastante bien. No todo el mundo les conocía
entre el público, pero para cuando acabaron se los habían ganado a todos, y es
que con temazos como Mymorning, Far from home, Givin’ up the battle, when she
came to the city, Muses, Find the door o Calling eso es fácil. Emocionante ver
a Joserra atacar con la harmónica en Calling, y soberbias versiones dylanianas
como Love sick o Hazel. Hubo tiempo para que Paco del Cerro y FernandoRubio
cantaran algún tema, y la sensación que me dejaron fue la de haber visto a una
banda grande de verdad.
El cierre del festival lo
puso un grupo local, Zimmerband, que revisa el repertorio de Dylan, adaptándolo
al castellano; muy libremente, por cierto; y de una forma divertida y también
reivindicativa, a ésas altas horas ya quedaba poco público, pero eso no les
hizo cortarse y se entregaron a fondo. Buena guinda para el pastel.
Sabía que Joserra Rodrigo
iba a hacer algo especial de su celebración del último vals de The Band, pero
todo superó mis expectativas. Fue mágico y lo recordaré siempre con una sonrisa,
sólo siento haberme perdido los pequeños escenarios por el pueblo, esos micros
abiertos donde gente tan válida como Jon Urrutia, Carlos Ashworth y Daniel Insa
dieron color al día de Frías, pero al no estar alojado en el pueblo no pudo
ser. Que sepas Joserra que me tendrás pendiente de tus pasos, sean con Crazy
Chester, con tus colaboraciones en los medios y con tu próximo libro.
Volvimos a Vitoria para disfrutar de nuestro festival favorito. Llevamos
doce años acudiendo a nuestra cita con el Rock, el Soul, el Blues, el Garaje y
el Metal en un entorno inmejorable. La única sombra en nuestras previsiones era
la meteorología, que este año ha resultado bastante molesta.
El Viernes llegamos con tiempo suficiente a la plaza de la Virgen Blanca
para beber unas cervezas y comer algún pincho, pero la lluvia apareció en el
inicio del concierto de Julián Maeso y sólo pudimos disfrutar de tres temas.
Una pena, porque tiene una excelente banda soulera. Julián Maeso pudo
resarcirse por la tarde ya en el recinto del festival, pero nosotros por
desgracia no pudimos disfrutar de su concierto, otra vez será.
Cubiertos por abrigos y chubasqueros aparecimos por Mendizabala con la
descarga Blues Rock de Jared James Nichols, pero nos decantamos por la
propuesta de The London souls; el dúo de guitarra y batería, mezclado con sus
voces, nos dejó con ganas de disfrutarlos en mejores condiciones. Buenos temas,
buena actitud y tablas para enfrentarse a las inclemencias meteorológicas y el
poco público frente al escenario, ya que la gente siguió el concierto protegida
de la lluvia por las carpas.
Daniel Romano sonó muy bien, más rockero que en su última visita a
Barcelona, pero estuvo algo distante con el público; tiene buenos temas, pero
está claro que salen reforzados en las distancias cortas.
A priori Vintage trouble tenían un papel difícil, la hora temprana, un
público frío y la lluvia enfriando el ambiente, pero los de Ty Taylor salieron
dispuestos a despertar al personal, y vaya si lo consiguieron. Puede que
abusaran un poco de la interactuación con el público, pero sus escasos 50
minutos y la frialdad del ambiente les hizo salir enchufadísimos. Tocaron temas
de sus dos discos y la gente despertó del todo con ellos, y es que la verdad es
que entrega no les falta. Impagable ver surfear a Ty Taylor sobre el público y
bajo la lluvia. En ese momento eran lo que el festival necesitaba.
Teníamos muchas ganas de ver de nuevo a Lucinda Williams, es una de
nuestras artistas de cabecera y con su calidez dejamos atrás la lluvia y volvimos
a disfrutar con su enorme cancionero. Y eso que el concierto comenzó titubeante
por parte de la banda y sobre todo por culpa de un sonido malo e insuficiente
que lastró la mitad del show. Abrió con Protection y poco a poco fue ganando en
intensidad con temas como Unsuffer me o Dust; para mí el punto de inflexión
estuvo en una impresionante Foolishness, que ya mereció por sí sola nuestro
viaje a Vitoria; a partir de aquí el concierto ya no bajó el pistón, para
acabar con una gran versión del Rockin’ in the free world de Neil Young.
Con el buen sabor de boca que nos dejó Lucinda nos dirigimos al escenario
David Bowie para disfrutar con Blackberry smoke; los de Charlie Starr
estuvieron muy bien y se ganaron a la gente con sus grandes temas; pero yo los pude
disfrutar poco, mi chubasquero no resultó tan eficiente como parecía y a estas
alturas estaba completamente empapado, así que tuve que salir a buscar el coche
para cambiarme y con todo el dolor de mi corazón rockero me perdí buena parte
del concierto. Otra vez será.
The Hellacopters eran los cabezas de cartel después de que Primal Scream se
cayeran del festival, cosa que yo particularmente agradecí; y no defraudaron a
nadie. Conmemoraban el veinte aniversario de Supershitty to the Max! y
ofrecieron un conciertazo con el repertorio y la formación de esa época. Nicke
y Dregen derrocharon ganas y buen rollo y descargaron un trallazo tras otro. El
sonido una vez más estuvo flojo, pero el público disfrutó de lo lindo con temas
como Spock in my rocket, (gotta getsome actio)now!, 1995 o Fire, fire,fire.
Tenía muchas ganas de ver a Danzig, sus cuatro primeros discos me gustan
mucho y había mucha expectación en el ambiente, pero la desilusión fue
tremenda. Glenn Danzig saltó al escenario como un toro bravo, agresivo y más
heavy que el infierno, pero falto de voz y de forma física se ahogaba después
de cada tema. La banda sonó plana y ni siquiera la guitarra de Tommy Victor
estuvo a su nivel. El público visiblemente contrariado fue abandonando su
concierto para refugiarse en el sonido luminoso New Orleans style de Luke
Winslow-King. Una pena, aunque escuchar Am I demon, Twistof Cain y Mother en
directo tuvo su punto.
Para acabar la noche la proyección de la película Gutterdämmerung sirvió
como un bonito homenaje para Lemmy, aunque después de un día tan intenso nos
dejó un poco planchados. A otra hora hubiera sido más disfrutable, aunque ver
actuando a todo un Henry Rollins tuvo su gracia. La banda que tocaba detrás de
la pantalla de proyección sonó realmente bien.
El Sábado sí que pudimos disfrutar en la plaza de la Virgen Blanca con el
buen rollo de Luke Winslow-King. Rock & Blues con una banda engrasada en la
que destacó el guitarrista italiano Roberto Luti.
Los sonidos metaleros de Raveneye nos dieron la bienvenida al recinto y los
combinamos con el sonido contundente y progresivo de The Vintage caravan; pero
el primer plato fuerte del día llegó con los imprescindibles Radio Birdman, que
estuvieron aún mejor que en su concierto de 2004 en este mismo festival. Es
increíble ver a músicos tan veteranos ofrecer una descarga de Garage punk tan
espectacular. El sonido fue muy bueno y unos rejuvenecidos Rob Younger y Deniz
Tek nos llevaron en volandas hasta el bis con Tv eye de los Stooges.
Conciertazo.
Imelda May nos sorprendió con su cambio de look, dejando atrás ese aura de
fantasía Pin-up y mostrándose más cómoda y relajada que la última vez que la
vimos. Derrochó simpatía y sensualidad en un gran concierto en el que volvió a
fallar el sonido del escenario Lemmy, sólo mejoró hacia la mitad del show.
Siempre es un placer ver en directo a la irlandesa, nunca defrauda.
El retorno de 091 es un extraño fenómeno que me tiene muy sorprendido, es
una banda imprescindible en el Rock español que pasó muy desapercibida mientras
se mantuvo activa y que tiene en José Ignacio Lapido a uno de los mejores
compositores del país. De repente tras anunciar su vuelta a los escenarios aparecen programados
en casi todos los festivales nacionales y como en el caso del Azkena en un muy
buen horario justo antes de The Who. La gran respuesta del público me hace
reconciliarme con el buen gusto y con mis congéneres. Estuvieron pletóricos y
fueron tocando un clásico tras otro con un sonido impecable, Tormentas
imaginarias, Debajo de las piedras, La noche que la Luna salió tarde, Otros
como yo, Sigue estando Dios de nuestro lado, Qué fue del sigloXX o La vida qué
mala es. Un ajuste de cuentas histórico con el gran público.
A las once de la noche y ya colocados en el escenario Lemmy, esperábamos
ansiosos el concierto de The Who. Es la gira de sus cincuenta años encima de
los escenarios y como en la de los cuarenta que pudimos disfrutar en Zaragoza
no salimos defraudados. Por fin un gran sonido, unas proyecciones de fotos de
sus inicios, unos efectivos músicos de acompañamiento, un repertorio
espectacular y sobre todo unos Daltrey y Townsend en estado de gracia, nos
dejaron apabullados ante tal exhibición de talento. El repertorio
de ensueño con I can’t explain, Substitute, Who are you, The kids are alright,
I can see for miles, My generation, Behind blue eyes, Join together, You better
you bet, 5:15, Love,reign o’er me, Amazing journey, Sparks, Pinball wizard, See
me, feel me, Baba O’riley y Won’t get fooled again. Se mostraron muy
simpáticos y cercanos con el público, sobre todo Pete Townsend, y nos
dejaron la sensación de que cuando se
jubilen ellos y los Stones no hay un relevo preparado para ocupar su lugar en
los grandes recintos. Imprescindibles.
Después del conciertazo de The Who no era fácil estar muy receptivo a lo
que venía a continuación, por un lado en el escenario Scott Weiland, Marky
Ramone se apropiaba de los clásicos de los Ramones en esta especie de banda
tributo que se ha montado. Prescindibles. Por otro lado en el escenario Bowie
los suecos Refused triunfaron por todo lo alto con su Hardcore punk, DennisLyxzén se mostró como un gran frontman y lideró a los suyos por un gran
cancionero que nos dejó con ganas de más.
Supersuckers cerraban esta edición del festival, y aunque siempre es un
placer ver tocar a Eddie Spaguetti y los suyos, la verdad es que hubiera
preferido otro tipo de repertorio. Se centraron en su etapa Country, y creo que
mezclar esos temas con parte de su repertorio Punk Rock hubiera conectado más
con la gente. No estuvieron mal, pero se quedaron un poco a medias.
En definitiva hemos pasado un gran fin de semana en Vitoria y esperamos
poder repetir, este tipo de celebraciones rockeras nos cargan las pilas de
verdad.
Ya ha pasado un año, así que nuestro festival favorito está de vuelta. Un Azkena que en esta ocasión presenta uno de los mejores carteles de su historia, con nombres como The Who, Danzig, Lucinda Williams o BlackberrySmoke, entre otros. Todo un lujo.
Obviamente, de todo lo acontecido en el festival tendréis puntual información en los próximos días.
¡¡Vitoria, vamos para allá!!
Enorme el amigo Farris.
Con su antigua banda, The Screamin' Cheetah
Wheelies, nos hizo felices con unos cuantos discos de
extraordinario nivel y un memorable concierto en el festival de
Azkena 2004. Para los que estuvimos allí, recordamos
especialmente aquel mágico momento en el que falló la corriente y
Mike levantó al público cantando él
solo a capella. Una garganta privilegiada para un fantástico
grupo de Rock americano, sureño o como queráis llamarlo.
Después de su disolución, una carrera en solitario más enfocada
hacia el Gospel o el Soul, como pudimos comprobar en
Bikini, donde actuó junto a sus Roseland
Rhythm Revue por primera vez en nuestra ciudad, tras un par de
visitas suyas en solitario, armado únicamente con su guitarra
acústica.
Sin sección de viento, cuatro músicos
y dos coristas acompañaban a Mike en un
concierto dividido en dos partes de una hora la primera y hora y
media la segunda. No está mal, ¿verdad? Con la cantidad de
actuaciones rácanas
de tiempo que nos toca vivir, siempre es reconfortante encontrarse
con noches así. Lógicamente, hubo temas de su más reciente etapa,
como The Lord will make a way somehow, Power of love o
This little light, pertenecientes a su último trabajo, el
exitoso Shine for all thepeople. También algún tema anterior, caso de Selah! Selah! Pero creo que lo que
más abundó fueron las versiones, con recuerdos a la Creedence,
BobDylan,
Bob Marley, Sly &
The Family Stone, Stevie Wonder o
Stevie Ray Vaughan, en lo que fue un
completo catálogo de clásicos: Knockin' on heaven's door
mezclado con Three little birds, Living forthe
city, Stand by me, Hold on I'm comin' oProud Mary (donde hizo subir al escenario a un par de personas
del público). Pero quizá el momento más emocionante de la noche
fue con Purple rain y su reconocimiento para Prince.
Piel de gallina, y eso que nunca he sido seguidor del músico
recientemente desaparecido. Mike también
nos habló de otras bajas como Bowie o
Lemmy, de quien contó un encuentro con
él en Los Angeles. Aunque sin duda, fue especialmente
destacable su feroz reivindicación de Malcolm
Young (al que orgullosamente lucía estampado en su camiseta),
diciendo que, pese a ser seguidor de Guns
N'Roses, consideraba que Axl Rose
no debería estar cantando en AC/DC.
Textualmente, dijo que sin Malcolm…
AC/DCis over. Está claro que lo
de Axl es la polémica del año, aunque
Mike lo dijera más por el mayor de los
Young que por Brian
Johnson.
Resumiendo, un gran concierto de un
excepcional cantante que mantiene intacta su poderosa voz,
junto a una más que competente banda en la que destacaron
especialmente las dos coristas. Dos soberbias voces negras que
acompañaron perfectamente a su líder y que también tuvieron su
cuota de protagonismo.
Y ya puestos a pedir, entre tanta
versión, habría estado bien que cayera algo de los Wheelies,
¿no? ¿Hello from Venus o Father speaks, quizá?