Para empezar una queja. Si ante la demanda de entradas hay que cambiar de sala un determinado concierto se cambia y no pasa nada. Pero lo que ocurre en numerosas ocasiones en Bikini es escandaloso. Para que haya un mayor aforo levantan la pared con la sala de salsa que tienen al lado, ponen allí una pantalla de vídeo y se quedan tan anchos. Lógicamente la visibilidad desde esa sala no es buena, nadie paga para ver el concierto por una pantalla, con lo que la mayoría de la gente se agolpa en la sala principal. ¿Resultado? Ver el espectáculo en una situación asfixiante, de total incomodidad. Como siempre, los asistentes a este tipo de eventos rockeros tratados como borregos. ¿Hasta cuando? Ya se verá.
Hablemos del concierto. Dos años después de su última visita Michael Schenker volvía a Barcelona, y esta vez con algunos de los componentes históricos de su grupo. Gary Barden se puede considerar el cantante más clásico de los que han pasado por la banda del guitarrista alemán, con permiso del gran Graham Bonnet. Además despejó dudas al mostrarse en buena forma vocal y física. De esto último no puede presumir el bajista Chris Glen, enormemente pasado de peso, pero eso no le impide ser (también enormemente) simpático. A estos músicos hay que añadirles a Chris Slade, solvente batería que ha pasado por AC/DC o The Firm, entre otros, y a Wayne Findlay, el más joven del grupo, a los teclados y guitarras.
El señor Schenker es consciente de que sus años dorados ya quedan atrás, con lo que las referencias a sus trabajos recientes son escasas, y tirando de los clásicos que todos deseamos el triunfo está asegurado. Así disfrutamos de Cry for the nations, Let sleeping dogs lie, Armed and ready, Into the arena, Ready to Rock y Rock my nights away, entre otras. Y en el bis el recuerdo a UFO, con Doctor Doctor y Rock bottom. Todo ello con el rubio guitarrista luciéndose, con su típico balanceo agachado sobre su Flying V y una banda infalible detrás.
A la salida la felicidad era palpable entre el público, en el que distinguimos gran cantidad de cuero y parches, melenas canosas, calvas incipientes y barrigas prominentes rodeadas por un cinturón de balas. Los viejos rockeros nunca mueren.
Para terminar un consejo. En los conciertos en Bikini hay que decirle al personaje de la puerta que no se exceda rompiendo la entrada. Ya me ha ocurrido varias veces, y no sólo a mí. Y es que además de machacarse en el gimnasio y cubrirse de tatuajes, dicho personaje podría pensar que la gente suele coleccionar sus entradas. No es tan difícil.
Mr. Wolf
Más info en la web del grupo
Hablemos del concierto. Dos años después de su última visita Michael Schenker volvía a Barcelona, y esta vez con algunos de los componentes históricos de su grupo. Gary Barden se puede considerar el cantante más clásico de los que han pasado por la banda del guitarrista alemán, con permiso del gran Graham Bonnet. Además despejó dudas al mostrarse en buena forma vocal y física. De esto último no puede presumir el bajista Chris Glen, enormemente pasado de peso, pero eso no le impide ser (también enormemente) simpático. A estos músicos hay que añadirles a Chris Slade, solvente batería que ha pasado por AC/DC o The Firm, entre otros, y a Wayne Findlay, el más joven del grupo, a los teclados y guitarras.
El señor Schenker es consciente de que sus años dorados ya quedan atrás, con lo que las referencias a sus trabajos recientes son escasas, y tirando de los clásicos que todos deseamos el triunfo está asegurado. Así disfrutamos de Cry for the nations, Let sleeping dogs lie, Armed and ready, Into the arena, Ready to Rock y Rock my nights away, entre otras. Y en el bis el recuerdo a UFO, con Doctor Doctor y Rock bottom. Todo ello con el rubio guitarrista luciéndose, con su típico balanceo agachado sobre su Flying V y una banda infalible detrás.
A la salida la felicidad era palpable entre el público, en el que distinguimos gran cantidad de cuero y parches, melenas canosas, calvas incipientes y barrigas prominentes rodeadas por un cinturón de balas. Los viejos rockeros nunca mueren.
Para terminar un consejo. En los conciertos en Bikini hay que decirle al personaje de la puerta que no se exceda rompiendo la entrada. Ya me ha ocurrido varias veces, y no sólo a mí. Y es que además de machacarse en el gimnasio y cubrirse de tatuajes, dicho personaje podría pensar que la gente suele coleccionar sus entradas. No es tan difícil.
Mr. Wolf
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