La edición número 20 de nuestro festival favorito ya es historia. Y
como casi cada año, la valoración es más que satisfactoria.
Especialmente teniendo en cuenta que las expectativas, viendo el
cartel, no eran demasiado altas. Pero es que…al Azkena se va, y
punto. Ya sabéis, el festival con el público más fiel del planeta.
Pero vayamos por partes.
Nos presentamos a media tarde en el entrañable recinto de
Mendizabala en la primera de las tres jornadas de este parque
temático del Rock. Todo un acierto la vuelta a los tres días en vez de
dos desde el año pasado. No vemos los tradicionales nombres de difuntos en los
escenarios, algo que tenía su punto. Tal vez la acumulación de
fallecimientos de ilustres del Rock haya llevado a la organización a
prescindir de este bonito homenaje. Una pena. Por lo demás todo luce
bien: espacios bien organizados, fuentes de agua y lavabos
impecables… En lo negativo, los prohibitivos precios de comida y
bebida, algo que no se entiende teniendo en cuenta el coste de la
entrada, muy asequible comparado con el de otros festivales. El
tiempo…excelente. Nada que ver con el infernal calor del año
pasado.
Llegamos cuando los vascos Liher están acabando así que no
podemos opinar más que sonaban potentes.. El primer grupo que
podemos disfrutar completo es Os Mutantes, una curiosidad musical con
su bonita mezcla de sonidos californianos y brasileños. Y un primer
exponente de algo que se repetiría en esta edición: cantantes en no
muy buenas condiciones físicas defendiendo con dignidad su
repertorio. Hablamos de Sérgio Días, que a pesar de sus evidentes
problemas de movilidad compone unas armonías
vocales muy apreciables.
No pude disfrutar de ese Steve Earle en solitario,
aunque algunos de mis compañeros de bcnenconcierto aseguran
que fue un conciertazo. Sí me dió tiempo de entrar a las
asfixiantes y excitantes carpas del Trashville. Y como no podía ser
de otra manera, tuve lo que esperaba: sudor y rock primario a todo
trapo. En este caso con unos cachondos Generador que hicieron
disfrutar con pelotazos como Me estoy peinando, un clásico desde ya.
La pena es que el Trashville está muriendo de éxito: a duras penas
pude volver a entrar a ver a los Kaisers y salir rápido, una vez
valoré riesgos de avalancha.
En medio, El Drogas, reinando en Mendizabala con su repaso a lo
mejor de Barricada. Parroquia muy numerosa. Mucho oficio, banda muy
solvente y potente con un sonido cristalino. Esto último fue tónica
general en el festival (enhorabuena a los técnicos de sonido). Se
puede argumentar lo lineal de su propuesta pero nada que objetar. Sus
fans, contentísimos.
Y de El Drogas a uno de los fiascos del festival. Nada sabía de
la tal Lydia Lunch. Nada quiero volver a saber. Su gótica y marciana
propuesta basada en sonidos oscuros sin estribillos, mucha distorsión
y una muralla de sonido que tira para atrás aburre, no sólo a mí.
Muchos desertan buscando otras opciones, aunque en la tarde del
jueves hay menos grupos para escoger. Aprovechamos para aprovisionar
y prepararnos para el set final.
Nada menos que los Rancid, toda una leyenda del Punk-Rock
acelerado. Debo confesar que no he seguido su carrera y quizás por
ello, me sorprenden más. Ruby Soho, Time Bomb y poco más me suena.
Pero así como los Green Day, grupo con el que son comparados, me
aburren, los Rancid me parecen más variados acercándose al rock más
clásico a veces. También se agradecen los contínuos cambios de
vocalista. Mis respetos a la banda. Bravo.
Pero para sorpresa la de los siguientes invitados. Unos Monster
Magnet pletóricos (a pesar, de nuevo, del mal estado físico que no
de garganta, de Dave Wyndorf). Una muralla de sonido stoner y a veces
doom, muy impresionante. Muy cercanos a Kyuss. Ya os digo que para
mi, en el podio del festival. Sin concesiones, ni parlamentos,
trallazo tras trallazo, que a esas altas horas es lo que a uno le
pide el cuerpo. Space Lord suena a gloria. Powertrip suena a gloria.
Mindfucker suena a gloria. Y así el resto. Actitud. ¡Diablos…qué
manera de acabar el primer día!. Con los tímpanos reventados nos
vamos a descansar, que queda tela.
El segundo día volvemos a gozar de esa iniciativa ya clásica que
es el concierto gratuito en la Vírgen Blanca. En este caso con unos
Fuzillis festivos y muy profesionales. Un ejemplo de banda que sabe
hacer con el público lo que le da la gana. El grupo perfecto para un bolo así. Mención especial a esa
Ungawa! con la que subieron a media plaza al escenario. Fiesta total.
De ahí y hasta la hora de la entrada gozamos de otros encantos de
Vitoria. Sustituimos nuestra tradicional visita al magnífico
restaurante Olarizu por el no menos impresionante Casa Napoleón. No
todo va a ser rock. Siesta posterior en uno de los hermosos parques
que hay por toda la ciudad. ¡Qué bonita es Vitoria!
Y ya con las pilas cargadas nos disponemos a afrontar la
segunda jornada. La abundancia de propuestas y solapes va a hacer que
nos perdamos algunas cosas interesantes. Por ejemplo Pasadenas o
Bones of Minerva que seguro que estuvieron bien. Nos estrenamos con
S8nt Elektric, la banda del hijo de Slash. Nada de especial me dice
su propuesta. No es que sean malos pero hay una falta de riesgo
importante para ser tan jóvenes. El hijísimo se desempeña bien en
la batería pero hay millones de grupos más excitantes.
Y de ahí a otra de las propuestas que estarán en mi podio al
acabar. Unos Cordovas que me sorprenden con ese…¿country-jazz?, si
es que eso existe. Desarrollos muy variados, a veces en clave blues,
otras country, otras funky. Incluso algo de tropicalismo. Variedad de
voces, virtuosismo en los instrumentos…Y la sensación de ser una
banda que goza en el escenario, algo muy de agradecer. Reconozco que
no me suena ninguna canción y que me gustan todas. A Joe Firstman,
creador de esta jam-band se le ve exultante al acabar. Ovación muy
merecida.
Lamento no haber visto a Earthless, banda que me recomendaron
algunos amigos. Tampoco veo la propuesta de The Guapos. Y del mismo
modo, me pierdo la fiesta de los Tiki-Phantoms en el Trashville, un
acierto seguro. Pero es hora de merendar.
A la vuelta, otro de los platos fuertes. ¿Cuántos años hace que
no oigo nada de The Pretenders? Miles. Pero ahí sigue la voz tan
especial de Chrissie Hynde, sobradísima. Un concierto más que
correcto, apuntalado con un puñado de singles que hemos oido
millones de veces (I’ll stand by you, Don’t get me wrong, Back on
the chain gang…). Al acabar, la pregunta: ¿Por qué no han tocado
Brass in pocket? En todo caso, un buen concierto. Comentar que en
esta edición la cuota de conciertos con presencia femenina ha
subido. Y lo celebramos.
En uno de esos solapes de los que hablaba antes, decido ver parte
del concierto de los irlandeses Undertones y parte del de Calexico.
De los primeros decir que no entro en la propuesta de rock añejo y
áspero, aunque veo que tienen su público que los disfruta. Sobre
los segundos, todo lo contrario. Esa mezcla de cumbias y rock tiene
su punto. Los Calexico parecen dos bandas en una. Más que mezclar,
van alternando un estilo u otro según la canción. En todo caso muy
disfrutables, buenas melodías, buena banda. Todo bien. Tal vez les
haya faltado en su carrera algún pelotazo para subir algún peldaño
más. Como curiosidad, tocaron el clásico El Cuarto de Tula…igual
que los Cordovas.
Y de los Calexico a los claros candidatos a la cuchara de palo
del festival. Tenía a los Incubus en mi mente como uno de aquellos
grupos grunge con algunas buenas canciones pero un par de escalones
por debajo de los clásicos como Pearl Jam, Nirvana, etc.. Pues no.
Están muchos, muchos escalones por debajo. Y mira que empezaron
bien. Las buenas sensaciones tras las dos primeras canciones,
desarrolladas con la escenografía más espectacular de esta edición
(pantallacas, efectos visuales, potentísima iluminación, sombras),
se van por el desagüe a mitad de concierto. Por lo que nos comenta
algún fan, se han decidido por el repertorio más psicodélico y extraño. Toda
una empanada de sonidos pregrabados, ruiditos, desarrollos raros, a
veces acercándose al progresivo, otras al doom, otras a Dios sabe
qué. Igual con alguna droga en el cuerpo la cosa mejoraría. No es
el caso. Al final vuelven al grunge (aquella Drive) pero ya es
demasiado tarde. Un ejemplo de desperdicio escénico. Mal sin
remisión.
Un cierto decalaje horario nos permite ver el comienzo de Gwar,
esa broma heavy. Y comprobamos eso, que no pasa de ser una broma. Sus
disfraces satánicos y su fiesta de hemoglobina falsa no va con
nosotros. Seguro que sus fans se lo pasaron teta.
Visto algo de Gwar, nos apresuramos a saborear The Soundtrack of Our
Lives (TSOOL). Emparentados con los Union Carbide que no me gustaron
nada en otra edición del ARF, me acerco con recelos. Pero estos
quedan disipados pronto. Grandes canciones, gran banda, gran voz.
Todo engrasadísimo. Igual que en la noche anterior con los Monster
Magnet, el concierto perfecto a la hora perfecta. Pasadas las 2 de la
madrugada, hay que ir a saco. Y eso es lo que hace el bueno de Ebbot Lundberg (¡qué extraña pinta!) y sus secuaces.
De nuevo reventados, nos vamos a dormir mientras en las carpas
todavía hay propuestas que no veremos.
Y por fin la última jornada del festival. ¿La más potente de
las tres? Veremos. A estas alturas la valoración ya es alta. Por lo
pronto comenzamos con Chuck Prophet y su banda en la Virgen Blanca.
Triunfo total con la plaza rendida a sus pies. Bonitas canciones, muy
coreables y un frontman como debe ser. Eso si: otro más para la
colección de artistas con problemas físicos aguantando como pueden
(un linfoma por ahí dando por saco). ¡Qué delicia los conciertos
en la Virgen Blanca!.
Pero…¿qué sería de una visita al ARF sin lluvias?. Un
aguacero que dura hasta las 20h nos impide ver las primeras
propuestas del día. Esto es el Pais Vasco así que no nos sorprende
mojarnos. Llego justo para ver las últimas canciones de Amanda
Shires. Su propuesta de country-rock con violín es muy atractiva.
Muy buenas canciones, aunque me sobra alguna versión descafeinada de
algún clásico. Buena voz, excelente con el violín. Pero, pero…Un
pero bien gordo. Amanda no defiende su repertorio como debe. ¿Un mal
día? No lo se. Pero parece desganada. Quiere irse rápido. No
interactúa con el público. Acorta alguna canción. Mal. Lo siento,
pero mal.
Menos mal que Ana Popovic lo arregla todo en un pis pas. En el
extremo opuesto, una actitud como debe ser: a comerse al público.
¡Qué pedazo de señora! Su propuesta de blues-funk-rock es caballo
ganador. La banda, desde la sección ritmica bajo-batería, a los
maravillosos metales, pasando por la guitarra explosiva de la jefa,
impresionantes todos. ¿Está sonando el Thriller de Michael Jackson?
Punto extra. Ovación de las de No te vayas nunca. Bravísimo.
Me da tiempo a ver dos o tres canciones de The Nude Party. Me
gustan. Me parecen simpáticos. Tienen gancho. Canciones de power-pop
pegadizas. Descaro. Qué lastima que me tengo que ir a uno de los
platos fuertes.
El plato fuerte es Lucinda Williams. Sabemos que viene mal
físicamente después de sufrir un derrame cerebral. Y efectivamente,
la imagen es muy triste. Obviamente sin su guitarra, bastante
paralizada, teniendo que recurrir a un nebulizador constantemente. La
voz no le llega bien. ¡Qué pena! Y sin embargo… ¡Cuánta
dignidad! Posiblemente uno de los conciertos más emocionantes, en el
sentido estricto de la palabra, de todas las ediciones del festival.
Las magníficas canciones siguen ahí. Ralentizadas a posta para que
Lucinda pueda seguirlas. Y ella las canta como puede. Su voz sigue
siendo muy bonita a pesar de todo. Y la banda es una pedazo de banda.
Así que de esta manera, con pena y con alegría, se desarrolla el
concierto. El público, de diez. Máximo respeto. Máxima ovación al
acabar con ese eterno Keep on Rockin’ in the Free World. Lágrimas.
Lo peor que se puede decir del concierto de Melvins es que para mi
gusto no estuvo en el horario adecuado. A última hora como Monster
Magnet o TSOOL hubiese sido perfecto. Me encantaron. Estuve con la
mandíbula desencajada la hora larga en la que nos bombardearon con
su muralla de sonido. Tienen ratos difíciles, demasiado plúmbeos o
rarunos. Pero siempre te puedes regodear en ese momento en su
tremenda imagen. Ese Buzz Osborne embutido en su extraño sayo
espacial y con esos pelos, enfurruñado sin mirar al público y
torturando a su guitarra. Ese Matt Lukin que parece sacado de la
guardia personal de Drácula, aporreando su bajo mientras interpela
constantemente al público. Y el magnífico Dale Crover machacando
sin piedad la batería. Entre tanto doom, se agradece cuando acometen
alguna canción más asequible. Me declaro fan desde ya.
Y ya afrontando la recta final, otro ejemplo de lo que comenté al
inicio de esta crónica. Gente que está muy mal físicamente
defendiendo con dignidad su música. Hablo, claro está del gran Iggy
Pop, posiblemente el cabezón de cartel de esta edición. Mal
físicamente es poco. Es un verdadero milagro que este hombre siga en
pie. Es difícil tener un cuerpo más deforme, más pellejudo, más
degradado. Contrasta con esas ridículas y juveniles mechas
californianas con las que corona su machacado cuerpo. Pero…ahí
está. A la segunda canción ya se ha quitado la camiseta y luce
heridas de guerra. Y luce también las canciones. El repertorio es
imbatible: The Passenger, Lust for Life, I Wanna Be Your Dog, Search
and Destroy…Apabullante. Ciertamente es extraño el envoltorio. Uno
espera que esas canciones sean tocadas por una banda sucia, con tipos
rudos de esos que escupen, fuman y se encaran con el público. Y no.
Un escenario minimalista con señores trajeados. También una
introducción atmosférica y algún interludio ambiental. Raro.
Aunque luego, a la hora de la verdad, lo único que importa es Iggy y
sus imbatibles canciones. ¿Lo veremos alguna vez más? Parece
difícil… Igual que a Lucinda.
Y al que esto escribe, aquí se le apagó el motor. Mucha tralla
en el cuerpo y una edad ya. Ni los heavys Alter Bridge, pulcros e
inofensivos, ni el rudo Jim Jones y su rock garajero, me consiguieron
levantar el ánimo.
A la hora de dar notas me quedo en el podio con Monster Magnet,
Cordovas y Ana Popovic.
En la parte negativa, sin duda Incubus, Lydia Lunch y Amanda Shires (por actitud).
En la parte negativa, sin duda Incubus, Lydia Lunch y Amanda Shires (por actitud).
Y el resto en medio con una nota general bastante alta para lo que esperaba.
Gloria al ARF. A la espera de la edición 2024.
Mr.Bull
Más información en la web del Festival
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