viernes, 26 de febrero de 2016

GREG DULLI. BARTS. 24/02/16



Nadie canta la palabra baby con más clase que el señor Greg Dulli. Apenas un año después de su volcánico y apabullante concierto con The Afghan whigs en la sala Apolo, nos encontramos con una nueva visión de sus temas, en un formato un tanto más reducido y ciertamente menos contundente, pero con un dominio del escenario, del tempo y del espacio que hacen de cualquier visita del de Cincinatti una velada imprescindible.

Actuó como telonero el italiano Manuel Agnelli, líder del grupo Afterhours, acompañado de un violinista e intercalando los temas en italiano con algunas versiones en inglés. Sobrio e intenso consiguió llamar la atención de un público escaso que disfrutó especialmente con sus versiones del State trooper de Springsteen y el Lilac wine de James Shelton en una interpretación cercana a la de Jeff Buckley.

La banda estaba formada por el gran Dave Rosser a la guitarra, el bajista madrileño Jorge Sierra, el italiano Rodrigo D’Erasmo al violín y Manuel Agnelli al piano y a la guitarra acústica; se echó de menos a un buen batería para darle contundencia y profundidad a los temas, pero el gran repertorio y la actitud de Greg  Dulli nos hicieron disfrutar como siempre escuchando algunos de los temas del cancionero tanto de Afghan whigs ( If i were going,Can Rova, Summer’s Kiss, Step into the light o It kills), como de Twillight singers (Bonnie Brae, Martin Eden, Forty dollars, Papillon o Teenage wristband), Gutter twins (The body) e incluso del gran Amber headlines firmado en solitario por Greg Dulli (So tight). Los temas se adecuaron estupendamente al tipo de banda que le acompañaba y combinaron perfectamente con las versiones como la tradicional Black is the colour, un pequeño medley dedicado a los Beatles, el Please stay (once you go away) de Marvin Gaye y esa magnífica revisión del Modern love de David Bowie con la que cerró la actuación.

La sala Barts sonó a gloria como siempre, pero los asientos acabaron por estorbar a un público que quería explayarse con más libertad; aunque al final animados por Greg Dulli nos levantamos y disfrutamos de lo lindo, en una escena que me recordó a la de su concierto en el auditori del Fórum de hace unos años.

El público estaba entregado desde el primer momento y era perfectamente conocedor de lo que iba a presenciar, así que no fue difícil que contagiara a unos músicos un tanto fríos para que fueran entrando en calor. La familiaridad fue tan manifiesta que hasta un personaje del público se subió al escenario, eso sí, muy educadamente, para entregar a cada uno de los sorprendidos músicos un flyer promocional de su banda, surrealista. La verdad es que la prohibición de hacer fotos con flash nos hizo entrar más fácilmente en la propuesta musical y evitó la molesta y lamentable imagen tan común en los conciertos actuales de la gente que ve las actuaciones a través de la pantalla de sus teléfonos móviles; cosa que a mí personalmente me molesta y me distrae.

Al final del concierto Greg Dulli salió a firmar autógrafos y a charlar relejadamente con todo el que se lo pidió, y me anunció que su próximo trabajo discográfico será al frente de Afghan whigs. Espero que esté a la altura del excelente Do to the beast, y sobretodo espero volver a verle pronto, porque hay muy pocos artistas que nunca te defrauden en directo, a pesar de reinventarse en vivo constantemente.



Mr. Sheep

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domingo, 21 de febrero de 2016

LINDI ORTEGA. BARTS CLUB. 18/02/16

Mi primera vez en Barts Club, y la verdad es que me pareció un lugar un poco extraño. Esa columna en medio... un poco incomprensible tratándose de un lugar de reciente construcción. De todas maneras, sí era un lugar íntimo y acogedor para conciertos como el de Lindi Ortega, una de las voces destacadas del Country Rock actual. Pese a su juventud, ya lleva unos cuantos años en la carretera, habiendo grabado también una buena colección de discos, siendo el último Faded gloryville.
Puntualmente apareció en escena el telonero Jordan Klassen, canadiense que nos obsequió con sus bonitas canciones él solo sobre las tablas con su voz y su guitarra. Eso sí, con la excepción del tema del ukelele y los silbidos. En mi opinión, terrible.
Con una poderosa banda cubriéndole las espaldas, su magnetismo en escena y su fantástica música, Lindi ofreció un espléndido concierto, cuya única objeción fue la parquedad de la noche, que apenas llegó a la hora y cuarto. La verdad es que se habría agradecido algo más de tiempo, aunque bien es cierto que luego lo suplió un poco con su simpatía, quedándose allí para charlar, firmar y hacerse fotos con todo aquel que se lo propusiera.
Con temas como Run-down neighborhood, Demons don't get me down, Faded gloryville, el sensacional Run amuck o Cigarettes & truckstops nos sentimos como si estuviésemos en el mismísimo Nashville. Mención especial para las versiones. La preciosa del Desperado de los Eagles nos hizo recordar con emoción al recientemente desaparecido Glenn Frey. Y la del maestro Sam Cooke, Bring it on home to me, nos dejó absolutamente hechizados. Lástima que se dejara en el tintero algunas habituales, como el Ring of fire de Johnny Cash y el To love somebody de los Bee Gees.
Aunque fuera corto, un concierto que nos dejó satisfechos, con una artista más que interesante, con personalidad y buenas canciones, que es de lo que se trata.

Mr. Wolf


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