miércoles, 30 de marzo de 2011

ROGER WATERS. PALAU SANT JORDI. 29/03/11









Fabuloso concierto el que ofreció Roger Waters en el Palau Sant Jordi, la perfecta síntesis entre una música eterna, mágica y alegórica con un espectáculo total combinando una puesta en escena muy efectiva con los uniformes, las banderas y el atrezzo relativo a los regímenes totalitarios; la construcción durante el concierto del muro que acaba encerrando a los músicos y que es destruido al final; unas proyecciones efectistas, evocadoras, llenas de símbolos en perfecta sincronización con el movimiento teatral de Roger Waters y de sus músicos; y los muñecos gigantes del profesor, la madre y el cerdo volador, además de la avioneta que se estrella contra el muro provocando una explosión al inicio del espectáculo, un carrusel continuo de sensaciones muy bien construido, aunque sin llegar a distraer de la gran interpretación musical de una banda que sonó perfecta y poderosa, amplificada hasta el infinito por el sonido cuadrofónico y la mejor calidad y nitidez de sonido que yo haya tenido la oportunidad de presenciar en un gran recinto de conciertos. La banda contaba con el gran Snowy White y Dave Kilminster a las guitarras, G.E. Smith a la guitarra y bajo, John Carin y el hijo de Roger, Harry, a los teclados, Graham Broad a la batería y comandando a los coristas la prodigiosa garganta de Robbie Wyckoff. Para los conocedores del disco The wall, de 1979, y de la exitosa y mítica, aunque ruinosa gira de 1980-81, el concierto siguió fielmente el patrón esperado, aunque el mensaje se adecuó a los nuevos tiempos con severas críticas a las intervenciones militares en Irak y Afganistán, además de universalizar el mensaje de recuerdo para todas las víctimas de las locuras de las guerras y del terrorismo, incluso con recuerdos para algunas víctimas de ETA y de la guerra civil española.
Las 18000 personas que abarrotaron el Palau Sant Jordi se emocionaron con temas clásicos de la historia del Rock como Another brick in the wall part. 2, Mother, Bring the boys back home, donde las imágenes del reencuentro de los militares con sus hijos nos puso los pelos de punta, Comfortably numb, In the flesh o Run like hell. Casi tres horas de concierto con una pausa de unos 20 minutos en un espectáculo que me emocionó y me entristeció a partes iguales, ya que ver una demostración de talento de tal calibre en la estructuración de un show basado en un disco conceptual en la que todas las partes son importantes me hizo recordar que los tiempos en que algún genio creador podía permitirse invertir mucho dinero en el trabajo de creación de un disco, y por extensión de una gira basada en ese disco; en la actualidad la forma de consumo de música ha cambiado tanto que la mayoría de músicos que casi no ganan dinero con sus discos (además de que ahora mucha gente compra canciones sueltas), no se empeñan en grandes producciones, sino que el dinero lo ingresan de verdad con los conciertos, por lo que cuando el músico va cumpliendo años tiene que interpretar siempre los mismos y viejos temas y sus nuevas grabaciones tan sólo le sirven de pretexto para organizar una gira; cuando Roger Waters y los últimos representantes del Rock más clásico se retiren no parece que vayan a tener el relevo de una nueva generación ansiosa de recoger el testigo. No me interpretéis mal, no digo que no se siga haciendo buena música, pero el concepto de Rock de estadio al servicio de una gran producción discográfica está llegando a su fin.

Mr. Sheep

Más info en la web del músico

lunes, 21 de marzo de 2011

BLACK LABEL SOCIETY. RAZZMATAZZ. 19/03/11




Las entradas agotadas para el concierto inicialmente previsto en Razzmatazz 2 llevaron a la sala grande la noche igualmente grande con la banda de Zakk Wylde. Un tipo fiero como pocos sobre un escenario, y que después de muchos años tocando con Ozzy Osbourne, ahora ya se dedica en cuerpo y alma a su propio grupo, con el que ya se ha creado una sólida discografía y un reputado directo, convirtiéndose en un referente de la música más potente de la actualidad.
Los británicos Godsized abrieron la noche. Debo reconocer que se trataba de una banda desconocida para mí, y la verdad es que me sorprendieron con sus riffs contundentes y su entrega, aunque nunca entenderé a estas bandas que tocan a un volumen exageradamente alto. ¿Qué necesidad hay de reventarnos los tímpanos?
A un volumen más normal salieron a escena Black Label Society, arrancando como un cohete con The beginnig...at last, a la que siguió hora y media sin bises con el repertorio habitual de la gira: What's in you; la espléndida Overlord (en la que no pude dejar de pensar en su esperpéntico videoclip); la siempre emotiva dedicatoria a Dimebag Darrell, amigo de Zakk, con In this river; Fire it up, que desembocó en el único punto negativo del concierto, como fue el (en mi opinión) pesadísimo solo del señor Wylde; The blessed hellride (una de sus mejores canciones); Suicide Messiah; y el final con Stillborn. Luego, abrazos con sus músicos y agradecimientos al entregado público. Un auténtico guitar-hero (la verdad es que toca muy bien este hombre) con voz poderosa, Zakk Wylde nos deleitó con su preciosa colección de guitarras, incluyendo la siempre espectacular de doble mástil.
Un tipo curioso, con influencias de Rock sureño o Elton john, entre otras. Lo que está claro es que tras pasarse media vida con el Madman, ahora tiene cuerda para rato con su banda. Por muchos años. Y si nos ofrece más conciertos así mejor.
Por cierto, ¿cuántos escupitajos llegó a soltar Zakk en escena?

Mr. Wolf

Más info en la web del grupo

miércoles, 2 de marzo de 2011

DELICATESSEN BCN. THELONIOUS MONK







THELONIOUS MONK


En 1964 la revista norteamericana Time dedicaba su portada a un músico controvertido y enigmático, después de este espaldarazo se acabarían las estrecheces económicas de un personaje tan genial como esquivo y oscuro; para una selecta minoría de aficionados y para la gran mayoría de músicos de la escena jazzística el talento innovador y arriesgado de todo un virtuoso del piano hacía años que era incuestionable, pero para el mundo había nacido un icono del Jazz del siglo XX, Thelonious Monk.



Foto:Portada de la revista Time, marzo de 1964


A día de hoy está considerado como uno de los padres del Be Bop junto a Charlie Parker y Dizzy Gillespie, pero su importancia dentro del Jazz no se limita sólo a su revolución dentro de este estilo, ya que es evidente que sobre todo en sus grabaciones en solitario demuestra un virtuosismo que le hace acercarse al Blues y a las baladas o a los tiempos lentos de una forma respetuosa pero rompedora y original. Su estilo absolutamente personal no fue aceptado por la mayor parte de la crítica, ni tampoco por los managers y personas que controlaban los grandes circuitos de actuaciones, que le postergaron durante años, sólo a partir de los años sesenta su figura fue incuestionable.

Su estilo evitaba las progresiones lógicas en los temas y frecuentemente se limitaba a alternar entre dos acordes, con lo que se le puede considerar todo un antecedente a la corriente del Jazz modal. Sus temas eran complejos armónicamente y su estilo de interpretación tendía a omitir las notas clave de los acordes, consiguiendo así difuminar el tema para hacerlo más libre dentro de sus improvisaciones solistas.

A lo largo de su carrera escribió unos setenta temas que en su mayor parte son considerados hoy auténticos clásicos del Jazz, como Misterioso, Straight no chaser, Monk’s dream, Round midnight, Well you needn’t, Off minor, Blue Monk, Epistrophy, Trinkle tinkle, Evidence o I mean you. En los últimos años de su carrera se dedicó a reinterpretar sus propios temas y dejó de componer quejándose de que ya nadie sabía tocar bien el material que ya había compuesto.

Nació en 1917 en Carolina del norte, pero se crió en el barrio de San Juan Hill en Nueva York, como otros muchos músicos se inició en la tradición musical religiosa, acompañando al piano los himnos de su madre. Poco después recorrió todo el país acompañando a una cantante y predicadora, y en esta época la gran pianista Mary Lou Williams le descubrió e intercedió para conseguirle una plaza en la prestigiosa escuela de música Juilliard, donde estudió entre los años 1937 y 1939. Comenzó con el Jazz en serio en el trío del batería Keg Purnell y poco después subía un peldaño en su carrera al asociarse al gran Kenny Clarke, actuando regularmente en templos jazzísticos como Milton’s o el Kelly’s stables entre 1940 y 1942. En ese año conoció y se hizo amigo de uno de los grandes maestros del piano, Bud Powell.

Sus primeras grabaciones fueron como acompañante de Coleman Hawkins, y empezó a ser reconocido cuando trabajó en la Big band de Dizzy Gillespie, quién ya había comenzado su particular revolución Be bop junto a Charlie Parker desde principios de los años cuarenta. En 1947 publicó el primer disco a su nombre para el sello Blue note en formato de trío, el magnífico Thelonious Monk. Genius of modern music. Volume 1. El periodo comprendido entre 1947 y 1951 fue de gran creatividad grabando grandes discos tanto a su nombre como en colaboración con grandes del Jazz como Art Blakey, Milt Jackson, Lucky Thompson o Kenny Dorham. Las cosas se empezaron a torcer con su arresto en compañía de Bud Powell por consumo de drogas en 1951, se pasó dos meses en la cárcel y le retiraron el permiso para tocar en Nueva York hasta 1957. En estos años su actividad musical se redujo mucho y tuvo graves problemas económicos hasta que volvió a tocar en el club Five spot con músicos como John Coltrane, Roy Haynes o Johnny Griffin. En 1954 grabó junto a Miles Davis algunos grandes temas como Bag’s groove o The man I love pero mantuvieron una relación personal muy tensa y no volvieron a trabajar juntos. Su retorno en 1957 tuvo mucho éxito y repercusión y tras seis meses de actuaciones continuas en Nueva York se embarcó en grandes giras por Europa y Japón. A partir de 1959 estableció una gran relación profesional con el saxofonista Charlie Rouse que duró hasta 1970 y actuó tanto en trío como en cuarteto e incluso alguna vez con una big band.


En 1971 sus problemas de inestabilidad emocional se tradujeron en una actitud casi autista con los que le rodeaban y tuvo que ser hospitalizado, después de salir del hospital se embarcó en su última gran gira formando parte de los Giants of Jazz junto a Dizzy Gillespie, Art Blakey, Sonny Stitt y Kai Wilding. Grabó un gran disco con Art Blakey y Al Mckibbon y en una histórica sesión en Londres temas suficientes en solitario para la publicación de tres discos, fueron sus últimas grabaciones. A partir de 1972 sus problemas mentales le llevan a un retiro del que tan sólo saldría muy ocasionalmente para algún concierto puntual, el último de ellos en 1976. Murió en 1982 dejando un gran legado musical y una extraña y oscura fama de hombre ingobernable y excéntrico, a esto siempre ayudaron sus extraños sombreros y su costumbre de levantarse del piano en pleno concierto para dar unos pases de baile.


En 1989 Clint Eastwood produjo una gran película documental sobre su vida, dirigida por Charlotte Zwerin titulada Straight no chaser donde se pueden apreciar tanto su genio musical como su enfermiza relación con las personas que le rodeaban; era evidentemente un tipo complicado pero con una visión muy clara sobre su música en particular y el Jazz en general que se pueden resumir en un par de citas:

“Toca lo que tengas ganas de tocar, no lo que quiere el público. Toca lo que quieras, y más pronto o más tarde el público llegará, aunque tarde quince o veinte años”.

“El aspecto más hermoso del Jazz es que, verdaderamente, hace apreciar la libertad. El Jazz y la libertad van siempre juntos: esto lo explica y lo resume todo”.

Creo que uno de los primeros temas de Jazz que escuché siendo un adolescente fue Round midnight y estoy completamente seguro que fue debido a este tema por lo que comenzó mi amor por el Jazz, por lo que nunca le estaré suficientemente agradecido al gran Thelonious Monk. Aunque si tuviera que escoger mi disco favorito no sabría si quedarme con su primer disco o con esa joya llamada Brilliant corners.

Antonio Sánchez