domingo, 3 de marzo de 2024

IDLES. SANT JORDI CLUB. 02/03/24

 

Que Idles se ha convertido ya en el referente del punk-rock (o la etiqueta que queráis, más después del último y diferente disco, que ya no sé donde ubicarlo) es un hecho que se pudo comprobar anoche en el Sant Jordi Club. Un recinto que se les ha quedado pequeño, como muy pequeño se les quedó Razzmatazz en su última visita. Sold out desde hace semanas (igual que en varias de las fechas de su recién iniciada gira) y la sensación de que ya están en el nivel cabeza de cartel en cualquier festival. ¿Y por qué toda esta locura? Pues...nada que no dijésemos ya en nuestra crítica de la última vez que los vimos. ¿Te gusta berrear? Este es tu sitio. 25 contundentes canciones (¡25!, osea...todo) donde se suceden ritmos casi tribales, primarios, aderezados con gloriosos estribillos de dejarse la garganta (hoy, sin voz, claro). Y luego está la actitud. Pocos grupos veréis que se dejen más la piel. Podrían tocar 12 o 13 canciones a medio gas y saldrían a hombros igual. Pero no. Aquí hay 5 señores talluditos (aunque tengo algún año más que ellos me siento muy representado por Talbot y sus secuaces) que parecen esos grupos de jóvenes tocando como si no hubiese mañana o saliendo a matar para ganarse al público o disfrutando de un bolo con los colegas. La gente que no es tonta lo percibe y lo agradece. El bueno de Kieman (segundo guitarra) ya estaba surfeando al público en la segunda canción, además de moverse espasmódicamente durante dos horas y pico que duró la cosa. Y aunque se le veía especialmente concentrado en sus ruiditos y que todo fluyese, Bowen (el otro líder de la banda) también se dejó ir, cómo no, en la apoteósica Danny Nedelko, ese himno. Y ¿qué decir de Talbot? Posiblemente la persona del mundo que más ganas dan de abrazar. Respira verdad por los poros. Obviamente berrea como nadie (virtud a la que ha añadido sorprendentemente cierta destreza para cantar bastante bien en el último disco) pero además cada uno de sus gestos está pensado para potenciar la música y el sentimiento de comunidad al mismo tiempo. Y la base rítmica, ese bajo y batería que le dan el toque distintivo a la banda, aporreando y sonriendo desde el minuto 1 hasta el final.

En realidad, todo fluye. Es una experiencia 10. Casi un exorcismo donde podemos vomitar todo lo malo que nos rodea. Tan solo si nos ponemos muy, muy quisquillosos podemos encontrar pequeñísimos defectos. Vayamos al detalle.

Por ejemplo el sonido de más a menos. De hecho la parte técnica, incluyendo las luces, estuvo perfecta hasta la mitad. Pero algo se torció un poco a partir de entonces y canciones como Dancer o Hall & Oates o alguna otra les faltó algo de contundencia especialmente en el imprescindible bajo. Nada dramático porque la inercia era ganadora ya, pero Talbot hizo señas ostensibles a su equipo varias veces de que estaba sin retorno, o algo así.The Beachland Ballroom sonó sólo durante un minuto, momento en el cual la banda decidió cambiar de canción. No sé si tuvo que ver con esos problemillas de sonido. El empalme con la interesante pero anticlimática Pop, Pop, Pop posiblemente fue el único momento valle del concierto. Todo lo demás...arriba. Muy arriba. 

Otra nimiedad, en este caso lamentable: la actitud de la chica que sacó al escenario Talbot a rockear y a la que le otorgó el inmenso honor de rascar la guitarra de Bowen. ¿Y que hace dicha individua en esa gloriosa situación?: sacarse el móvil y empezar a grabar. Klaroquesíguapi. Creo que Talbot , visiblemente enfadado, fue demasiado educado quitándoselo de las manos y guardándoselo en el bolsillo. Yo le hubiese arrancado la guitarra y hubiese lanzado con todas mis fuerzas  a esa imbécil a surfear al respetable...

Y por último, en el apartado cosillas a mejorar (y esto es una opinión personal), me sobraron esas demostraciones alargadas de distorsión sin más. Cierto que eran de esperar, especialmente por parte de Bowen y su vena experimental, pero para mi gusto lastra lo que había sido hasta esos momentos la perfección en base a cañonazo tras cañonazo sin piedad.

Como veis todo minucias dentro de uno de los mejores conciertos que he presenciado en este siglo. Es muy hermoso ver botar a 5000 personas al unísono durante dos horas y pico o acabar canciones abrazado al francés de al lado. Por cierto, numerosísima parroquia extranjera no sé si debido a algún acto masivo celebrado en Barcelona este fin de semana.

De los teloneros, Ditz,  poco que decir ya que no les presté la atención debida y me dediqué a congeniar con unos simpáticos franceses en el bar. Se sentían ásperos y contundentes en la lejanía, tal como lo que había oído en estudio de ellos, pero no me parecieron lo suficientemente atractivos como para acercarme más. Dejémosles el beneficio de la duda sobre cómo estuvieron.

En cuanto al bolo de Idles, difícil destacar alguna canción. ¡Si es que me gustan todas! Y hasta las que se me hacen bola en disco suenan celestiales en directo. Tras la bellísima introducción Idea01 perteneciente al último trabajo Tangk, abrieron con Colossus, igual que en Razzmatazz. Una bomba de relojería que cuando estalla en forma de final apoteósico ya sabes que has amortizado la entrada. Del último largo sonaron Gift Horse, Gratitude (con esos ecos NIN), Roy, Grace, Hall & Oates, la ya dicha Pop, Pop, Pop y Dancer. No voy a entrar en si la deriva hacia otros sonidos (Nigel Godrich mediante) de su último disco es un acierto o un error. A mi todas las canciones de Tangk me encantan, pero la mayoría no pueden competir en directo contra los ganchos a la mandíbula que suponen las de sus anteriores largos..Trallazos de toda su ya extensa discografía como Mr.Motivator, Mother (mi flechazo iniciático), Samaritans, I'm Scum, Divde and Conquer, Grounds, Television, Crawl!,  Never Fight a Man With a Perm y ese final tremendo con Danny Nedelko y, por supuesto, la ineludible Rottweiler. Todo baladas románticas, como veis. La mayoría con excelentes letras, reivindicativas, ácidas y/o profundas (aunque si no dijesen más que sandeces también me valdrían para gozarlas). Y nada de bises. Ni falta que hacen. No hubiese desentonado en el setlist Mercedes Marxist. Y puestos a pedir A Hymn o When the lights come on aun sabiendo que pertenecen a la categoría de raritas. Pero me doy por satisfecho y, sobretodo, por enormemente agradecido.

Por último comentaros que en lo personal me acerqué al concierto con muchas prevenciones al venir con una cadera recién puesta y más de dos meses de inactividad y . Y que estuve al borde del llanto de alegría al comprobar lo bien que me aguantó esta tremenda prueba de estrés. Me gusta pensar que este concierto de Idles me ha sanado. Benditos sean.

¿Se atreverán con un Palau Sant Jordi la próxima vez? Yo creo que están en ese nivel ya. Desde luego pueden contar conmigo. 

 



Mr. Bull

Más info en la web de Idles

Setlist del concierto

 

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