Por segunda noche consecutiva teníamos al Boss en nuestra ciudad, y nuevamente nos dirigimos hacia el Estadi Olímpic para vivir un concierto épico de un músico y una banda que, pese a las tristes ausencias de Danny Federici y Clarence Clemons, se mantiene como una máquina perfectamente engrasada de tocar Rock'n'Roll. Esta vez sin mi inseparable Mr. Sheep, pero con la compañía de Mrs. Zebra, amiga y colaboradora ocasional de la gente que hacemos este blog, y cuya ayuda ha sido importantísima para poder asistir a estos dos conciertos.
Nuevamente, colas interminables para los lavabos y retraso de 55 minutos para el inicio del concierto, sin ningún tipo de justificación ni disculpa por parte de la organización. Lamentable.
Y si la primera noche Springsteen usó una intro de Donna Summer a modo de homenaje, en esta ocasión todo empezó con la sintonía de Los siete magníficos, para abrir luego con Night y The ties that bind, primeros cambios respecto a la noche anterior. Y eso es algo que me parece admirable. No limitarse a hacer cada noche el mismo concierto es uno de los alicientes para los afortunados que asistimos las dos noches. Siguió un bloque de temas de su último trabajo, con We take care of our own, Wrecking ball y Death to my hometown, con la inclusión de Two hearts entre las dos primeras. Una soulera My city of ruins sirvió para presentar a la numerosísima banda, además de recordar a los que ya no están. Viaje a sus primeros años de carrera con Spirit in the night y una inesperada The E street shuffle, canción que nunca le había visto tocar en vivo. Jack of all trades, con su recuerdo a la situación económica actual dio paso a la potente versión del Trapped, de Jimmy Cliff. Otra sorpresa fue Downbound train, seguida de Because the night, Working on the highway y Shackled and drawn. Después la festiva Waitin' on a sunny day, en la que, igual que hizo con una niña la primera noche, cogió a un niño de las primeras filas para cantar el estribillo, momento que ese chaval no olvidará en su vida. Siguieron The promised land y una preciosa Racing in the street, para finalizar antes del bis con We are alive y Badlands. En el tiempo añadido, nueva sorpresa: Ramrod, para seguir con el mismo final del jueves, es decir, Rocky ground, Born in the U.S.A., la siempre intensa Born to run, Bobby Jean, Dancing in the dark y el cierre con Tenth avenue freeze-out, con el bonito homenaje a Clarence Clemons incluido.
Por muchas veces que vea a Springsteen y su banda, creo que la sensación de emoción siempre se matendrá. Es increíble verles a su edad disfrutar y dejarse la piel sobre el escenario durante tres horas. Y es que no hay mejor espectáculo posible para ver en vivo. Quizá de ahí provenga su éxito por estas tierras.
Mientras esperamos una próxima ocasión de ver su directo, escucharemos una vez más discos imprescindibles como Born to run, Darkness on the edge of town o The river para aliviar la espera.
Mr. Wolf
Más info en la web del músico
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