Y Kiss volvieron a nuestra ciudad. Una de las bandas más icónicas de la historia, amada y odiada al mismo tiempo. Por mi parte, el amor hacia los neoyorkinos es absoluto, interesándome muy poco las habituales críticas de los de siempre, hecho que me convierte en una persona más feliz. Porque sí, si hay un grupo capaz de hacer felices a sus seguidores, ése es Kiss. Nos sabemos de memoria los números habituales de su directo, con Gene cantando a varios metros de altura; con Paul paseándose en tirolina sobre el público; con la guitarra de Tommy Thayer echando chispas; con el confetti....¡pero todo eso nos encanta! Y que sea por muchos años.
Personalmente, pienso que cualquier persona mínimamente interesada en espectáculos en vivo debería ver, por lo menos una vez en la vida, a Kiss, a los Stones, a Springsteen y a AC/DC. Pese a que los conciertos en estadios y pabellones no son lo que prefiero, los considero a todos ellos imbatibles sobre un escenario y dignos de verse. Es mi opinión personal.
Sí es cierto que el Sant Jordi no llegaba al lleno ni de lejos, aunque probablemente el precio de las entradas también colaborase en ello. Parece ser que seguimos pensando en que estos espectáculos son sólo para ricos. Lástima.
Teloneros de lujo para una banda de lujo. The Dead Daisies abrían la velada con su potente Hard Rock. Se trata de un supergrupo que según tengo entendido va cambiando habitualmente de formación. En esta ocasión venían con el gran John Corabi a la voz, Marco Mendoza al bajo, Richard Fortus y David Lowy a las guitarras, Dizzy Reed a los teclados y Brian Tichy a la batería. Seguro que más de uno de estos nombres os suena. Y sí, ya sabemos de la dificultad de salir como teloneros en un recinto grande, pero la verdad es que cumplieron a la perfección y nos dejaron para el recuerdo una salvaje versión del más salvaje tema de los Beatles, que obviamente es Helter Skelter. Bravo por ellos.
Aproximadamente quince minutos antes de la hora anunciada (???) Kiss aparecían en escena tras las clásicas palabras de introducción y la caída del telón. Saliendo a matar, con la batería de Eric Singer elevada, tocando Detroit Rock city con abundante pirotecnia y continuando con otro himno inmortal, como es Deuce. Rápidamente pudimos comprobar que el estado vocal de Paul Stanley se encuentra lejos de su mejor momento, algo que también vimos con Billy Gibbons en Azkena dos días antes. El tiempo no perdona.
Psycho circus y Hell or hallelujah fueron los únicos temas que tocaron de sus trabajos más recientes, basando el set en su etapa de los 70 y los primeros 80. Y menudo set: I love it loud, Do you love me, Calling dr. love, Lick it up, Cold gin, Love gun o Black diamond, entre otras. En las dos últimas con Paul cantando en una plataforma en mitad del público. Y menudo bis: mi adorada Shout it out loud, I was made for lovin' you y el clásico final de Rock'n'Roll all nite y sus millones de papelitos de confetti. Maravilloso.
Con las notas de God gave Rock'n'Roll to you II sonando de fondo, abandonábamos el Palau con una sonrisa en los labios y el olor a pólvora envolviéndonos. Y pensando: que esto no se acabe nunca. Kiss forever.
Mr. Wolf
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