
Lo primero que me viene a la cabeza a la hora de comentar este concierto son dos cosas. Por un lado la alegría que supone tener aquí un triple cartel de
lujo; con tres bandas de gran relevancia en la historia de la música. Por otro lado, no deja de ser curioso que lo que en otros tiempos era sinónimo de peligro y
violencia, como un concierto de estas características, hoy en día sea visto como una oportunidad para mucha gente de llevar a sus hijos a vivir una experiencia rockera. Y es que resultaba llamativo ver la cantidad de niños que había en el
Pavelló Olímpic, en su mayoría ataviados con camisetas de sus grupos favoritos (o los de sus padres, claro). ¿El futuro del
Rock'N'Roll? Eso esperamos.
Y entre jóvenes y adultos,
calor. Mucho calor. Daba miedo ver las colas a pleno sol que rodeaban el pabellón antes de que abrieran las puertas. Y dentro, en las gradas había huecos, pero la pista era un auténtico hervidero lleno a reventar
Para abrir el fuego,
Saxon. Hace casi dos años que comentamos aquí su concierto en
Razzmatazz 2, y esta vez no hubo diferencias apreciables. No faltó su colección de temas clásicos, caso de
Heavy metal thunder,
Never surrender,
Motorcycle man,
Crusader,
Princess of the night o la épica final reservada a
Wheels of steel. Aunque, un momento...¿y
747 (Strangers in the night)? ¿Por qué no tocaron el tema
favorito de muchos? Y junto con los clásicos, también temas nuevos, caso del excelente
Chasing the bullet, de su último trabajo
Call to arms.
Biff Byford mantiene su garganta en perfecto estado, y la banda realmente aguanta bien el tipo pese al paso de los años y las modas. Y afortunadamente, el solo de batería fue
corto. En definitiva, una hora en escena, dejando a la gente contenta y con ganas de seguir la fiesta.
"We are Motörhead, and we play Rock'N'Roll". Declaración de principios con la
atronadora voz de
Lemmy, uno de los tipos más apreciados en el mundo de la música y entrada de inicio a su concierto. Y para mí,
Lemmy es puro
Rock'N'Roll y
Motörhead una de mis bandas favoritas. No importa las veces que los vea. Siempre triunfan y siempre ponen el local donde toquen patas arriba con su
arrasador directo. Y además, ahora parece ser que están aumentando su público, si tenemos en cuenta que, en su visita de finales del año pasado, su concierto se trasladó de
Razzmatazz al
Sant Jordi Club (con las entradas a un precio excesivo, por cierto).
Para empezar,
Iron fist y
Stay clean, dejando las cosas claras. Luego, entre otras,
Metropolis,
Over the top o
In the name of tragedy. Y el final enlazando
Going to Brazil,
Killed by death,
Ace of spades y
Overkill es sencillamente
insuperable. Espectaculares. Y afortunadamente, el solo de batería también fue
corto.
Judas Priest en su gira de despedida. ¿De verdad? ¿Se despiden sólo de los escenarios? ¿
Grabarán más discos? Con estas cosas nunca se sabe. Sí se hace extraño no ver a
K. K. Downing tocando su guitarra junto a
Glenn Tipton. Hace sólo unos meses que abandonaba la nave en una
inesperada decisión. Su sustituto,
Richie Faulkner, tiene buena imagen y cumple bien en escena , pero claro, lo tiene complicado.
K. K. Downing es
K. K. Downing. ¿Y el concierto? Pues un repaso de dos horas y cuarto a casi toda su trayectoria, con un bonito diseño de escenario y de luces, con una pantalla en la que veíamos las portadas de muchos de sus álbumes, y con un
repertorio que tira de espaldas.
Metal gods,
Starbreaker,
Victim of changes,
Never satisfied,
Diamonds and rust,
Prophecy,
Turbo lover,
The green manalishi,
Breaking the law (cantada
enteramente por el público),
Electric eye,
Hell bent for leather,
You've got another thing comin',
Living after midnight, y las que me dejo. Los agudos imposibles de
Rob Halford, los solos, de los que afortunadamente el de batería fue
corto (sí, habéis acertado, no los soporto), la moto en escena... Nada faltó. Lo único que me cargó un poco fueron las
continuas marchas de los miembros del grupo del escenario entre canción y canción. Pero es sólo un detalle, y la verdad es que la sensación que te queda cuando sales de una noche así, más allá de la una de la madrugada, es que será una noche
recordada, sin duda.
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