Hay artistas únicos y absolutamente personales y artistas que transitan por el camino marcado por otros con mayor o menor fortuna; Antony Hegarty pertenece al primer grupo y eso le hace situarse en un lugar propio en el universo musical, hoy en día nadie hace música como él ni la presenta en vivo de una forma tan desgarradora y personal. El concierto del Palau supuso un reencuentro con los fieles seguidores de este hombre y un feliz encuentro con muchos de los que no lo habíamos visto nunca en directo y desde ya somos adeptos a su particular cruzada íntima y a su forma de desnudar su alma en público.
Acompañado de una estupenda banda de seis músicos y de una insulsa bailarina, Antony nos descargó parte de los mejores temas de sus dos primeros discos y presentó los temas de ese álbum arriesgado que es The crying light, donde su propuesta íntima, sobria y elegante se torna en un difícil ejercicio de minimalismo musical que si bien es duro de digerir en disco, gana enteros en su presentación en vivo. Así se escucharon temas como Whereis my power, Her eyes are underneath the ground, Epilepsy is dancing, One dove, el desgarrador For today i am a boy, Kiss my name, Everglade, Another world, las más enérgicas Shake that devil y Fistful of love, The crying light, I fell in love with a dead boy, las bellísimas You are my sister y Aeon, Twilight, y ya en los bises Cripple and the starfish y la archiconocida Hope there's someone.
La sobria y elegante puesta en escena y la belleza y excelente acústica del Palau de la música convirtieron la velada en algo inolvidable.
Mr. Sheep
Extraño concierto el del ambiguo Antony en el incomparable marco del Palau de la música, entre el público una mezcla de indies embobados, rockeros despistados, los típicos personajes atentos a la moda de lo más fashion, porque por mucho que nos moleste a algunos hoy en día queda bien decir que te gusta la música de Antony, y también adeptos a los discos de este gran artista. El concierto resultó fantástico, brillante musicalmente y emocionalmente intenso, quizás un poco parco en minutaje, ya que si no contamos con los insufribles y vomitivos quince primeros minutos de tostón con la ¿bailarina?, apenas llegó a la hora y media; aunque eso sí, cuando nuestra indignación por el interminable preludio de la ¿bailarina? llegaba a un punto límite, comenzó un mágico ritual con una música y sobretodo una voz que no son de este mundo. El concierto tuvo grandes momentos, pero para mi recuerdo eterno siempre quedará Twilight.
Mr. Wolf
Más info en la web del grupo
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