LA MÚSICA VIAJA EN TREN. MIGUEL LÓPEZ. SÍLEX. 2025. 479
PÁGINAS
La publicación de un libro de Miguel López siempre es una
buena noticia. Su trabajo periodístico y sus excelentes libros anteriores
convierten la salida de cada nueva obra en un acontecimiento imprescindible. En
esta ocasión ha escrito un libro casi enciclopédico, sobre música, sí; pero
también sobre el ferrocarril, medio en el que ha trabajado media vida, y sobre
la sociedad del tiempo que se narra.
Miguel López ha escrito un libro fascinante. Su fascinación
reside no sólo en el aspecto musical, con una crónica histórica de la música
popular, sobre todo norteamericana, desde los orígenes del Blues hasta nuestros
días. Lo verdaderamente interesante del texto está en entrelazar la música con
el nacimiento y desarrollo del ferrocarril, y como éste fue fundamental para la
historia y la imaginería de la música. Además, por supuesto, todo se
contextualiza con la historia del momento y con los movimientos sociales y
culturales de cada época. En un titánico trabajo que nos da una lección de
historia con mayúsculas.
El libro abarca desde los inicios del Blues con sus pioneras
como Mamie Smith, que grabó el primer blues en 1920, Crazy Blues. Memphis
Minnie, Ma Rainey, Bessie Smith, etc…. Las primeras giras en tren, los Medicine
Shows de la época, todo con la sombra siniestra de la segregación racial como
telón de fondo.
La parte histórica sobre el ferrocarril acompaña a las
andanzas musicales, y nos cuenta desde el primer recorrido en tren en los
Estados Unidos, la línea Baltimore-Ohio en 1827, las múltiples compañías
ferroviarias que luchaban entre ellas, la primera línea transcontinental en
1865 y su importancia en la vertebración y construcción de un país. El
ferrocarril era un símbolo de libertad para los negros que escapaban de sus
precarias vidas en el sur, y fue también una herramienta para el comercio
clandestino en la época de la Ley Seca. La figura de los Hobos y su nómada
forma de vida surgen con el desarrollo y la ampliación de las líneas
ferroviarias.
“La época dorada del ferrocarril coincide con los años en que el Blues, el Jazz y el Gospel forjan su identidad”. Es fascinante cuando nos narra las peripecias vitales de mitos como Robert Johnson, Charlie Patton, Skip James, Son House o Bukka White. En esta parte se incluye un maravilloso capítulo dedicado a narrar la vida de David Honeyboy Edwards, sus andanzas en la gran migración del sur hacia Chicago, sus encuentros con compañeros músicos que hoy son considerados auténticos mitos, los trabajos forzados en plantaciones como expresión de una nueva esclavitud. Su participación en Barrelhouses y Juke Joints, que eran locales donde se divertían, comían, bebían y bailaban los afroamericanos. El Canned Heat y demás licores adulterados con el alcohol metílico que provocó tantas cegueras. Cómo tuvo que compaginar su vida como Bluesman y como Gandy Dancer del ferrocarril. Su ostracismo de años y su recuperación por parte de gente como Fleetwood Mac, hasta su actuación en el festival de Blues de Cerdanyola de 2006 con 91 años.
En otro gran capítulo llamado Traqueteos de libertad, además
de hablar sobre el nacimiento y la evolución del Jazz, el Gospel y el Soul, se
cuenta la historia del Underground Railroad, que fue una red clandestina que desde
principios del siglo XIX ayudaba a escapar a los esclavos hacia los estados del
Norte y Canadá.
Se narra la popularización del Gospel con figuras tan
importantes como Mahalia Jackson o una Sister Rosetta Tharpe a la que podríamos
considerar como la fundadora del Rock n’ Roll. Jelly Roll Morton es otro de los
protagonistas como figura esencial para la popularización del Jazz con origen
en Nueva Orleans. La transición hacia la época de las grandes orquestas del
Jazz con Benny Goodman y sobre todos, Duke Ellington, como grandes referentes. La
secularización del góspel nos llevó al Soul, a James Brown y a Aretha.
“El ferrocarril atrae mucho más a la poesía que otros medios
de transporte”. El hombre con el que comenzó todo, Jimmy Rodgers. La primera
estrella musical masiva en los Estados Unidos, que trabajó en el ferrocarril y
que convirtió el canto en falsete conocido como Blue Yodel en lo que hoy día se
conoce como Country.
La canción protesta que tuvo en el gran Woody Guthrie a su
máximo exponente y a Pete Seeger en su difusor más destacado. “El Blues es
música negra por definición, el Country es música blanca por definición, y el
Folk, en cambio, es interracial y, tanto entre sus músicos, como entre su
público, hay negros y blancos”.
Los que sabemos del amor por la música de Miguel López,
conocemos sus filias y sus amores incondicionales, por eso la parte que les
dedica a Johnny Cash, Bob Dylan, Beatles, Stones, Van Morrison o Tom Waits,
resulta tan brillante. Conocer las relaciones que tenían con el mundo del
ferrocarril resulta muy revelador. También nos explica el mito de John Henry
como símbolo de la lucha por la justicia.
La última parte del libro está dedicada a la música
española, desde el flamenco más añejo a la actualidad, y su relación con el mundo
del tren. La historia del ferrocarril en España, la historia de Renfe, con sus
mutaciones hasta llegar a la época de la alta velocidad, también es muy
interesante.
Hay que destacar la edición tan bonita que ha hecho la
editorial Sílex del libro, que tiene una preciosa portada con Johnny Cash
apoyado en una locomotora, y una gran cantidad de fotos que ayudan enormemente
a la comprensión del texto.
En definitiva, Miguel López en su nuevo libro, La música
viaja en tren, nos habla de mucho más que de música, de trenes o de historia.
Nos habla de la vida misma, que es de alguna manera de lo que nos habla en
todos su libros.
Mr. Sheep
Imágenes de la presentación del libro el 14 de Octubre en Disco 100, en Barcelona




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