Siempre es un placer ver a esta banda en concierto. Era mi segunda vez con ellos, y como no podía ser de otra manera, acabé la noche igual de satisfecho que la primera. Tres personas que saben ofrecer buena música en un directo divertido, y que cuando se bajan del escenario se muestran de lo más amables y simpáticos, firmando discos, entradas y haciéndose fotos con todo aquel que se lo pida. Bien por ellos.
Ocho largos años después de su anterior visita, Rick Miller, Mary Huff y Dave Hartman volvían por estas tierras. A diferencia de aquel concierto en Apolo 2, esta vez venían ellos tres solos, sin un segundo guitarrista apoyándoles. Y la excusa, la presentación de su último trabajo, The electric pinecones, publicado el pasado año. ¿Recomendable? Por supuesto, toda su discografía lo es.
Curiosa puesta en escena, con los tres en fila al frente del escenario (aunque nunca he entendido por qué en Razzmatazz 3 no se aprovecha más y dejan tanto espacio libre entre banda y público) soltándonos noventa minutos de su particular batidora musical, en la que caben sonidos Surf, Rockabilly, Country y lo que se les ponga por delante. Así fueron cayendo uno a uno clásicos de toda su carrera, como Liquored up and lacquered down, 69 El camino, House of bamboo, Banana puddin', Dirt track date o Cheap motels. También temas nuevos, como ese fascinante Grey skies, que sonó de manera fantástica. Gran trabajo de Rick a la guitarra, maravillosa la voz de Mary en las canciones que cantaba y perfecto Dave, de pie tras su kit de batería. Esta vez no hubo reparto de pollo frito desde el escenario, pero sí llamaron a que la gente subiera a bailar, algo que hicieron dos valientes en el momento más divertido de la noche.
Un seguro como grupo de directo. Ahora sólo falta esperar que no tarden tantos años en volver. ¡Los necesitamos más a menudo!
Mr. Wolf
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