Han pasado ya varios días desde el concierto de los Pixies en el Sant Jordi club, he tenido tiempo para escribir esta crónica, pero no quería que la euforia que conlleva la inmediatez me alejara de la objetividad necesaria para enjuiciar su directo. Después de darle muchas vueltas no puedo escribir otra cosa que la crónica de un directo que me reconcilia con ellos y con su inmenso legado, porque creo que están ofreciendo la mejor versión que pueden ofrecer de sus temas en vivo hoy en día y porque fue un concierto mucho más disfrutable que los ofrecidos en festivales desde su retorno. Puede que el recinto ayudara, que el público fuera muy fan, pero se consiguió una comunión entre los que estaban arriba y abajo del escenario que pocas veces consiguen bandas tan Punk rockeras después de tantos años.
La primera vez que vi a los Pixies fue el día de antes de mi examen de selectividad, el 15 de Septiembre de 1990, yo era muy fan de sus primeros discos, y puede que un alto grado de excitación previo a un examen tan importante influyera, pero ese es uno de los conciertos de mi vida. La euforia de la juventud unida a una banda en su mejor momento y la necesidad de liberar tensión me hicieron disfrutar como nunca, lo disfruté casi en primera fila a escasos metros de Kim Deal, hipnotizado por sus líneas de bajo y temiendo que la cabeza de Black Francis estallara en cualquier momento al verle berrear y ponerse rojo.
Han pasado 26 años desde ese concierto y evidentemente el grado de furia y tensión en escena es otro, la banda ha perdido por el camino a Kim Deal y Joey Santiago acaba de salir de una clínica para tratar sus problemas con las drogas, pero los temas clásicos son eternos, el nuevo disco, Head carrier, está bastante bien, mucho mejor que el decepcionante Indie Cindy, y elaboran un directo en el que se equilibran muy bien los temas más cañeros, con medios tiempos y con guiños a los fans más fieles. Poco más de hora y media de un concierto en el que se les vió disfrutar y hubo tiempo para que todos lucieran, también Paz Lechantin, comedida pero muy correcta y con una voz muy adecuada para interpretar golosinas como Into the White o All I think about now del nuevo disco. David Lovering cantó con esa voz de crooner que tiene, una simpática La la love you y la descarga en temas como Isla de Encanta, Caribou o tame provocó pogos como los de épocas pasadas.
Puede que la excitación y la histeria de sus primeros años hayan quedado atrás, pero por primera vez en muchos años me atrevería a decir que se les avecinan unos buenos años por delante.
Un set list muy equilibrado, un muy buen sonido y una simpatía nada habitual me hizo darme cuenta de lo afortunado que soy de poder seguir disfrutando en pleno 2016 de una banda grande de verdad.
Larga vida a los Pixies.
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