Me gusta mucho este proyecto que Nicke Anderson inició tras dar por finalizada su etapa al frente de Hellacopters. Ya comentábamos en su visita de hace poco más de un año el sonido de Imperial State Electric y sus influencias. Y si nos gustaron en aquella ocasión, en la misma sala, esta vez tampoco estuvieron nada mal.
Recuerdo aquellos conciertos de Hellacopters en los que la banda apenas estaba una hora sobre el escenario. Buenos conciertos, desde luego, pero se echaba de menos un poco más de duración, más mordiente y menos tocar a piñón fijo. Con esta nueva banda la situación es diferente; los conciertos son más largos y las sensaciones son muy buenas. En Bóveda, una hora y media de descarga rockera, y además, lo mejor para el final.
Para abrir, Emptiness into the void, el mismo tema con el que empieza Reptile brain music, su tercer y último trabajo. Le seguiría un completo repaso a su trilogía: Uh huh, Deja vu, Redemption's gone (espectacular), Down in the bunker, Can't seem to shake it off my mind o la festiva y coreada Holiday from my vacation. Y el bis, de ensueño. Si nos hubieran preguntado a los presentes qué debían tocar no habríamos pedido nada mejor. Un vigoroso Johnny B Goode que puso la sala patas arriba, seguido del Sonic reducer de los Dead Boys y de una de mis canciones favoritas de Kiss, nada menos que I stole your love. Todo ello combinándose a las voces Nicke con el guitarrista Tobias Egge y el bajista Dolf de Borst. Para rematarnos y dejarnos sin resuello, Throwing stones, quizá su tema más celebrado. En mi opinión, esto es lo que debería ser siempre un bis.
Imperial State Electric, espléndida banda a la que deseamos un gran futuro, con más discos y giras.
Mr. Wolf
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