domingo, 13 de octubre de 2013

CALELLA ROCKFEST. FÀBRICA LLOBET (CALELLA). 11,12/10/13

Primera edición, y esperamos que haya muchas más, de este festival dedicado al Rock'n'Roll y celebrado en la costera localidad de Calella. Con un cartel más que apetitoso y unos precios increíblemente asequibles para los tiempos que vivimos. Así que no había motivo para la duda, ahí debíamos estar.

Viernes 11. Al llegar al recinto, el recibimiento fue el terrible sonido que sufrieron los locales Blackway, con el bajo destrozando los tímpanos, resultando imposible acercarse al escenario. Otra vez será, chicos. Y esperemos que en mejores condiciones.
El primer plato fuerte del festival venía de la mano de Bernie Tormé, guitarrista irlandés conocido por trabajar en los 80 con gente de la talla de Ian Gillan, Ozzy Osbourne o Dee Snider. Sinceramente, hacía muchísimos años que le había perdido la pista, y la ilusión era enorme por ver a este pequeño guitar hero. Y pese a encontrarse ligeramente resfriado y que el sonido había mejorado poco, no decepcionó. Con dos músicos acompañándole, hizo un repaso a toda su carrera y se lució con su instrumento, como era previsible. Con recuerdos a su etapa con Gillan, como No easy way o su versión de Trouble. Recuerdos a su banda Electric Gypsies, caso de Turn out the lights. Y también recuerdos a su colega John McCoy, con Can't beat Rock'n'Roll. Y como colofón, todo un Smoke on the water con la ayuda de otro cantante. Afable y simpático, nos ofreció un buen concierto y nos hizo felices a todos los que en algún momento hemos seguido sus andanzas. Por cierto, su bajista fue de los músicos más activos a la hora de presenciar otras actuaciones, encontrándose incluso al día siguiente entre el público.
Y acto seguido, Warrior Soul, la banda de Kory Clarke. Banda que salió a por todas desde el inicio,
arropando la cada vez más rota voz de su líder. Kory se mostró desbocado y teatral. Se revolcó por el suelo; se hizo una herida en la rodilla; se peleó continuamente con el pie de micro; volvió locos a los roadies; dio órdenes a sus músicos cuando lo creyó conveniente y, en definitiva, ofreció un concierto magnífico. Canciones como The drug, Junky stripper o la que significó el explosivo final, Rotten soul, son verdaderos cañonazos hard rockeros que no dejan indiferente a nadie. Gran concierto, sí señor.
A continuación era el turno de los barceloneses '77 y su Rock'n'Roll influenciado por AC/DC. Pero a esas horas de la madrugada el cansancio ya había hecho mella y quedaban unos cuantos kilómetros por delante. Y teniendo en cuenta que una retirada a tiempo se puede considerar una victoria, la decisión fue que era el momento de irse. Al día siguiente seguía la fiesta.

Sábado 12. Si el día anterior fue bastante rockero, éste era día de un perfil claramente bluesero. La tarde empezó con Blind Cream, de Mataró. Sólo llegué a tiempo de ver las últimas canciones, con un gran trabajo a la guitarra del jovencísimo Jordi. Habrá que seguirles la pista.
Con su bonachón líder al frente, Danny Bryant Band eran los siguientes en tomar el escenario. Joven guitarrista inglés, nos gustó mucho a todos con su Blues de alta escuela, su pericia a la guitarra y  la simpatía mostrada con el público. Pese a su edad, ya ha editado un buen puñado de discos, habiendo recibido excelentes críticas allá por donde pasa. Sin ir más lejos, Eric Clapton o Joe Bonamassa han sido algunos de los que lo han alabado públicamente. Tras unas cuantas perlas musicales, llegó el turno para su particular versión de Knockin' on heaven's door, ganándose plenamente a la audiencia. Gran trabajo que sirvió para prepararnos ante lo que nos esperaba a continuación.
Llegó el turno de Mick Ralphs Blues Band. Antes del festival era el concierto que más me apetecía, y ante lo visto, puedo decir que no me equivocaba en mis previsiones. A Mick Ralphs, legendario guitarrista de Mott The Hoople y Bad Company, ya había tenido oportunidad de verlo unos años atrás cuando vino junto al gran Ian Hunter a Barcelona, en lo que fue un concierto memorable. Y los que estuvísteis aquella noche en Bikini ya sabéis de lo que hablo. En esta ocasión, se presentaba junto a su espléndida banda, con la que toca clásicos de Blues además de temas míticos de su carrera. Y así fue. Impecable inicio con Rock me baby y Born under a bad sign. Poco después, la primera joya de Bad Company, nada menos que Feel like makin' love. Otro momento mágico fue el Baby what you want me to do de Jimmy Reed, que sonó fantástico. O el set acústico entre el otro guitarrista y su cantante. Y claro, el bis con Can't get enough que todos esperábamos. En resumen, un concierto mayúsculo que resultó ser el mejor del festival para muchos, entre los que me cuento. Eso sí, horrorosa la camisa hawaiana de Mick.
Llegó el momento de Gerry McAvoy's Band Of Friends. Es decir, Gerry McAvoy y Ted McKenna, bajista y batería de Rory Gallagher durante muchos años, junto al holandés Marcel Scherpenzeel sustituyendo al insustituible irlandés. Emociones encontradas. El inmenso legado de Rory interpretado magníficamente. Con clase, técnica y simpatía también, especialmente por parte de Gerry. Con un gran trabajo a la guitarra del holandés de apellido impronunciable. Pero es inevitable pensar que Rory no está ahí. Y no es lo mismo. Tienen todo el derecho a tocar su música, y me parece bien, pero resulta un poco extraño. Y el escaso carisma de Marcel no ayuda, por no citar su timbre de voz tan parecido o usar una Stratocaster de la línea de Rory  Eso sí, maravillas como Follow me, Tattoo'd lady o Shadow play siguen sonando espectacularmente bien. Y siempre podemos cerrar los ojos y pensar que sobre las tablas está quien debería estar. Pese a todo, una buena actuación que se ganó claramente al público.
No lo tenían fácil White Cowbell Oklahoma para cerrar el festival. Ya pasaban unos minutos de las dos de la madrugada, quedábamos pocos y nos encontrábamos muy cansados. Y estuvieron bien, pero creo que les faltó algo. Ya sabemos que en sus conciertos el componente visual es importante, pero a esas horas quizá deberían haberse dejado un poco de bromas y parrafadas para centrarse en la música. Y están muy bien los sombreros vaqueros, el fuego, la sierra mecánica y todo el espectáculo, claro. Y muy bien los temas de siempre, como Cheerleader o Put the south in your mouth, pero los parones fueron matadores. De todas maneras, una buena manera de finalizar la segunda y última jornada en Calella.

Y hasta aquí lo que ha sido este festival. Esperamos y deseamos que tenga una larga vida, porque festivales rockeros no abundan por aquí. Además con muy buenos precios, como decíamos antes. En la parte negativa, sin duda el sonido, que no fue muy bueno ninguno de los dos días, especialmente el primero. Y también el escaso público. No sé si debido a una pobre promoción, pero resulta preocupante encontrar el recinto a mitad de aforo tanto el primer día como el segundo. A ver si se soluciona en la segunda edición.
Nos vemos el año que viene en el Calella Rockfest.

Mr. Wolf


Más info en la web del festival

1 comentario:

JUANATOR dijo...

no estoy de acuerdo en lo de que el sonido era malo, lo que sí estaba era demasiado fuerte el primer día!!!