Una magnífica manera de volver a una sala en la que en el
pasado vivimos grandes conciertos de leyendas como Iggy Pop o los Pixies, ahora
rebautizada como sala Barts; mi
reencuentro con éste mágico lugar no podía tener una protagonista más especial,
la gran Lucinda Williams, una veterana de la escena Country Rock americana
poseedora de una biografía compleja y también de algunos de los mejores discos
que haya podido disfrutar en mi vida, para mí discos como Car wheels on a
gravel road, World without tears o Essence pueden competir sin rubor alguno con
los discos de cualquier icono rockero como de los mejores de la historia del
Rock.
El concierto venía englobado curiosamente dentro de la
programación del festival de guitarra de Barcelona, y en un principio deberían
haber actuado Lucinda Williams y su fiel escudero a la guitarra, el señor Doug
Pettibone, pero a última hora se incorporó el bajista Dave Sutton, conformando
un curioso trío que funcionó muy bien en directo, la gran técnica guitarrística
del señor Pettibone, el precioso sonido de las guitarras de Lucinda y el bajo
del señor Sutton funcionando como un perfecto artefacto sonoro al servicio de
las grandes canciones y del gran momento vocal que atraviesa Lucinda Williams.
Hace cuatro años de la primera visita de Lucinda a
Barcelona, y parece que el tiempo le ha sentado bien, se encuentra mejor de
aspecto y mejor de voz y eso hace que se la vea disfrutar más en escena. El
sonido fue perfecto y la actitud tanto del grupo como del público muy positiva,
salvo en el caso de un pesado insufrible que no dejó de dar la nota a voz en
grito durante todo el concierto. La velada empezó de una forma más acústica
para ir ganando en potencia rockera poco a poco, sonaron temas como Lake
Charles, Drunken angel, Blessed, Copenhagen, Joy, Can’t let go, Metal
firecracker, Pineola, Overtime, I lost it, Come on, Honey bee o Get right with
God; también sonaron muy bien las versiones de Bob Dylan, Trying to get to
heaven, y de Skip James, Hard time killing floor; como hace cuatro años tuvo su
momento de lucimiento en castellano con el tema de Violeta Parra Adiós corazón
amante. Nos dejó también un par de canciones nuevas que sonaron muy bien,
aunque lo mejor del concierto, los momentos en los que se me puso el pelo de
punta fueron para I envy the wind y Essence, simplemente dos temas preciosos en
unas interpretaciones mágicas; el punto negativo se lo otorgo por privarnos
otra vez de la exquisita belleza de un tema como Blue, pero espero poder llorar
como un crío en el futuro cuando tenga la oportunidad de volver a disfrutar de
otra velada con la señora Lucinda Williams en la que me otorgue éste deseo.
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