Interesantísimo el doble concierto que se nos presentaba en la sala grande de Razzmatazz. A las fascinantes hermanas Lovell al frente de Larkin Poe se les sumaban los canadienses The Sheepdogs, con lo que la noche tenía muy buena pinta, presentándonos allí con la seguridad de vivir una excelente velada. Y así fue, claro, nada podía fallar.
¿Qué nos queda por decir de los Sheepdogs? Unos habituales ya de nuestras salas, que a mí por lo menos me han encantado siempre que los he visto en directo. Y entre Azkena y Barcelona ya llevo unas cuantas veces en mi haber. En esta ocasión, conscientes de que disponían de menos tiempo al no ser la banda principal, directamente salieron a matar y ofrecieron tres cuartos de hora soberbios, con esas dobles guitarras marca de la casa y con temas que ya nos sabemos nota a nota como I'm gonna be myself, Southern dreaming, I don't know o Nobody. Triunfaron por todo lo alto y sumaron nuevos seguidores que no les conocían. Doy fe de ello.
Con la misma puntualidad con la que habían aparecido en escena sus predecesores (así da gusto, como han mejorado las cosas estos últimos años), Larkin Poe salían para adueñarse de la noche con sus canciones y su buen rollo. Porque no sólo hablamos de música en este caso. Cuando tienes frente a ti a una banda que la ves feliz sobre el escenario se crea una situación contagiosa. Y ellas, junto a sus músicos, se lo pasan bien ahí arriba, no tengo ninguna duda. Encima demuestran saber acerca de música americana, intercalando partes de esa maravillosa Jessica de los Allman Brothers o del Rumble de Link Wray, además de su versión del Preachin' Blues de Son House. Entre estas joyas no desentonan para nada sus propios temas, como Kick the Blues, Georgia off my mind, She's a self made man o Bad spell. Aunque lo mejor de la noche sería la parte acústica, con todos alrededor de un solo micrófono y haciendo callar a la gente (algo más que difícil, no nos engañemos), con la belleza de Might as well be me y Southern comfort, coronadas con una maravillosa versión del Crocodile Rock de Elton John. Mágico.
Un año y medio después de su anterior visita han vuelto para triunfar en una sala más grande, y no me sorprendería que la próxima vez toquen en un recinto mayor, porque de momento no les veo techo. Bien por Megan y Rebecca Lovell, se merecen este éxito.
Mr. Wolf
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