Little Steven and the
Disciples of Soul tocando en una sala como Razzmatazz. 15 músicos en escena y
dos horas y tres cuartos de concierto convertido en Tour de force y clase magistral sobre la historia del Rock,
y más concretamente sobre la historia del sonido de Nueva Jersey, ese Jersey
shore tan particular que tiene en Bruce Springsteen a su tótem más visible, a
Brian Fallon como discípulo más aventajado, y a Southside Johnny y Gary US Bonds, junto al propio Little Steven como padrinos.
Hace unos años un amigo
me decía que no soportaba el sonido de Springsteen con la E Street Band, porque
era como una maraña sonora en la que todos los instrumentos tocaban a la vez
todo el rato, y le cargaban al no poder centrarse específicamente en ningún
instrumento en particular. Para mí esa es la clave de su sonido, todos los
instrumentos al servicio de una canción y formando parte de un todo
indivisible. El concierto de Little Steven and the Disciples of Soul fue una
clase magistral de ese tipo de sonido. Marc Ribler a la guitarra, Jackie
Perkins, Sara Devine y Tania Jones a los coros y bailes exóticos, Andy Burton al órgano, Lowell “Banana”
Levinger al piano, Jack Daley al bajo, Rich Mercurio a la batería, Eddie Manion
como saxo barítono, Stan Harrison como saxo tenor y flauta, Clark Gayton al
trombón, Ravi Best y Ron Tooley a las trompetas y Anthony Almonte a la
percusión. Una superbanda que sonó compacta y arropó perfectamente a un Steve
Van Zandt al que se le vio feliz y disfrutando del show casi tanto como al
público.
El concierto comenzó con
un bonito homenaje a Tom Petty, Even the losers rompió el fuego en un concierto
basado en el Soul con temazos como Soulfire, pasando por el Blues con el Blues
is my business de Etta James, el Reggae
con I am a patriot, el Blaxploitation Soul con el tema principal de El padrino
de Harlem de James Brown, el Doo wop con The city weeps tonight y el Rock más
enérgico con temas como Salvation o Forever. Hasta hubo tiempo para acordarse
de los Ramones y de que estamos cerca de la Navidad con un bonito Merry
Christmas ( I don’t want to fight tonight). Southside Johnny en el recuerdo y
largos y didácticos parlamentos en los que nos explicaba lecciones de historia
del Rock. Nos habló del DJ Alan Freed y su labor de divulgación de la Black
music para el público blanco; también de Marvin Gaye, The Miracles o de David
Ruffin y los Temptations. Estuvo ingenioso, divertido y acabó cansado pero visiblemente
satisfecho. Especialmente brillante en la versión de Ride the night away de
Jimmy Barnes, Bitter fruit y el I don’t want to go home de Southside Johnny.
Excelente concierto, por
momentos era como asistir a las clases de la “Escuela emocional del Rock”, que
imparte en Bilbao el gran Joserra Rodrigo, pero con la música de una banda de
15 miembros tocando en vivo la lección. Quizás la parte reggae se me hizo un
pelín larga y me hubiera gustado algún ramalazo más Punk, que se hubiera
acordado de algún tema del disco de Demolition 23 o algo así. Pero no me puedo
quejar porque me lo pasé en grande. Little Steven me ofreció mucho más de lo
que esperaba, y eso que el disco Soulfire me había gustado mucho.
Por cierto, ya que me he acordado de Joserra Rodrigo en esta crónica, todos los amantes del Rock y de la literatura sobre el Rock tienen una cita el próximo 4 de Enero en la tienda de discos Revolver de Barcelona, donde se presentará el libro Pasión no es palabra cualquiera. Un libro sobre música auténtica y real que en realidad habla sobre la vida misma. Cita ineludible.
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