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viernes, 12 de julio de 2013

SIMONE FELICE + THE LUMINEERS. RAZZMATAZZ. 10/07/13

El mundo de la música a veces trae consigo situaciones curiosas. Ahora mismo recuerdo aquella gira de los Who en 2006, en la que muchos tuvimos que ir a Zaragoza para verlos, porque el concierto de Barcelona se había suspendido. ¿Motivo? ¡¡No se habían vendido apenas entradas!! ¡¡The Who!! ¡¡Una de las bandas más grandes de la historia!! Inexplicable. Y esto me viene a la cabeza al ver que un grupo como The Lumineers agota sus entradas en Razzmatazz. Buena banda, buenas canciones y con el éxito a sus espaldas de la película El lado bueno de las cosas, pero que no deja de ser una banda novel que ya veremos hasta donde llega. Otra curiosidad: su público. Ya en la larga cola antes de entrar vimos, por un lado, una cantidad enorme de extranjeros; y por otro lado, legiones de jovencitas. Todas ellas armadas con su smartphone, claro. Algunas con sus madres allí, otras con sus madres esperando fuera. Por momentos parecía un concierto del imbécil de Justin Bieber. Para mí todo raro, muy raro.
De telonero, nada menos que el gran Simone Felice, que frente a un público que no era el suyo dio una nueva lección magistral. Con dos músicos acompañándole, y él combinándose a la guitarra y la batería, nos deleitó con temas de su dispersa carrera (en solitario, Felice Brothers o Duke & The King) como el precioso If you ever get famous, You & I belong o un pletórico Radio song. Como colofón a una escasa media hora, y con los aclamados Lumineers sobre las tablas, el Helpless de Neil Young, que la mayoría de los presentes debían desconocer. Grande una vez más, Simone.
La banda principal de la noche pues, como era previsible, llevando el histerismo a un público al que no era necesario ganarse. No son los hermanos Felice ni los hermanos Avett, por citar grupos de un estilo similar, pero en Razzmatazz parecían ser la banda más grande del planeta. Y tienen un buen directo, indudablemente. Y se vacían en escena, con mención especial para su cantante y guitarrista Wesley Schultz. Y el escenario era de gran belleza. Y canciones como su éxito Ho hey son ciertamente redondas. Pero con este público se hace difícil ser objetivo. Quizá lo único que hay que hacer es olvidar a la gente que te rodea y dejarte llevar por la música. Como momentos álgidos destacaremos las dos canciones que tocaron en mitad de la sala (Darlene y Elouise), en un número más que brillante, y sus versiones del Subterranean homesick blues de Dylan y, sobre todo, del Sweet Virginia de los Stones, junto a Simone Felice y su banda. Gran momento este último.
Un buen concierto, a ellos no se les puede reprochar nada. Y por cierto, si no habéis visto El lado bueno de las cosas, deciros que se trata de una peli más que recomendable.

Mr. Wolf

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