Un extraño fenómeno pasó ayer por Barcelona para
demostrarnos que los milagros existen y que no hay edad para poder cumplir con
un sueño, no voy a extenderme aquí sobre la extraordinaria historia que narra
con gran brillantez la película Searching for Sugar man, pero el
culto que se ha creado desde su estreno hacia la figura de un cantautor de
principios de los setenta, retirado, olvidado y ninguneado por la industria
discográfica es difícil de entender. Más de cinco mil personas abarrotaron el Poble
Espanyol con una predisposición total a favor del señor Sixto Rodriguez, la
inmensa mayoría ni siquiera conocíamos su nombre hace apenas unos meses, pero
la sensación de que su concierto era histórico planeaba entre los asistentes,
para ser justo también fue evidente como el fervor general de los primeros
compases del concierto fue decreciendo con el paso de los minutos y hacia el final
del espectáculo sólo los más fanáticos seguían con un silencio respetuoso o
cantando las letras de los temas; porque hubo mucho postureo de gente a la que
le debían haber contado que ser fan ahora de éste hombre está de moda y que con
el paso del concierto se dedicaban a cotorrear o a gritar sin mostrar el menor
respeto por la música del señor Rodriguez, y es que si despojas al personaje de
su extraña historia te encuentras con grandes canciones englobadas en dos
grandes discos, Cold fact y Coming from reality; es evidente y también
tristemente injusto que ahora que ha conseguido el reconocimiento que merece,
el señor Rodriguez se encuentre en un estado de salud tan precario, con una
movilidad muy reducida y un grave problema de visión; es también un poco
frustrante que su actual estatus de estrella le lleve a ofrecer unos conciertos tan masivos y con un ambiente
como de fiesta mayor, porque la profundidad de sus temas y la riqueza de su
música se degustarían con mayor placer en ambientes más íntimos y recogidos;
pero bueno, es lo que hay, y a pesar de sus contras fue gratificante disfrutar
en directo de su música.
El concierto comenzó con un tema en castellano, Malagueña
salerosa, en el que se arrancó en solitario junto a su guitarra, pero el
concierto como tal se puso en marcha con un Climb up on my music que sonó a
gloria, puede que los cuatro músicos que le acompañaban no tuvieran ningún tipo
de carisma, pero cumplieron dignamente
con su función, aunque creo que una banda liderada por un guitarrista más
veterano se hubiera acoplado mejor a las características de la música y de la
poca agilidad de las manos de Rodriguez. Only good for conversation dio paso a
una de sus joyas, Crucify your mind, seguida por una versión del Love me or
leave me de Nina Simone; con I wonder cantó hasta el último espectador, la
carga política apareció con This is not a song, it’s an outburst: or, the
stablishment blues, la cosa se puso romántica con el Unchained melody de los
Righteous brothers y mejoró con el ya clásico Sugar man, volvimos a ponernos
tiernos con la bella I think of you, seguida de Rich Folks Hoax, de la versión
del Lucille de Little Richard y del Fever de Little Willie John, las versiones
siguieron con I only have eyes for you de The Flamingos y el I’m gonna live
till I die de Frank Sinatra, con Forget it Rodriguez abandonó el escenario de
la mano de su hija para volver también de su mano para un extraño Bis con el
Whole lotta shakin’ going on de Jerry Lee Lewis; personalmente hubiera
preferido alguno de sus temas propios como Cause o Street boy, pero a pesar de su
frágil estado físico y del heterogéneo público disfrutamos mucho de su
concierto, ojalá podamos verle más recuperado y en otro ambiente.
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